jueves, 31 de diciembre de 2009

De garras y colmillos



Felinos. El otorongo, el puma y otros felinos han sido representados de múltiples formas en todas las culturas del Perú antiguo. La joven historiadora de arte Alba Choque Porras ha publicado un libro que busca responder el porque de este culto ancestral.

El cóndor, el felino y la serpiente. Estos tres animales representaron en el Perú antiguo a los tres mundos conocidos: el aire, la tierra y el subsuelo. Pero de los tres, el felino aparece como el más importante. Desde tiempos pre cerámicos (2.500 años a. C.) su imagen no solo fue reproducida de mil maneras sino, además, se mimetizo con las representaciones de los otros dos animales. ¿Qué vio el hombre andino en estos esbeltos animales andino-amazónicos, solitarios y depredadores? ¿Qué representó la imagen totémica del jaguar o del puma en Estados agrarios o teocráticos? La historiadora de arte Alba Choque Porras ha dado respuestas a estas preguntas en “La imagen del felino en el arte del antiguo Perú”, un revelador volumen que recorre el universo religioso precolombino a través de un estudio icnográfico de los distintos gatos andinos que han poblado el imaginario de nuestras culturas ancestrales.

“Creo que el tigre se llama ´ukurunku´ en el Antisuyo”, escribió Garcilaso en “Los comentarios reales de los incas”. Ese es el nombre del actual otorongo, conocido también como jaguar. El mayor felino de esta parte de América, que puede llegar a medir hasta dos metros de largo y pesar 180 kilos.

Hasta el momento la primera representación de un felino fue hallada en Huaca Prieta, en el valle de Chicama, La Libertad, en 1946. Se trata de un tejido de algodón de 4.500 años de antigüedad, en el que se representaba al figura de un cóndor, en cuyo vientre aparecía un serpiente enroscada con cabeza de felino. “El felino en esta imagen es el corazón y el inicio de la vida de las otras dos deidades. Asimismo, es el inicio de un diseño morfológico mítico-religioso en el Perú antiguo”, escribe la autora.
Esta imagen resulta clave para entender por qué el felino hechizó al andino. Como todo pueblo agrario y teocrático, las culturas del Perú antiguo divinizaron el poder devastador de los fenómenos naturales, (el rayo, la lluvia, el trueno) y le dieron fuerza mítica al mundo físico que los rodeaba (las montañas, los ríos, las lagunas), pero al mismo tiempo adoptaron como figuras totémicas a ciertos animales que ellos creían podían dominar a estas fuerzas. Ahí el felino ocupo un lugar primordial.

En el libro se dice que el felino ha sido el alter ego del hombre andino, ¿Cómo surge esto?
En este trabajo me he apoyado en la arqueología y la historia, pero también en la biología. Primero debemos averiguar cual ha sido el comportamiento de la fauna felina en el antiguo Perú. Hay cuatro felinos principales: el otorongo, el puma, el tirillo y el gato montes, los cuatro eran adorado en diversas escalas. Pero los principales eran el otorongo y el puma. El otorongo aparece como el máximo depredador por encima, incluso de la anaconda, entonces el hombre prehispánico lo asocio con un ser poderoso e indestructible y le atribuyo poderes sobrenaturales. De esta manera, comenzó a imitar su comportamiento para buscar él también ese poder. Hasta hoy el chaman invoca al felino o se viste como este animal, tratando de asumir los poderes de la deidad. Todo esto fue reflejado en los relatos orales y en el arte.
También mencionas que la figura del felino esta relacionada con el culto al agua y a la fertilidad, ¿Cómo ocurre esta transformación?
En principio, los otorongos viven en lugares húmedos, cerca de pantanos a diferencia de los pumas que viven en zonas secas. ¿Qué pasa? En todas las representaciones totémicas los animales son cargados con las características de otros seres. El felino va a tomar las alas del cóndor y en otras ocasiones los atributos de la serpiente. El hombre andino asocio el rugido del otorongo con el ruido del trueno, pero como este sonido venia del cielo, entonces construyo el mito del felino volador, que arroja centellas de sus ojos y luego riega con sus orines la tierra. Ahí la relación con el culto al agua. Primero, aparece el rugido (trueno), después brillan los ojos del felino (rayo) y luego con sus orines (lluvia) fertiliza los campos. Esto aparece en grabados y representaciones.

Por su nocturnidad, se creía además que el felino conectaba el dia con la noche.
Se creía que, al ocultarse, el sol se sumergía en la tierra y se convertía en la representación de un felino-serpiente, que dominaba todo el espacio infrahumano o subterráneo. De esta manera, movía las energías de la tierra para emerger luego en el día y repetir sucesivamente este ciclo.

Con el tiempo la representación del felino se hizo más compleja. En Chavin era la máxima deidad –el ejemplo más claro es el mítico lanzón- mientras que los incas lo consideraban como un dios intermedio. Existe un dibujo del cronista indio Juan de Santa Cruz Pachacuti que lo ubica al extremo derecho de la cosmogonía inca. Ahí aparece la figura del felino volador, arrojando granizo o agua por la boca. Alba Choque asegura que esta proliferación de iconografías, cerámicas, telares, etc., referidas al felino demuestra que en el antiguo Perú hubo arte y no sólo representaciones documentales u objetos utilitarios. “ES probable –dice- que al inicio hayan sido los propios sacerdotes los que dirigieran las practicas artísticas, pero con el tiempo llegaron a capacitar a grupos e personas dedicadas exclusivamente a la creación”. Tal vez el sacerdote explicaba el mito, pero era el artista el que utilizaba su capacidad creadora para plasmar el relato oral en una cerámica o un tejido. Este libro es una prueba palmaria de esta hipótesis.


Tomado de: Jorge Paredes, “De garras y colmillas”, en “El Comercio”, 13 de diciembre del 2009, El Dominical, pp. 8 - 9

El lugar es el cuerpo


El hombre lluvia, el cielo y la tierra es un recorrido sensorial por la selva y sus imágenes. La lluvia es el punto de partida de una indagación que enhebra nociones de territorio y representación en las culturas amazónicas.

En algunas regiones de la Amazonía uno viaja sobre el arte: las canoas shipibas suelen estar cubiertas de atractivas líneas pirograbadas. Es decir, suelen estar cubiertas por diseños trabajados en fuego. Agua, fuego, utilidad, arte; los opuestos se confunden. Y fluyen, cada pueblo de la Amazonía posee características culturales muy diferenciadas, pero, curiosamente, existe un principio mítico común: la idea de que en cierto momento todas las criaturas, y también las piedras y las cosas, eran seres humanos. Y todos nos comunicábamos y vivíamos en abundancia.
Pero algo (como suele suceder) se rompió y cada cual adquirió un cuerpo diferente y un idioma distinto. Y ahora, para poder volver a vivir bien, debemos encontrar maneras de restablecer esa comunicación.
El arte es una de ellas. Y por eso la cultura material de la Amazonía incide en el hecho de que las cosas “tienen también su humanidad”. O como nos los explica Luisa Elvira Belaunde –curadora de la muestra junto a Gredna Landolt y Armando Williams-: “una canasta tiene que cargar, pero para que lo haga necesita un espíritu cargador”.
¿Y cómo se consigue un espíritu cargador? Mediante un antiguo ritual de cantos e invocaciones durante la fabricación y, sobre todo, mediante la gracia singular que se le imprime al objeto. Una gracia que tiene de asombro, de fascinación y de alegría.

La lluvia es también una persona

La lluvia es lo que une al cielo, el suelo y el subsuelo. Y es también lo que une, a través de los ríos, los distintos lugares. La muestra parte de esa doble cualidad convocadora y se plantea como un viaje: un recorrido sensorial, sugestivo, por tres diferentes percepciones de la selva.
1) La selva como un territorio habitado: la selva como un paisaje que respira. 2) La selva como proveedora de todos los materiales con los que las personas hacen su vida. (Una vida que ha sido de óptima claridad. Y que podría seguir siéndolo si no fuera por la larga historia de explotación que viene sufriendo la región). 3) La selva como hogar. Es decir, la selva como un espacio de encuentro entre las personas y los “dueños” de esa selva. ¿Qué o quién son los “dueños”?. Pues básicamente los espíritus que habitan o protegen todas y cada una de las cosas de la selva, y que a veces la ceden para que la gente pueda continuar y construya una relación armoniosa con la naturaleza.
Una historia
“Miramos el agua como una persona”, así empieza la historiadora mítica que le contó Nawhiri Canchari, del pueblo Shawi, a Gredna Landlot. Y así prosigue: “Por donde ella andaba caía lluvia, hacia bien a las plantas, a los animales y a los insectos. Pero también hacia perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mato y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante…”
La lógica es implacable: en una escuela vegetal los profesores son plantas. O como nos lo explican Landolt y Belaunde, “para la mayoría de los pueblos amazónicos el hombre no es el centreo del conocimiento: el conocimiento está en las plantas, y en sus espíritus. Por eso les llaman plantas maestras”. Evidentemente, la ciencia occidental recibe todos los aportes (anestesias, insecticidas, etc.) que este conocimiento ancestral brinda. Pero parece que no lo agradece demasiado.

Territorios mutilados
El tema de fondo de esta muestra no solo es pertinente; tiene absoluto carácter de urgencia. Es así de simple: si el Perú moderno no entiende la relación que los pueblos amazónicos poseen con su territorio, nunca podrá llegar a acuerdos económicos que beneficien a todos; que brinde prosperidad y paz.
Explica Belaunde: Así como el cuerpo de la gente que vive en la ciudad que esta constituido por los alimentos que adquiere en una transacción comercial – en una tienda o mercado- , en la Amazonía el cuerpo de las personas esta constituido por animales y las plantas que lo “rodean”. Por eso el territorio para ellos es también el cuerpo. Y por eso la cosa no es tan simple como ir y decirles que tienen que mudarse. O dicho de otro modo: “Para ellos el territorio no es una mercancía”.

Tomado de: Digo Otero, “El lugar es el cuerpo”, en “El Comercio”, 18 de octubre del 2009, El Dominical, pp. 9

Actuación & posmodernidad


Técnicas cinematográficas. A lo largo de la historia del cine tres escuelas o técnicas han guiado la actuación. ¿Responden hoy a los retos del cine posmoderno?

Observación, así se conoce a la más antigua de las técnicas de actuación. Fue utilizada en la mayoría de películas desde los inicios del cine hasta los años cuarenta del siglo pasado. Se basa en “trabajar de afuera hacia adentro” y en ella el actor estudias sus gestos y movimientos frente al espejo, además de observar los comportamientos de personas que llevan vidas parecidas a las que interpretara. Greta Garo es buen ejemplo de aquella escuela.

El método y la emoción
A partir de la década del cincuenta, bajo la influencia del ruso Constantin Stanislavsky y su famoso método –que subraya la importancia de trabajar de adentro hacia fuera-, aparecen las nuevas técnicas que forjarían a las siguientes generaciones de actores. La mas conocida es la de la “memoria emocional”. Creada por Lee Strasberg, fundador del Actors Studio, señala que el actor debe recordar un evento de su vida en la que haya experimentado alguna emoción parecida a la requerida por su personaje. Trae entonces a su memoria los aspectos físicos que rodearon esa experiencia: el color de las paredes, la temperatura, la textura de su ropa, entre otros. El actor puede entonces “revisar” ese evento y traer esas emociones al set de filmación. Marlon Brando es ejemplo de esa escuela.

Imaginar es crear
La técnica de la imaginación fue desarrollada por Stella Adler (1901-1992). Adler fue una conocida actriz, considerada una de las mas destacadas profesoras de interpretación. Según su técnica, el actor debe creer en su personaje y dejar que su imaginación construya imágenes, sensaciones y toda una historia personal alrededor de él.
Eso permitirá hacer creíble que un personaje se meta, por ejemplo, a una capsula de titanio y explore el centro de la tierra, o que una madre de familia católica y conservadora le sea infiel a su esposo con un amante veinte años menor que ella. Meryl Streep es un extraordinario ejemplo de esta escuela.

De todo un poco
Todo buen proceso creativo, como la actuación, esta libre de dogmas y muchos son los actores que combinan varias técnicas. Anthony Hopkins se declara seguidor de la técnica de la observación pero no tiene ningún problema en usar la imaginación o la memoria sensorial para enriquecer sus personajes. Tenemos también a los actores intuitivos que, sin necesidad de una técnica especifica, pueden darnos interpretaciones maravillosas. Precisamente de la flexibilidad en la creación depende que los actores más talentosos enfrenten, con éxito, los nuevos códigos del cine posmoderno.

La huella de Adler
En un reciente viaje a Nueva York, tuve oportunidad de reunirme con estudiantes y maestros de actuación de la New York University. Pregunte como procesaban los nuevos códigos posmodernos. La mayoría coincidió en que el método de “imaginar” de Stella Adler era l mas útil para “hacer creíble lo increíble”. De hecho, aseguraron, es el que usaron Brad Pitt y Willen Dafoe, en “Bastardos sin gloria”, de Quentin Tarantino y “Anticristo”, de Lars von Trier. No descararon que actualmente pueda estarse creando una nueva técnica basada en los códigos posmodernos. Acomodémonos en nuestras butacas y veamos que pasa con la actuación en los próximos años.

Tomado de: Antonio Fortunic, “Actuación & posmodernidad”, en “El Comercio”, 22 de noviembre del 2009, El Dominical, pp. 13

Amaringo: Adiós a un visionario

El arte amazónico esta de luto. El 16 de noviembre pasado dejo de latir el corazón de su progenitor: Pablo Amaringo Shuña. Maestro de las plantas, chaman, pintor visionario, Amaringo fue el patriarca del arte en la Amazonía, el principal responsable de su (re)nacimiento, pues gracias a él decenas de pintores nativos y mestizos perdieron la vergüenza y pudieron comenzar a plasmar las, durante mucho tiempo, ocultas visiones de sus culturas.
La importancia de Pabla Amaringo para el arte popular se al amazonía es semejante a la de Joaquín López Antay para el caso del arte popular ayacuchano; con él se supera la época de la artesanía y el costumbrismo y se pasa a una nueva etapa creativa.
Su primera experiencia
Pablo Amaringo nace en 1938 cerca a Tamanco, pueblito ribereño del Ucayali. A los 10 años va a Pucallpa y tiene, de la mano de su padre, su primera experiencia de la toma de ayahuasca. Pero no será hasta 20 años después que comienza –dirigida por una maestra nativa- su exploración con la bebida sagrada hasta convertirse él mismo en un chaman y experto naturalista.
Durante los años 70, Pablo se dedicara a trabajar como curandero y medico naturista en distintas zonas de la Amazonía peruana y brasileña. En los 80, abandona el chamanismo para evitar los continuos enfrentamientos con otros brujos y chamanes que envidiaban su poder, mientras se dedica a pintar escenas costumbristas de la Amazonía que vendía a los turistas.
Encuentro crucial
A mediados de esta década, Amaringo se encuentra con el antropólogo colombiano Luis Eduardo Luna, quien investigaba las plantas medicinales y el chamanismo. Luna, deslumbrado por los conocimientos de Amaringo, le sugiere que comience a pintar aquello que había aprendido en sus visiones. El resultado fue una revolución de imágenes que cambiarían totalmente el arte que se hacia en la Amazonía.
Pintor prolífico
Amaringo era un pintor prolífico, en una semana podía pintar hasta tres cuadros de gran formato, en un año un centenar y su obra total consta de un aproximado de 2.000 pinturas. Pero lo importante no es la cantidad sino la profundidad y riqueza de visiones que cada cuadro suyo encierra. Se trata de elaborados mapas de conocimientos sobre la Amazonía y los “distintos mundos” visibles e invisibles que pueblas el universo. Amaringo entremezclaba en sus pinturas la cultura nativa shipiba, la ribereña mestiza y la universal. A esto habría que agregarle su y personalísima mitología que cada una de estas obras contiene.
Complejas cosmovisiones
Él, como William Blake, era un pintor no solo de visiones sino de vastas y complejas cosmovisiones. (Habría que mencionar su vertiente realista y paisajística hecha con acrílico que es el material emblemático del arte popular y callejero amazónico). En 1988, Amaringo funda la Escuela de Pintura Usko Ayar, que fue un semillero de artistas mestizos y nativos, aunque nunca tuvo reconocimiento artificial. Don Pablo era un verdadero maestro pero no podía dar certificados a nombre de la Nación porque él mismo carecía de “títulos”, solo pudo cursar hasta el quinto de primaria. Pero era un “hombre de conocimiento” y las enseñanzas que nos ha legado no solo son artísticas, sino también morales y espirituales. La Amazonía y el Perú todo le deben homenaje y reconocimiento.
Tomado de: Alfredo Villar, “Amaringo: adiós a un visionario”, en “El Comercio”, 6 de diciembre del 2009, El Dominical, pp. 11

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La gran revolución del cine



La primera década del siglo XXI nos deja una cinematografía liberada de las ataduras aristotélicas. El posmodernismo, irónicos y descreído, es el signo distintivo de esta época. Un reto para los creadores, el público y los críticos.

En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX surgió una serie de filósofos como Gottlob Frege, George Boole y Bertrand Russell, que por primera vez en 23 siglos cuestionaron la tradición de la lógica fundada por Aristóteles. Dejar atrás las premisas aristotélicas permitió a nuestra civilización revolucionar la astronomía, las matemáticas, la lingüística, la psicología, crear las computadoras, y un largo etcétera. Si esos lógicos geniales no hubiesen confrontado a Aristóteles nuestra civilización se hubiese quedado estancada. Es por eso estimulante ver que cien años después, justamente en nuestros días, se empiezan a demoler muchas de las reglas que Aristóteles estableció para la representación de las historias.
La poética
En su “Organon”, Aristóteles delineo las leyes de la lógica y en su “Poética” las leyes de la representación teatral (heredadas luego por el cine). Una de las leyes más poderosas que planteo fue la del sentido de la credibilidad. Aristóteles decía que para que una representación funcione, el público debía creer en lo que estaba viendo.
El gran reto seria entonces “ser verdadera aun en la falsead manifiesta” (como ocurriría, por ejemplo, con una película fantástica o de ciencia ficción, que escapando del realismo resulta “verosímil”).
Lo inverosímil
Tras ver “Slumdog Millionaire” (Danny Boyle, 2008) o “Bastardos sin gloria” (Quentin Tarantino, 2009), es evidente que la regla de la verosimilitud esta siendo cuestionada. Los narradores, con la complicidad del público, se recrean justamente en lo inverosímil de sus historias. Ese posmodernismo descreído e irónico que esta marcando nuestra civilización permite, precisamente, que le esencia de un relato este en el subtexto y no en lo “creíble” de su superficie. Otro dogma aristotélico es que la narración debe ser un orden creado que debe dar sentido, coherencia y cierta seguridad al espectador. Planteo una estructura que culminaba con una catarsis que resolvía el conflicto desarrollado durante la representación. “Mullholland Drive” (David Lynch, 2001) deshace totalmente la estructura y se olvida de la catarsis, además no brinda coherencia ni seguridad al espectador.
Ruptura de género
Otra de las preocupaciones de Aristóteles fue la “integridad del genero”, por lo cual cada genero –un drama o una comedia- tiene reglas que deben ser respetadas por el narrador y reconocidas por el espectador. No se imagino que aparecerían películas como “Los abrazos rotos” (Pedro Almodóvar, 2009), quien fusiona el llamado “cine negro” con el melodrama y lo sazona todo con dramaturgia de altura y humor. Mas aun, Aristóteles nunca pudo imaginar que aparecerían cintas como “Elephant” (Gus van Sant, 2003), quien se olvida de la estructura aristotélica para reemplazarla por la estructura musical de la sonata, cargando así de lirismo un relato absolutamente brutal (el asesinato de jóvenes escolares a manos de uno de ellos). Aristóteles daba importancia al gran relato –en el posmodernismo, sin certezas ni verdades absolutas- eso es algo totalmente prescindible. En nuestros días, por eso, tiene tanta fuerza el relato reciclado y reinterpretado de múltiples maneras. Tal como sucedió con la novela de Virginia Wolf, “reciclada” en “Las horas” (Stephen Daldry, 2002), por la que Nicole Kidman gano un Oscar.
Reto critico
En los próximos años, por supuesto, seguiremos viendo grandes películas en la tradición aristotélica (Scorsese, Eastwood, Haneke), pero me atrevería a pronosticar que lo más fascinante saldrá de aquellos directores que transgredan las reglas clásicas. Ese será el gran reto. Esto también esta dado para todos aquellos comentaristas de cine con pretensiones de ser reconocidos como críticos. Es importante que dejen de lado su fundamentalismo por la puesta en escena y se preocupen por las estructuras, la dramaturgia, la fusión de géneros y los códigos posmodernos. Mediante este aprendizaje podrán construir marcos conceptuales propios para legitimar la subjetividad de sus opiniones. De no hacerlo, corren el riesgo de quedar tan rezagados como la lógica aristotélica.

Tomado de: Antonio Fortunic, “La gran revolución del cine”, en “El Comercio”, 27 de diciembre del 2009, El Dominical, pp. 14

miércoles, 14 de octubre de 2009

TEORÍAS DEL CONCEPTO

Introducción
Las unidades que conforman el conocimiento son los conceptos, que estructurados en categorías pueden representarnos el mundo. La categorización es un proceso característico de la mente humana y permite a nuestra especie sobrevivir y reinar sobre la naturaleza. Sin embargo, si nos preguntamos por los conceptos en sí mismos, somos conscientes del limitado conocimiento que tenemos sobre ellos.
Generalmente, el concepto es definido como unidad cognitiva de significado, idea abstracta o mental que a veces se define también como "unidad de conocimiento". Los conceptos son construcciones o imágenes mentales a los cuales enlazamos un término, y por medio de las cuales comprendemos las experiencias que emergen de la interacción con nuestro entorno. A través de su integración en clases o categorías, garantizan y relacionan nuestros conocimientos. El concepto surge de la necesidad de generalizar o clasificar a los individuos, cualidades y casos concretos conocidos a partir de la experiencia, agrupando las cosas o los aspectos y cualidades comunes a muchos objetos.

Conceptos
Los conceptos actualmente son muy valorados, puesto que nos ayudan a comprender el desenvolvimiento del mundo y son estudiados por las Ciencias Cognitivas. Son nuestro conocimiento de la realidad, clasifican cosas y propiedades, y nos posibilitan la memoria. Los conceptos, como unidad mental, no sólo se aplican a cosas, sino también a personas, emociones, entidades lingüísticas, eventos-acciones, estilos artísticos, conocimientos científicos, etc. Como otros procesos mentales, los conceptos pueden dar lugar a otros procesos mentales y a la conducta.
Los animales poseen conceptos, pues la naturaleza exige de ellos la capacidad de distinguir y reconocer cosas del entorno. En el caso de los animales humanos, los conceptos hacen posible no solo discriminar, sino también categorizar. Como consecuencia, los humanos, en general, representan y reconocen mejor el entorno, pero es la capacidad de organizar los conceptos lo que le da valor agregado a nuestras experiencias, a pesar de que otros animales tengan mayor información del entorno debido a que sus sentidos estén más desarrollados o simplemente alberguen más sentidos.

Teoría conceptual de Frege
En "Función y Concepto" (1891), Frege define los conceptos como funciones. Con la expresión F(x) reúne en una clase o conjunto a todos los objetos que posean la propiedad F. Aquí la función F reemplaza al predicado y el argumento x al sujeto. En “Sobre concepto y objeto” (1892), el autor afirma que no busca ofrecer una definición exacta de concepto. Así, para Frege, “el concepto es una especie de indefinible: tampoco se puede exigir que todo sea definido, del mismo modo como no se puede exigir del químico que descomponga todas sus sustancias” (Martínez-Freire, 1990, p. 414).
Frege nos dice además que un nombre tiene referencia (Bedeung) y sentido (Sinn). De este modo, si tenemos la siguiente relación podemos ensayar una explicación del concepto:
Sentido: Lucero vespertino, Lucero matutino
Referencia: Venus
Al expresar Lucero matutino, nos referimos al planeta Venus en un sentido; la representación, la imagen mental, es la imagen subjetiva del planeta Venus expresada a través del concepto LUCERO MATUTINO. Al expresar nuestra imagen mental se crea el concepto, haciéndose objetivo al hacerse público y merecedor de un valor veritativo, puesto que la Tierra u otros planetas no pueden ser el lucero matutino. Debemos señalar que cuando decimos expresar LUCERO MATUTINO, no nos referimos al lenguaje natural lucero matutino o the morning star, sino que la idea, la imagen mental queda conceptualizada al ser este significado comunicado en privado o público. De no ser así, se mantendría en una idea, en una noción vaga, en un “no podría explicar”. Por ello, no identificamos conceptos con términos lingüísticos, sino con un lenguaje más profundo. De esta manera, Lucero vespertino y Lucero matutino puede conceptualizarse, y esto sólo es posible en la unión de referencia, sentido e imagen mental.
LM (v) o LV (v)

Lo mismo sucede en el caso de evocar al “rey de los mirmidones”, “al de los pies ligeros” o simplemente al “vengador de Patroclo”. Nos hemos referido obviamente a Aquiles en tres sentidos. Con ellos hemos evocado la idea, la imagen del héroe griego; su significado a través del concepto REY DE LOS MIRMIDONES, no puede ser Ulises, rey de Ítaca, puesto que no seria verdadero.
RM (a) = V RM (u) = F

Este ejemplo es posible porque nuestra referencia es la realidad, la que definimos como todo el ámbito de la naturaleza, sociedad y pensamiento, donde podemos ubicar al mundo literario. Así, cumplimos con la directriz de que un concepto es una función cuyo valor es siempre un valor veritativo.
El concepto está constituido por características, que son también conceptos, de ahí que sea una realidad mental, dotada de carácter objetivo-intersubjetivo. La idea se convierte en concepto al enlazársele un término, así al ser comunicado este concepto se torna como tal, en un concepto público. Sin embargo, por posibles inferencias, contingencias y limitaciones propias de nuestra naturaleza, con los conceptos expresamos esa idea, ese significado, con palabras (generalmente) inexactas necesariamente, pero que el Otro, gracias a la paráfrasis y a la metáfora, interpreta lo más fielmente posible a través de razonamientos que implican lugar, intención, uso y tiempo.
La realidad tiene una estructura correlacional que la mente humana puede conocer y representar. Nuestro sistema cognitivo reduce la compleja realidad a unos conceptos y categorías. Una prueba de ello es que aunque los objetos del Universo sean infinitos, los reducimos a unas pocas formas (círculos, triángulos y cuadrados). De ahí probablemente el nombre de concepto, que viene del latín conceptum, que deriva de capere, es decir, agarrar o capturar algo. Esta relación mente mundo, es una relación que Fodor denomina y sostiene como la relación nómica.



La teoría conceptual de Fodor
Fodor (1999) afirma que la posesión conceptual está constituida por cierta relación nómica entre la mente humana y el mundo, puesto que tener un concepto es estar en algún tipo de relación nómica. Por ello, propone cinco tesis de lo que debe ser una Teoría representacional de la mente (TRM). Estas tesis son:
1.- La explicación psicológica es típicamente nómica y es completamente intencional.
2.- Las representaciones mentales son las portadoras primitivas del contenido intencional.
3.- El pensamiento es computación.
4.- El significado es información
5.- Lo que sea que distingue conceptos está en la mente.

Si se sostiene una TRM, teoría representacional / computacional de la mente, se necesitará una teoría de conceptos, para lo cual plantea sus Cinco condiciones no negociables para una teoría de los conceptos:

§ Los conceptos son individualidades mentales.
§ Los conceptos son categorías y se emplean de manera rutinaria.
§ Los conceptos son los constituyentes de ellos mismos.
§ Un gran número de conceptos deben aprenderse.
§ Los conceptos son públicos.


Teorías de conceptos

1.- Teoría clásica
La equivalencia entre conceptos y definiciones es la tesis filosófica más antigua en torno a los conceptos. Desde los diálogos platónicos, con Sócrates y su búsqueda de la definición, los filósofos suponen que las definiciones son la forma apropiada de caracterizar el significado de las palabras y categorías. Esto se remonta también a Aristóteles, tratando de precisar la naturaleza de conceptos abstractos como la justicia o verdad, o incluso conceptos fácticos, como la causalidad. En definitiva, los filósofos han tratado desde siempre de construir definiciones.
Los supuestos de la teoría clásica son los siguientes:
§ Los conceptos están bien definidos: todos los miembros del concepto comparten atributos característicos.
§ Homogeneidad interna: los ejemplos de un concepto son equivalentes.
§ Los conceptos son fundamentalmente arbitrarios.
Esta concepción fue criticada cuando se inició el estudio de los conceptos naturales, demostrando que los miembros de un concepto no comparten un conjunto invariable de atributos y que las categorías naturales no son equivalentes.



2.- Teoría de prototipo
Por prototipo entendemos a un concepto que cumple casi todos los requisitos de la categoría para un individuo. Un prototipo es el mejor ejemplo de categoría, es su paradigma. Cuando hablamos de características que podrían explicar la estructura jerárquica de los conceptos, el prototipo representa las descripciones de los componentes comunes de los conceptos. De esta manera, un concepto puede ser un subordinado de otro si sus características son subconjunto de otro. Esta teoría parece explicar mejor la categorización de los fenómenos, porque resume las representaciones explicando la noción de jerarquía y categoría.

3.- Teoría de ejemplares
Esta teoría, propuesta por primera vez por Medin y Schaffer (1978), es radicalmente diferente a las teorías de conceptos precedentes, pues rechaza que las personas tengan una representación que abarque todo un concepto. Es decir, un concepto de PADRE no es una definición que incluye a todos los padres, ni se trata de una lista de características que se encuentran en mayor o menor grado en los padres. Es, en cambio, una representación de “PADRE (ejemplar)”, que abarca lo que la persona recuerda, reconoce y a lo que aspira. En cierto sentido, no existe un verdadero concepto, porque no hay representación que subsuma lo que significa “padre”. El concepto de PADRE podría ser un conjunto de cientos de recuerdos de “padre” que tenemos. Esta teoría prescinde de definiciones y atributos, careciendo así de los problemas de la teoría clásica.

4.- Teoría teorías
Esta teoría propone que los conceptos forman parte de nuestros conocimientos sobre el mundo, pues no podemos aprender conceptos en forma aislada de otros conocimientos, otros conceptos o del mundo. Esta teoría, también conocida como teoría de los conocimientos, señala que las personas no se basan en simples conocimientos (experiencias o informes) para aprender nuevos conceptos, sino que su conocimiento previo es lo más importante, y que éste se utiliza activamente para dar forma a lo que se aprende, infiriendo y agregando información que no se observó en el concepto mismo.

5.- Los conceptos como metáforas
La mayoría de las teorías del concepto consideran, explícita o implícitamente, que el conjunto de información que constituye nuestro conocimiento consiste en algún tipo de representación proposicional (relacionando conceptos). La razón fundamental de ello es que estas teorías se ajustan a la metáfora química de lo mental, considerando que los conceptos son como los átomos o unidades básicas que, cuando se unen, dan lugar a estructuras más complejas.
La metáfora químico-mental, la borrosidad de los límites conceptuales, la subjetividad del prototipo, estereotipo y el ejemplar, así como la importancia del contexto interno y externo de la teoría-teorías, obliga a nuestra investigación a un mayor esfuerzo de comprensión y, posiblemente, a algunas propuestas de solución al fenómeno del concepto.
A partir de esta propuesta, basada en los trabajos de George Lakoff y Mark Johnson (2004), pensamos que los conceptos naturales se transmiten mejor en la comunicación a través de metáforas.
La mayoría de metáforas tienen que ver con la orientación espacial: arriba-abajo, dentro-fuera, delante-detrás, profundo-superficial, central-periférico. Estas orientaciones espaciales surgen del hecho de que tenemos cuerpos de un tipo determinado que funcionan de esta manera en nuestro medio físico. A continuación mostramos algunos ejemplos:
- Feliz es arriba, triste es abajo:
Estoy por los suelos, Estoy hundido, Se me levantó la moral, Caí en una depresión
-Lo consciente es arriba, inconciente es abajo (mamíferos duermen echados)
Ya estoy levantado, Cayó dormido en coma
-Salud y vida son arriba, enfermedad y muerte son abajo
Está en la cima de la salud, Lázaro se levantó de entre los muertos

Tal vez la tesis más interesante de esta teoría es que tenemos nuestro sistema conceptual estructurado a partir de nuestros sentidos y experiencias, y la primera experiencia corporal es que somos un cuerpo recipiente de nuestra conciencia o YO; somos un recipiente de piel y vemos la realidad y las cosas como recipientes. Podemos preguntarnos, entonces, si es que entendemos el concepto como un recipiente, como en la relación de Frege, F (x).

Bibliografía

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Ponencia presentada en el II Congreso Nacional de Estudiantes. Ayacucho- Perú 2009

martes, 15 de septiembre de 2009

¿Por qué nos dividimos en grupos?

A la luz de la percepción codificada y deformada que tenemos del universo real, parecía obvio que la mayor parte de la energía cerebral no se consumía interpretando fielmente lo que percibimos fuera. Resultados más bien pobres de tanto supuesto esfuerzo. Gracias a la neurología, ahora hemos descubierto que el cerebro utiliza gran parte de su energía, simplemente, para predecir, inventar e imaginar, configurando divisiones entre “ellos” y “nosotros”. Estamos contemplando estos días divisiones lamentables y supuestas entre habitantes de distintas comunidades autónomas. O agrupándonos en función de temores y quimeras. La pregunta ahora consiste en descifrar si podremos controlar esta manía cerebral y evitar respuestas irracionales e injustas hacia los demás. Se trataría de reconvertir la maquinaria cerebral para que se ocupara más de reflexionar sobre el futuro que nos espera y bastante menos sobre las cosas, las camisetas, el color de la piel, los dogmas que nos dividen.
Existen personas capaces de dar la vida por un equipo de futbol o quitársela a otros porque son de una etnia o nacionalidad diferente de la suya. Para quienes están lejos de estos conflictos, estas divisiones parecen extrañas. Pero cuando los viven desde dentro, resultan ser determinantes. Desde afuera se parecían el componente absurdo de esas pasiones: “no tienen ningún sentido”, decimos. Pero cuando se trata cosas sobre las que se tiene sentimientos viscerales, no resulta fácil tomar distancia.
Los perros forman manadas y los chimpancés son muy leales a su grupo, pero a diferencia de las personas, estos animales no deciden que los de otro grupo son buenos o malos en función de sus banderas, sino de intereses ciertos como el territorio o la selección sexual. Probablemente, somos la única especie que se comporta de un modo u otro en función de símbolos. Además, todas nuestras filiaciones se solapan. Tenemos más de una manera de clasificarnos: por nación, idioma, sexo o grupo de edad. Es fascinante también constatar que seguimos dividiéndonos en categorías humanas como el género o la etnia, pero no por otros raseros como zurdos o diestros o altos y bajos. Esto sugiere que se trata de una manera especial de pensar. Y el pensamiento, como el alma, esta en el cerebro.
El cerebro vincula el concepto de pertenecía a una categoría humana con un estado fisiológico concreto, emitiendo señales a las células que controlan los flujos hormonales o los latidos del corazón. Desde hace un tiempo ya se sabe que los niveles de testosterona de las personas que compiten en un deporte varían en función si ganan o pierden. Sin embargo, también aumenta en el caso de los seguidores de un equipo de futbol cuando este gana. Probablemente, se ha inflingido mas daño a causa de las lealtades de las personas a una tradición concreta, a una raza o a una religión que a causa del cambio económico. Sin embargo, todo el mundo dice que los ricos y las multinacionales son los culpables de los males que nos afligen, como la diferencia de clases o la pobreza. En una investigación reciente se ha podido comprobar como las personas que no creían en ningún tipo de racismo adscribían adjetivos positivos unos milisegundo antes a una clara blanca que a una cara negra cuando se las hacia desfilar por un video. Más sorprendente me ha parecido que bastase el color de la camiseta o de la gorra. Y además, bueno es saberlo, la gente acaba identificando una determinada cara por el color de la camiseta o del equipo al que pertenece. Se olvida del color que tenía su piel. La separación entre ellos y nosotros se establece ahora en función de la camiseta.

Tomado de: Eduardo Punset, “¿Por qué nos dividimos en grupos?”, en XL semanal, núm. 1.087, 24 de Agosto de 2008, pp. 50

viernes, 7 de agosto de 2009

Esa gentuza

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre. Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida. Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas- el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día. De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Esa gentuza”, en ABC, núm. 1.132, 5 de Julio de 2009, XL semanal, pp. 8

domingo, 2 de agosto de 2009

¿Cocinar nos hace más humanos?

¿De verdad tiene sentido pasarse el tiempo discutiendo si el tipo de humanos que ahora somos – con las uñas cortadas y los pelos de punta cuando nos dan un susto- es exactamente el mismo de hace 1,6 millones de años? ¿O bien, si por el contrario, los homínidos eran ya perfectamente identificables un millón de años antes de esta fecha?
Un millón de años – es decir 2,6 millones de años- eran tan distintos que no podíamos hablar de la misma especie, y sin embargo un millón de años después, tan idénticos que eran nuestros antepasados. ¿Es así? Pues sí. ¿Y que había pasado entre tanto?
Los criterios que supuestamente nos tornaban mas humanos tenían que ver con el tamaño del cerebro, unas veces; con la adopción del sistema motor bípedo en la sabana africana; con el cambio de dieta omnívora; con el sistema de evolución oculta; con ejercer la vida en pareja, en lugar de la promiscuidad; con los primeros asentamientos agrarios; con el nacimiento del lenguaje hablado y, miles de años después del éxito; y con la capacidad de construir maquinas herramienta. “eso si nos distingue del resto de los animales”, afirmaba tajantemente. Pues resulta que es mentira. Lo que nos distingue realmente y propulsa el disparadero de nuestra diferenciación no tiene nada que ver – o mucho menos de lo que se creía- con el tamaño del cerebro; el hombre Neanderthal lo tenia mayor que nuestros antepasados directos, pero parte importantes de aquel cerebro no se utilizaban adecuadamente. La capacidad metafórica que permitía relacionar dominios dispares como el biológico y el de los materiales era más bien el resultado de algo más importante, acaecido con anterioridad, pero no era en si mismo la causa del gran paso adelante. El echar a andar –o mejor, a correr- con dos piernas en lugar de cuatro patas patenta el modelo teórico para ejecutar el mayor despliegue de energía con el menor consumo posible. ¡Que duda cabe de que la asimilación de carne – en lugar de sólo plantas- suministra mayor energía!...Pero nuestros antepasados fueron carnívoros mucho antes que homínidos, como nosotros. La ovulación oculta de las hembras desempeño un papel sucesivamente contradictorio para disminuir los niveles de infanticidio, primero, e inducir el fortalecimiento de la pareja, después. Pero en nada o casi nada definió nuestra condición de humanos igual ocurre con la monogamia, que deja intacta a la especie, pero la hace más perdurable. El habla, en contra de lo que se ha dicho tan a menudo, no nos ha hecho humanos ni la capacidad de fabricar maquinas herramienta para sobrevivir. ¡Que se lo pregunten sino a los chimpancés!
Ha sido Richard Wrangham, profesor de biología y antropología de la Universidad de Harvard, el que ha puesto el dedo en la llaga. Aunque a muchos paleontólogos y fisiólogos les cueste creerlo, resulta que fue la cocina la que nos hizo humanos. Cocinar permite comer cantidades apreciables de alimento sin gran esfuerzo y concentrar recursos dietéticos sin necesidad de grandes establos para conservar el pienso. Te las arreglas perfectamente con un estomago mucho mas pequeño que el del hombre primitivo y el de las vacas. La cocina nos halaga con sabores y nos hace más felices. ¿Qué más queremos? Lo único que hace falta es el fuego. Para ser humanos como nosotros hacia falta cocinar y, por lo tanto, haber descubierto el fuego un poco antes de lo que habíamos creído hasta ahora.


Tomado de: Eduardo Punset, “Cocinar nos hace más humanos”, en XL semanal, núm. 1.057, 27 de Enero de 2008, pp. 52

sábado, 1 de agosto de 2009

Nostalgia del AK-47

Ayer estuve limpiando el Kalashnikov. No porque tenga intención de presentarme en algún despacho municipal, nacional, central o periférico, preguntar por los que mandan y decir hola, buenas, ratatatatá, repártanse estas bellotas. No siempre las ganas implican intención. El motivo de emplearme a fondo con el Tres en Uno y el paño de frotar es más pacífico y prosaico: lo limpio de vez en cuando, para que no se oxide. No me gustan las armas de fuego. Lo mío son los sables. Pero el Kalashnikov es diferente. Durante dos décadas lo encontré por todas partes, como cualquier reportero de mi generación: Alfonso Rojo, Márquez y gente así. Era parte del paisaje. De modo que, una vez jubilado de la guerra y el pifostio, compré uno por aquello de la nostalgia, lo llevé a Picolandia para que lo legalizaran e inutilizaran, y en mi casa está, entre libros, apoyado en un rincón. Cuando me aburro lo monto y desmonto a oscuras, como me enseñó mi compadre Boldai Tesfamicael en Eritrea, año 77. Me río a solas, con los ojos cerrados y las piezas desparramadas sobre la alfombra, jugando con escopetas a mis años. Clic, clac. La verdad es que montarlo y desmontarlo a ciegas es como ir en bici: no se olvida, y todavía me sale de puta madre. Si un día agoto la inspiración novelesca, puedo ganarme la vida adiestrando a los de la ONCE. Que tomen nota, por si acaso. Tal como viene el futuro, quizás resulte útil. El caso es que estaba limpiando el chisme. Y mientras admiraba su diseño siniestro, bellísimo de puro feo, me convencí una vez más de que el icono del siglo que hace ocho años dejamos atrás no es la cocacola, ni el Che, ni la foto del miliciano de Capa –chunga, aunque la juren auténtica–, ni la aspirina Bayer, ni el Guernica. El icono absoluto es el fusil de asalto Kalashnikov. En 1993 escribí aquí un artículo hablando de eso: de cómo esa arma barata y eficaz se convirtió en símbolo de libertad y de esperanza para los parias de la tierra; para quienes creían que sólo hay una forma de cambiar el mundo: pegándole fuego de punta a punta. En aquel tiempo, cuando estaba claro contra quién era preciso dispararlo, levantar en alto un AK-47 era alzar un desafío y una bandera. Se hicieron muchas revoluciones cuerno de chivo en mano, y tuve el privilegio de presenciar algunas. Las vi nacer, ser aplastadas o terminar en victorias que casi siempre se convirtieron en patéticos números de circo, en rapiñas infames a cargo de antiguos héroes, reales o supuestos, que pronto demostraron ser tan sinvergüenzas como el enemigo, el dictador, el canalla que los había precedido en el palacio presidencial. Víctimas de ayer, verdugos de mañana. Lo de siempre. La tentación del poder y el dinero. La puerca condición humana. De ese modo, el siglo XX se llevó consigo la esperanza, dejándonos a algunos la melancólica certeza de que para ese triste viaje no se necesitaban alforjas cargadas de carne picada, bosques de tumbas, ríos de sangre y miseria. Y así, el Kalashnikov, arma de los pobres y los oprimidos, quedó como símbolo del mundo que pudo ser y no fue. De la revolución mil veces intentada y mil veces vencida, o imposible. De la dignidad y el coraje del hombre, siempre traicionados por el hombre. Del Gran Combate y la Gran Estafa. Y ahora viene la paradoja. En este siglo XXI que empezó con torres gemelas cayéndose e infelices degollados ante cámaras caseras de vídeo, el Kalashnikov sigue presente como icono de la violencia y el crujir de un mundo que se tambalea: este Occidente viejo, egoísta y estúpido que, incapaz de leer el destino en su propia memoria, no advierte que los bárbaros llegaron hace rato, que las horas están contadas, que todas hieren, y que la última, mata. Pero esta vez, el fusil de asalto que sostuvo utopías y puso banda sonora a la historia de media centuria, la llave que pudo abrir puertas cerradas a la libertad y el progreso, ha pasado a otras manos. Lo llevaban hace quince años los carniceros serbios que llenaron los Balcanes de fosas comunes. Lo empuñan hoy los narcos, los gangsters eslavos, las tribus enloquecidas en surrealistas matanzas tribales africanas. Se retratan con él los fanáticos islámicos cuyo odio hemos alentado con nuestra estúpida arrogancia: los que pretenden reventar treinta siglos de cultura occidental echándole por encima a Sócrates, Plutarco, Shakespeare, Cervantes, Montaigne o Montesquieu el manto espeso, el velo negro de la reacción y la oscuridad. Los que irracionales, despiadados, hablan de justicia, de libertad y de futuro con la soga para atar homosexuales en una mano y la piedra para lapidar adúlteras en la otra; mientras nosotros, suicidas imbéciles, en nombre del qué dirán y el buen rollito, sonreímos ofreciéndoles el ojete. Lástima de Kalashnikov, oigan. Quién lo ha visto. Quién lo ve.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Nostalgia del AK-47”, en ABC, núm. 1.100, 23 de Noviembre de 2008, XL semanal, pp. 8

domingo, 26 de julio de 2009

¿Cómo hemos conseguido evolucionar?

No quisiera confundir al lector sugiriéndole que los grandes aciertos, la complejidad misma de la evolución tanto el resultado fascinante de fusionar en el futuro la biología con la tecnología, se los debemos al cerebro. En realidad ha ocurrido exactamente lo contrario. Como esta sugiriendo Gary F. Marcus, profesor de Psicología de la ciudad de Nueva York, basta con dar una experiencia básica de la memoria, la toma de decisiones, la felicidad y el lenguaje para comprobar los mil y un defectos de la mente.
Las innovaciones mas espectaculares y trascendentales de la historia de la evolución, la supervivencia de la especie cuando todo apuntaba a su fin, no fue obra de ningún cerebro, sino de la intuición de unos microbios recién llegados dos mil millones de años después de la formación de la Tierra y el sistema solar.
Fue una hazaña bimolecular hilvanada por un pacto entre una bacteria y una célula huésped del reino vegetal. Con toda seguridad, si el futuro tiene salvación, llegara de nuevo de profundizar en el conocimiento de las posibilidades del mundo molecular. Otra hazaña de la evolución se la debemos a las plantas que habrían inventado la fotosíntesis, la posibilidad de arrancar su propio sustento de la luz del sol; no de los rayos más radioactivos, sino de los haces de luz más suaves y transparentes. Los cloroplastos con los que las plantas fabrican alimentos para si mismos son, en realidad, cianobacterias alojadas en las células de las plantas. Ningún contrato de asociación ha resultado tan decisivo como este para la vida en el planeta. En el contexto del pensamiento heredado, que relega injustamente a las plantas y al resto de los organismos a un segundo plano en el motor de la evolución, es conveniente recordar que el descubrimiento mas grande se lo debemos a unos microbios llamados cianobacterias con los que las plantas fabrican su propio alimento, sin necesidad de depredar a otros organismos. Todo ello requiere mucho aprendizaje y memoria genética, indispensable para que las plantas puedan florecer en el momento debido, gestionar bien el tiempo y, en definitiva, como apunta el zoólogo Colin Tudge, desplegar su inteligencia no cerebral. Tendemos a pensar que todo lo que hacen los árboles es crecer y dar sombra, para una inmensa mayoría,, los árboles solo han servido para asentar un proverbio centenario: “Los árboles no le dejan ver el bosque”, se dice de quien en aras del amor a los detalles cotidianos se olvida del proyecto global. En diversos análisis sobre las dimensiones de la felicidad ha quedado bien claro, no obstante, que lo mas frecuente es que la obsesión equivocada por el proyecto globalizador impida disfrutar de los detalles de la vida cotidiana; de manera que al echar en cara a alguien que “el árbol no le deja ver el bosque”, los testigos – si los hubiera- podrían musitar. “¡Menuda suerte la de no perder de vista los detalles del árbol, a pesar de la seducción ejercida por el bosque!”. Es un error que no comete el resto de los mamíferos.
Los árboles son los seres vivos más altos y más viejos que conocemos. Cada uno es un pequeño ecosistema con miles de organismos en interacción. La alianza entre una bacteria y la planta permitió la fotosíntesis; “vivir del aire”, literalmente, en lugar de depredarlos organismos más complejos a los más simples. Sin la fotosíntesis se habría interrumpido la evolución. Un ejemplo más de que, en la naturaleza, la cooperación es una fuerza tan poderosa como la competición. Si las plantas o los animales fueran por la vida solo compitiendo, intentando desbancar a todos los demás, fracasarían. Su éxito también depende de que sepan cooperar.

Tomado de: Eduardo Punset, “Cómo hemos conseguido evolucionar”, en XL semanal, núm. 1.120, 12 de Abril de 2009, pp. 56

jueves, 23 de julio de 2009

¿Para que sirve el cerebro?



Hace tiempo descubrimos que no bostezábamos. Necesariamente, para oxigenarnos; resulta que el bostezo es uno de los pocos rasgos atrabiliarios heredados de especies antecesoras nuestros como los chimpancés. El bostezo no sirve para nada- no entra más oxigeno, como creen a menudo las personas, desperezándose y bostezando-.
Cuesta creerlo, pero es así. Ahora bien, si yo les digo que el cerebro tampoco sirve para nada o, más bien que a estas alturas todavía no sabemos para que sirve, seguro que no me creen. No obstínate, cuando se mide la cantidad de energía, en este caso de oxigeno, que consume el cerebro de un individuo cuando intenta resolver un arduo problema matemático, pues resulta que apenas consume nada, ni le molesta si acaso, le distrae de otras ocupaciones que no sabemos cuales son. ¿En que consume el 20 por ciento de la energía total disponible de este órgano misterioso que sólo representa el dos por ciento del peso promedio de una persona? Desde luego no en darnos una visión perfecta del mundo exterior. No nos la da y con razón. Recibe señales distorsionadas del sistema visual, auditivo, olfativo, táctil y gustativo, con las que reconstruye a su manera el mundo de afuera. El gran neurólogo Marcus Raichle y su equipo han descubierto que menos del diez por ciento de todas las sinapsis, es decir, los mensajes entre neuronas, acarrea información sobre el mundo exterior. ¿A que se dedica entonces su vida el cerebro? A la luz de lo que antecede es lógico que a mis amigos neurólogos siempre les repita la siguiente pregunta. ¿Es cierto, como decís algunos de vosotros, que el cerebro es el órgano más sofisticado, no sólo del planeta, sino de todo el universo? O, por el contrario, ¿me tengo que creer a aquellos de vosotros que os referís al cerebro como aun órgano extremadamente imperfecto fruto de la evolución y el miedo? ¿En que quedamos? ¿El cerebro es fabuloso o es mediocre?
Es cierto que al cerebro le hemos entregado las llaves de todos los resortes corporales. En términos evolutivos se ha pasado de una situación en la que unas mandíbulas, unos brazos y unos caparazones portentosos se apoyaban en un cerebro diminuto a una fase como la actual en la que un cuerpo diminuto, incluido el estomago y los sistemas defensivos, no sólo se apoya en un cerebro sobredimensionado, sino que se deja dirigir por él. Será por algo.
Así y todo subsisten enormes dudas. O si se quiere, somos conscientes de que apenas estamos empezando a saber algo de lo que nos pasa por dentro. ¿Cual es la siguiente duda? Pues que los neurólogos como Marcus Raichle, que están profundizando ahora, por primera vez, en que consume el cerebro la cuantiosa energía que gasta, nos están dando una respuesta cuestionada también por otros científicos. Veamos.
El cerebro utilizaría su energía en barajar los elementos constitutivos de la memoria y así predecir lo que va a ocurrir en el futuro. El cerebro serviría, sobre todo, para alertar e imaginar lo que nos viene encima. Ahora bien, volvemos a movernos en aguas extremadamente movedizas. Uno de los consensos mantenidos hasta ahora por la comunidad científica ha sido que hemos sido muy malos predictores del futuro. Grandes especialistas como Nassim Taleb, autor del best-seller El cisne negro –los cisnes suelen ser blancos-, han demostrado lo mediocres que somos cuando se trata de imaginar lo que va a ocurrir mañana. La prueba más innegable es la actual crisis económica mundial. Afortunadamente, la revolución tecnológica iniciada a comienzos de los años 70 esta permitiendo contemplar lo que pasa en el cerebro “en directo”. Falta muy poco para saber el final de la película.

Tomado de: Eduardo Punset, “Para qué sirve el cerebro”, en XL semanal, núm. 1.117, 22 de Marzo de 2009, pp. 50

jueves, 16 de julio de 2009

Cervantes, esquina a León

Me gusta la calle Cervantes de Madrid. No porque sea especialmente bonita, que no lo es, sino porque cada vez que la piso tengo la impresión de cruzarme con amistosos fantasmas que por allí transitan. En la esquina con la calle Quevedo, uno se encuentra exactamente entre la casa de Lope de Vega y la calle donde vivió Francisco de Quevedo, pudiendo ver, al fondo, el muro de ladrillo del convento de las Trinitarias, donde enterraron a Cervantes. A veces me cruzo por allí con estudiantes acompañados de su profesor. Eso ocurrió el otro día, frente al lugar donde estuvo la casa del autor del Quijote, recordado por dos humildes placas en la fachada –en Londres o París esa calle sería un museo espectacular con colas de visitantes, librerías e instalaciones culturales, pero estamos en Madrid, España–. La estampa del grupo era la que pueden imaginar: una veintena de chicos aburridos, la profesora contando lo de la casa cervantina, cuatro o cinco atendiendo realmente interesados, y el resto hablando de sus cosas o echando un vistazo al escaparate de un par de tiendas cercanas. Cervantes les importa un carajo, me dije una vez más. Algo comprensible, por otra parte. En el mundo que les hemos dispuesto, poca falta les hace. Mejor, quizás, que ignoren a que sufran. Pasaba junto a ellos cuando la profesora me reconoció. Es un escritor, les dijo a los chicos. Autor de tal y cual. Cuando pronunció el nombre del capitán Alatriste, alguno me miró con vago interés. Les sonaba, supongo, por Viggo Mortensen. Saludé, todo lo cortés que pude, e hice ademán de seguir camino. Entonces la profesora dijo que yo conocía ese barrio, y que les contase algo sobre él. Cualquier cosa que pueda interesarles, pidió. La docencia no es mi vocación. Además, albergo serias reservas sobre el interés que un grupo de quinceañeros puede tener, a las doce de la mañana de un día de invierno frío y gris, en que un fulano con canas en la barba les cuente algo sobre el barrio de las Letras. Pero no tenía escapatoria. Así que recurrí a los viejos trucos de mi lejano oficio. Plantéatelo como una crónica de telediario, me dije. Algo que durante minuto y medio trinque a la audiencia. Una entradilla con gancho, y son tuyos. Luego te largas. «Se odiaban a muerte», empecé, viendo cómo la profesora abría mucho los ojos, horrorizada. «Eran tan españoles que no podían verse unos a otros. Se envidiaban los éxitos, la fama y el dinero. Se despreciaban y zaherían cuanto les era posible. Se escribían versos mordaces, insultándose. Hasta se denunciaban entre sí. Eran unos hijos de la grandísima puta, casi todos. Pero eran unos genios inmensos, inteligentes. Los más grandes. Ellos forjaron la lengua magnífica en la que hablamos ahora.» Me reía por los adentros, porque ahora todos los chicos me miraban atentos. Hasta los de los escaparates se habían acercado. Y proseguí: «Tenéis suerte de estar aquí –dije, más o menos–. Nunca en la historia de la cultura universal se dio tanta concentración de talento en cuatro o cinco calles. Se cruzaban cada día unos y otros, odiándose y admirándose al mismo tiempo, como os digo. Ahí está la casa de Lope, donde alojó a su amigo el capitán Contreras, a pocos metros de la casa que Quevedo compró para poder echar a su enemigo Góngora. Por esta esquina se paseaban el jorobado Ruiz de Alarcón, que vino de México, y el joven Calderón de la Barca, que había sido soldado en Flandes. En el convento que hay detrás enterraron a Cervantes, tan fracasado y pobre que ni siquiera se conservan sus huesos. Lo dejaron morir casi en la miseria, y a su entierro fueron cuatro gatos. Mientras que al de su vecino Lope, que triunfó en vida, acudió todo Madrid. Son las paradojas de nuestra triste, ingrata, maldita España». No se oía una mosca. Sólo mi voz. Los chicos, todos, estaban agrupados y escuchaban respetuosos. No a mí, claro, sino el eco de las gentes de las que les hablaba. No las palabras de un escritor coñazo cuyas novelas les traían sin cuidado, sino la historia fascinante de un trocito de su propia cultura. De su lengua y de su vieja y pobre patria. Y qué bien reaccionan estos cabroncetes, pensé, cuando les das cosas adecuadas. Cuando les hacen atisbar, aunque sea un instante, que hay aventuras tan apasionantes como el Paris-Dakar o mira quien baila, y que es posible acceder a ellas cuando se camina prevenido, lúcido, con alguien que deje miguitas de pan en el camino. Le sonreí a la profesora, y ella a mí. «Bonito trabajo el suyo, maestra», dije. «Y difícil», respondió. «Pero siempre hay algún justo en Sodoma», apunté señalando al grupo. Mientras me alejaba, oí a algunos chicos preguntar qué era Sodoma. Me reía a solas por la calle del León, camino de Huertas. Desde unos azulejos en la puerta de un bar, Francisco de Quevedo me guiñó un ojo, guasón. Le devolví el guiño. La mañana se había vuelto menos gris y menos fría.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Cervantes, esquina León”, en ABC, núm. 1.114, 1 de Marzo de 2009, XL semanal, pp. 8

martes, 14 de julio de 2009

Una de panchitos

Cada vez que voy al Museo Naval junto al cuartel general de la Armada, donde los infantes de marina, vestidos con uniforme de camuflaje, siempre son tipos con cara de indio. Eso me dispara la sonrisa cómplice, recordándome Nicaragua y El Salvador, cuando fulanos idénticos a éstos, con uniformes parecidos, se daban estopa con valor y crueldad inauditos. A pesar de las apariencias, esos tíos bajitos con cara de llamarse Atahualpa son extraordinarios soldados, bravos hasta lo increíble, duros y orgullosos de cojones. Lo que pasa es que como son chiquitos y con ese hablar suave despistan. Sobre todo si van en moto de mensaka con el casco a lo Pericles, o pasean el Domingo con la familia por el parque del Oeste. El golpe de vista engaña mucho. Pero quien sepa leer en los ojos de la gente, que los mire bien. Y si no, que lea a Bernal Díaz del Castillo.
Esto viene al hilo de una carta reciente. Comentando un artículo mío, en el que contaba cómo un comanche pasado de agua de fuego me llamo cabrón y del Pepé por llevar corbata, un lector torpe interpretando sujeto, verbo y predicado, concluye con la siguiente frase: “Hay que joderse con los panchitos”. Y para qué los voy a engañar. Ese equivocado compadreo me fastidia un poco. Sobre todo porque mi comunicante no entendió una puta línea. Así que voy a intentar explicarlo algo más claro.
En mi opinión, si alguien tiene derecho a estar en España – lo tiene, claro, mucha otra gente- son los emigrantes hispanoamericanos, sean mestizos o indios puros como la madre que los parió. Porque son nuestros, o sea. Somos nosotros. Me troncho cuando aquí decimos que, a diferencia de los anglosajones, los españoles no exterminaron a los indígenas y se mezclaron con ellos. Cuando lees la letra pequeña de las relaciones de Indias, adviertes que los españoles –mis abuelos se quedaron aquí, ojo- fueron a América buscar oro y a calzarse indias. Y si no exterminaron a los indios, fue porque necesitaron esclavos para las minas y criados para las casas. A cambio, es cierto, los de allí obtuvieron una lengua hermosa y universal. Pero la pagaron cara, y la pagan con la herencia de la corrupción y desbarajuste que la estúpida y egoísta España dejo atrás. Cierto es que llevan doscientos años reventándose solos, sin nuestra ayuda. Pero nadie históricamente lucido puede olvidar la culpa original. Una responsabilidad que, por otra parte, hace babear a políticos analfabetos y elementales ante golfos populistas que, bajo el poncho de la retórica, tomaron el relevo en el arte de chulear y estafar a su gente. Ahora vienen, buscando futuro, al sitio natural donde los trae la lengua que se les dio y de la religión que se les impuso. Vienen a donde tienen derecho a venir, trayendo sangre nueva. Ilusión, capacidad de trabajo, ideas y coraje, con la determinación de quien no tienen nada que perder. Llegan como carne de cañón, a comerse los más duros trabajos de esta España con la que soñaron. Su error es creer que llegan a Europa. A un sitio que imaginaban civilizado, culto, con políticos decentes y valores respetables. Pero encuentran lo que hay: demagogia, picaresca y poca gana de currar. Y además, la crisis. Así en cuanto se espabilan, algunos se españolizan. Aprenden a mimetizarse con el entorno, a esforzarse lo justo. A ser lo grosero que en su tierra nunca fueron nunca. A despreciar a estos españoles maleducados que tanto aire se dan pese a se una puñetera mierda, incapaces de valorar lo que tienen y lo que podrían tener.
Descubren también la clave mágica española: el victimismo.
Aprenden pronto a explotar la mala conciencia y lo políticamente correcto, a montar pajarracas sabiendo que nadie va a negarles, como a los moros y a los negros, el derecho a exigir incluso más de lo que exigen los propios españoles. En todo caso se les dará, no por sus meritos de trabajo, educación o cultura, que a menudo los tienen, sino por el que diran, por el no vayan a creer que soy racista, o lo que sea. Y a eso, algunos –no todos, pero no pocos -suman malas costumbres que traen de allí: la afición de ponerse hasta arriba de alcohol, a conducir mamado hasta las patas, y la tradicional bronca de fin de semana, tirando de arma blanca o de otro calibre; con ese orgullo valiente y peligroso del que hablaba antes, y que lo mismo puede ser una virtud que una desgracia, cuando no se maneja con cabeza. Y mientras, las autoridades que deberían acogerlos y educarlos, planificando para ellos una España futura, inevitable y necesaria, emplean su tiempo y nuestro dinero en contaminarlos de la sarna política al uso, adobada con la más infame demagogia. En atraerlos a su puerco negocio, halagándolos de manera bajuna y jugando con ellos el trile de los votos, sin que importen a nadie su pasado, su presente o su futuro. Haciendo lamentar, a los lúcidos, que la suya sea el español y no otra lengua que les permita irse a otro país que de verdad sea Europa.

Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Una de panchitos”, en ABC, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, XL semanal, pp. 8

lunes, 13 de julio de 2009

El baile y la eterna juventud

Beneficios de la danza
El baile y la eterna juventud
Estudios recientes prueban que mover el cuerpo al compás de la música beneficia nuestro cerebro: mejora la memoria, la planificación, la concentración…Y, por si fuera poco, activa los mismos centros de placer que el sexo ¿Bailamos?

A veces la ciencia se inspira en los que podría ser sólo un chiste. Snowball [en inglés, “bola de nieve”] es una cacatúa, un pájaro blanco, al borde de un sillón que mueve la cabeza, levanta sus patitas y abre la cresta con pasión al ritmo de su canción favorita, Everybody, de los Back Street Boys. Su baile se ha convertido en un fenómeno en Internet, pero también ha modificado la manera en que los neurocientíficos entienden los procesos asociados a la percepción de la música y el movimiento rítmico. Si aun no sabe de qué le hablamos, entre en youtube y escriba cacatúa. No se moleste en buscar el truco, porque no lo hay.
Cuando Aniruddh Patel, investigador de la Jolla, California, descubrió s Snowball, no vio, como nosotros, un pájaro haciendo su numerito, sino una contradicción con la tesis darwinista de que solo los cerebros humanos están predispuestos a la danza.
Patel contacto con la dueña del animal para descartar asila posibilidad de que la cacatúa se moviese por imitación. Snowball realmente bailaba, aunque con el ritmo y la sincronización de un niño de cuatro años. Para el investigador, esta habilidad está presente en los pájaros, pero no en nuestros “hermanos” los primates, ya que la capacidad de bailar se asocia con nuestras habilidades vocales.

“Los humanos y los loros – explica- son de las pocas especies con un cerebro preparado para el aprendizaje vocal, capaz de escuchar sonidos y coordinarlos con movimientos complejos (labios, lengua, cuerdas vocales) con el fin de reproducirlos. Otros animales, como los delfines, las focas y las ballenas, tienen la misma capacidad, por lo que también deberían poder bailar, aunque aun no lo sepan.”

Según Patel, su descubrimiento nos abre a importantes avances sobre la compleja relación neuronal entre los sistemas auditivo y motor, lo que podría ayudar a desentrañar enfermedades como el parkinson. Su investigación ha sido valorada por The New York Times como una de las más importantes del 2009, si bien otros científicos dudan de sus conclusiones. Entre ellos, Lawrence Parsons, de la Universidad de Sheffield, del Reino Unido: “si existe consenso científico en que sólo los humanos somos capaces de hacerlo, es porque no se ha visto a ningún otro animal que baile en su medio natural”.

La danza es un comportamiento

Humano universal asociado con rituales de grupo, una acción motriz que responde a sensaciones internas o a estímulos externos, pero, ante todo, es un placer. Personas de distintas edades y condición física pueden bailar durante horas en una fiesta sin sentirse agotado gracias a la adrenalina y la serotonina que sus cuerpos generan durante la danza. De hecho, según el neurólogo de la Universidad de Columbia John Krakahuer: “la realización de movimientos coordinados estimula nuestro centro de recompensa cerebral”. Bailar pone en funcionamiento los mismos centros cerebrales que despiertan el placer del sexo o de una buena comida, una razón evolutiva parar que esta forma de expresión haya perdurado en el tiempo.



Lo curioso es que se producen
Efectos similares cuando sólo somos espectadores. Programas de televisión como Mira quien baila entusiasman a la audiencia también por razones científicas, ya que cuando vemos danzar a alguien se activan las mismas zonas del cerebro que lo harían si fuéramos nosotros los bailarines. Las responsables de este efecto son las neuronas espejo, una serie de células nerviosas que residen en el área motora del cerebro y que provocan nuestra emoción cuando un bailarín interpreta una pieza cargada de sentimiento.

Según este estudio en Institute College of London, atletas y bailarines podrían continuar entrenando mentalmente cuando sufren una lesión física gracias a éste efecto empático. Al fin y al cabo, gran parte de lo que somos capaces de hacer lo hemos aprendido imitando a los demás, para lo cual se requiere una gran dosis de atención.
La música y el ritmo son el mejor ejercicio para que los diferentes sistemas cerebrales se armonicen y sean eficientes los unos con los otros. Parsons ha demostrado que bailar mejora la memoria operativa, la planificación ejecutiva, la habilidad en la realización de multitareas y la concentración. Para corroborarlo, un estudio de la Universidad de Washington observó mejoras importantes en enfermos de párkinson tras 20 clases de tango. Esta enfermedad produce pérdidas de neuronas en el ganglio basal, lo que interrumpe su comunicación con la corteza motora y provoca rigidez y movimientos inconcientes. Gracias al tango, estos movimientos se redujeron.
Además de proporcionar placer
Físico y ayudar a la coordinación y la planificación, la danza tiene efectos psicológicos positivos, ya que a través de ella somos capaces de expresar nuestros sentimientos y comunicarnos con los demás. Basándose en principio de que mente y cuerpo son inseparables, la danzaterapia – una corriente liderada por bailarinas y psicólogas -surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Esta rama e la psicoterapia se ha convertido hoy en una disciplina con reconocimiento universitario y se aplica tanto para tratar a niños autistas, o con dificultades motoras, como para resolver problemas de pareja o depresión.

“Usamos el movimiento como medio de comunicación e introspección – explica Hilda Wengrower, directora académica del Master en Terapia a través del Movimiento y la Danza, que imparte la Universidad de Barcelona-. Bailar tiene un aspecto catártico de liberación y alivio, y por si sólo es positivo, pero no es suficiente para curar. En danzaterapia queremos conocer la razones que nos llevan a necesitar una catarsis, vamos un poco más lejos.”
Este método se ha revelado especialmente eficaz en los casos de anorexia y bulimia, ya que aúna la acción sobre la palabra y el cuerpo. “la imagen interna que cada ser humano tiene de su físico esta compuesta por aspectos neurológicos, cognitivos y emocionales, conscientes e inconscientes. Uno de nuestros objetivos terapéuticos es que cada persona tenga de sí una imagen más real, que se conozca a través del movimiento.”

Los danzaterapeutas establecen con su paciente lo que denominan un “dialogo kinestesico”, y son capaces de diagnosticarlo observando su contracción muscular, respiración, ritmo, postura y forma de moverse. “Las emociones son siempre corporales”, dice Hilda Wengrower. Y es que, sin duda, nuestra manera de bailar nos delata, pero también nuestra forma de no hacerlo. Los especialistas creen que todos podemos bailar, entonces ¿Por qué son tantos los que se sienten incapaces? ¿Por qué hay tantos cuerpos de palo, convencidos de que la danza es cosa de brasileños o africanos? Por una cuestión meramente educacional. Según el neurocientífico Lawrence Parsons, “no hay estudios científicos que determinen diferencias en el cerebro de dos humanos con más o menos habilidad para bailar, para la muisca, para las matemáticas o para el razonamiento. En la mayoría de los casos, ser mejor sólo depende de haber tenido un entrenamiento temprano en la practica de esa disciplina”. A partir del año, todos los niños, sin excepción, responden a la música moviéndose rítmicamente. Es natural, pero llega un momento en que algunos reprimen ese instinto y se bloquean.

El baile es otro modo de comunicación, otro lenguaje, por eso las personas con dificultades para expresar o sentir emociones son las que encuentran más dificultad para dejarse llevar por la danza. Los que prefieren no hacerlo se están perdiendo la posibilidad de sincronizarse con otro más allá de lo racional, la oportunidad de expresarse libremente, de generar endorfinas y adrenalina durante horas, de recitar su memoria y mejorar su capacidad de coordinación y planificación. ¿De verdad se lo quiere perder?

Un movimiento divino
A lo largo de la historia la danza ha sido un reflejo de cómo el hombre ha vivido sus experiencias emocionales, espirituales o, incluso, religiosas.
1. La “movida” rupestre
Las pinturas rupestres muestran que hace ya 20.000 años bailábamos. Una habilidad, según los neurólogos, tan antigua como la de correr o andar. Se cree que es también nuestra primera expresión artística.
2. El baile de la transformación
En su magnifico Diccionario de símbolos, Juan Eduardo Cirlot define el baile como un “rito rítmico”, “el intento de modificar por el movimiento y la sacudida una situación estática. Los bailes en ronda exponen un simbolismo colectivo, quizá solar”.
3. Bailando en las iglesias
En los primeros tiempos de la Iglesia en Europa, el culto incluía la danza, pero pronto fue proscrita y relegada a los ritos y las fiestas de las clases bajas por considerarse pecaminosa.
4. Luis XIV, académico de la danza
En el renacimiento, la danza recupero su prestigio y entró en la corte como instrumento de propaganda. Luis XIV creó la primera Academia Real de la Danza en 1661, y no sólo la apoyo como mecenas, sino que él mismo fue un gran bailarín.
5. Palabra de ilustrado…
Voltaire sencillamente pedía: “Déjennos leer y déjennos bailar, dos entretenimientos que nunca harán daño al mundo”.

Coreografía de la salud
Un giro a su vida

El cerebro: además de aumentar el flujo de sangre, puede reducir el riesgo de alzhéimer y muchas otras demencias entre los ancianos.
La personalidad: potencia el desarrollo de los vínculos sociales de bienestar psicológico, motiva y aumenta la autoconfianza
Los brazos: al igual que los hombros y la espalda, se tonifican y adquieren firmeza
El corazón: disminuye el riesgo de enfermedad coronaria, ayuda a bajar el colesterol y a controlar la hipertensión y la diabetes. Con media hora de baile quemamos 190 calorías.
Los pulmones: el movimiento provoca una mejor oxigenación del aparato respiratorio y el consecuente aumento de la capacidad pulmonar
La zona pélvica: al tonificar la zona pélvica, se evitan muchos problemas posparto o relacionados con disfunciones o con la edad, como problemas sexuales, incontinencia o estreñimiento.
Las piernas: se vuelven más elásticas y veloces. Las pantorrillas se tonifican. Además, al fortalecerse las piernas, se mejora la circulación y el retorno venoso.

Los tobillos: favorece la relación peso equilibrio, da control y uso de la energía corporal, ayuda a la orientación y brinda plasticidad.

Tomado de: Isabel Navarro, “El baile y la eterna juventud”, en XL semanal, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, pp. 60-64

viernes, 3 de julio de 2009

Odisseass puess...

http://www.youtube.com/watch?v=GXGYBybj5qoHay tanto que uno carga y lleva, y sobre esto decia Manolo Garcia que hay tiempos en que las experiencias ya no serán carga sino bagaje y que los sentimientos se acunan en los vertices del tiempo. En momentos como este lo veo tan claramente como los amanaceres del mar, precisamente si duermes al lado del mar, veras que es el paisaje más oscuro y uniforme que te puedas imaginar pero al amanecer no hay obstaculos naturales ni humanos que mezquinen el horizonte.El mar siempre invita, a adentrarse a él indefinidamente y sabemos lo que eso significa, ese caldo primitivo de donde venimos, es mortal para nosotros, ya no podemos volver a ella, a nuestros origenes, a nuestra madre. Ese mar que albergo todas las especies anteriores al ridiculo animal humano, y que albergara a todas las especies que estaran despues de nosotros, a esa insustancial sustancia que estara en todo lugar del universo donde haya vida y viceversa. Desde antes que el hombre acuñara el tiempo en días como decia Borges...y Ahi en medio donde se lame tierra y mar, muerte y vida, en la playa...dicen que durante años de guerra el semidios inmortal, Aquiles asedio a Troya, durante años durmio en la playa con su espada y a la mañana una, dos, incontables batallas, viendo morir a sus amigos y todo por una mujer ajena y un París, Salomon si de algo cierto tiene el antiguo Testamento...Dios mio!!! es que en verdad todo es vanidad, peor aún, vanidad humana, vanidad racional.El hijo de Tetis -nereida del mar-no sobrevivio a la guerra, murio coherentemente absurdo porque al saber que moriria ese dia si presentaba batalla, respondia que " preferia morir con gloria que sobrevivir y ser peso inutil en la tierra". El que su madre quizo que fuera inmortal con ayuda de los dioses, se hizo inmortal asimismo, como Beethoven.Otro musico inmortal, Orfeo, el que con su arte y arpa conmovio al mismo dios de los infiernos , por amor a Euridice, de cual final triste no me quiero ocupar.Pero habia otro que no tenia ni fortaleza, ni sangre divina en sus carnes, ni arte, ni habilidades. Ese del caballo de Troya, ese Nadie que asesino al ciclope 20 veces mayor que él -sin pelear- ESe que su vanidad , ese de la infinita confianza en la inteligencia humana, que pensó más infinita que el mar, ese que por su desafio maldijo Poseidon, condenandolo a no retornar a su hogar, Itaca del cual partio poco tiempo despues de casarse con la bella Penelope y cuyo lecho tallado por el mismo en mitad del tronco de un arbol, donde ya jugaba su hijo, dejo atras junto a la riqueza, al amor y renunciando a ver crecer a su niño. Veinte años demoro en volver, durante ese tiempo batallo y fue seducido, amado y recluido por semidiosas y Hechiceras, que lo embrujaron y le ofrecieron placeres infinitos, riquezas, la inmortalidad.Sin embargo, Ulyses solo miraba al mar, al otro extremo de él, la mujer que amaba, y sólo con una pequeña balsa se enfrentaba al furioso oceano, el cual lo tenia maldito y condenado a jamás cruzarlo...pero él, lo intentaba , una y otra vez...veinte años Penélope lo espero tambien esos años, asediada por reyes y principes, tejiendo y destejiendo sueños en su mente?como decia Serrat...al final Penélope musito: Tú no eres quien yo esperoCaminante se hace camino al andar...empiezo a aceptarlo -es mi destino, puesto que siemrpe he querido ser Ulyses, el Ulyses griego, el Ulyses de Joyce...el eterno Ulyses...que no tiene más que su astucia y a Atenea por protectora. A mi las brisas del mar como sirenas me acarician y enredan, invocan mi deseo de libertad, como a los indios de chocolat, como a Ulyses...debo marcharme, estoy maldito, condenado a errar...he querido ser siempre él, la vida me ha forzado a ser él, a abandonar siempre lo que más quiero. De niño en mis mañanas muertas del colegio, empachaba los cuadernos con ojos y cascos, cascos griegos de guerra, era un premonicion...pues no eras tú Penélope, y yo sí soy Ulyses...antes de irme debo ver el Mediterraneo, despedirme de ti y de mi. Me he pasado la vida muriendo, como todos, pero soy conciente y al Universo le importa sólo que retorne ya! lo prestado, mis carnes y mis aguas http://www.youtube.com/watch?v=G_pGuEaRctY Me despido sabiendo que decir adiós aqui, es decir hola en otro tiempo. En fin...ya es tiempo http://www.youtube.com/watch?v=S0yL1RVvR24 tantas veces me he enamorado, tantas veces me he desilusionado. En fin...ya es tiempo Pase lo que pase esto será asi, tantas veces tarareee, tararee, y rumie y rumietantas veces te busque, ahora me inquieta aquel maravilloso secreto que me espera, ¿que tesoro inimaginable me magnetiza?...la razon es metafora, el mundo entero es metafora...entenderas esto mejor con la musica, que tambien es metafora.adios, hasta pronto a todos...cuando los conoci me parecio conocerlos desde siempre y sentia confirmar mis memorias. Mucha suerte a todos. Tal vez en tierras de otra lenguas, pueda yo entenderme. No soy eterno, y pienso agradecer eso pues cada accion mia será unica e irrepetible, sólo mia. Es mi unica oportunidad de ser feliz. Seguramente el inconmensurable e inexorable oceano me vomite a mil desiertas playas. Soy un naufrago, un viernes entre millones de Robinsos.http://www.youtube.com/watch?v=Lj-W6D2LSlo Tengo el espiritu anciano, desde niño...se me nota en la cara no?pues yo noto todo en la tuya...siempre he sido un extraño, un inadaptado, todo filosofo tiene la obligacion de serlo http://www.youtube.com/watch?v=8pPYKI8LPxE&feature=related Pues mochila al hombro, mirada perdida para ver más alla de mis pasos, y alegria, ante todo, aunque el cuerpo desfallezca el espiritu debe triunfar, es nuestra unica posibilidadhttp://www.youtube.com/watch?v=9zdEXRKJSNY al que tenga entendimiento que entienda...ya suenan mis pasos, se termina el tiempohttp://www.youtube.com/watch?v=UrvgwRHut7shttp://www.youtube.com/watch?v=ioYNRGl9pfohttp://www.youtube.com/watch?v=57XnpFb4baQhttp://www.youtube.com/watch?v=AjAYAUxKPv0http://www.youtube.com/watch?v=k42TLq8qScAhttp://www.youtube.com/watch?v=J5VNGZ-j27Uame tanto a este absurdo pueblo...y ahora lo amo más, pues son humanos (niños) al final de todo, pero creo que en frances me entenderas david. http://www.youtube.com/watch?v=VJ-SFU27liQ ...david aaahhh el himno a la alegria, si tan sólo yo fuera gente, si fuera no tan sólo humano, sino animal, si tan sólo fuera yo un gusano o una roca, tal vez pudiera entenderlos y aceptarlos tal vez pudiera perdonarles....http://www.youtube.com/watch?v=e9cno71jklc si tan sólo yo fuera lo suficientemente fuerte podria yo perdonarme, pero ni fuerte ni inteligente...tan solo un naufrago que no sabe nadar...