domingo, 2 de agosto de 2009

¿Cocinar nos hace más humanos?

¿De verdad tiene sentido pasarse el tiempo discutiendo si el tipo de humanos que ahora somos – con las uñas cortadas y los pelos de punta cuando nos dan un susto- es exactamente el mismo de hace 1,6 millones de años? ¿O bien, si por el contrario, los homínidos eran ya perfectamente identificables un millón de años antes de esta fecha?
Un millón de años – es decir 2,6 millones de años- eran tan distintos que no podíamos hablar de la misma especie, y sin embargo un millón de años después, tan idénticos que eran nuestros antepasados. ¿Es así? Pues sí. ¿Y que había pasado entre tanto?
Los criterios que supuestamente nos tornaban mas humanos tenían que ver con el tamaño del cerebro, unas veces; con la adopción del sistema motor bípedo en la sabana africana; con el cambio de dieta omnívora; con el sistema de evolución oculta; con ejercer la vida en pareja, en lugar de la promiscuidad; con los primeros asentamientos agrarios; con el nacimiento del lenguaje hablado y, miles de años después del éxito; y con la capacidad de construir maquinas herramienta. “eso si nos distingue del resto de los animales”, afirmaba tajantemente. Pues resulta que es mentira. Lo que nos distingue realmente y propulsa el disparadero de nuestra diferenciación no tiene nada que ver – o mucho menos de lo que se creía- con el tamaño del cerebro; el hombre Neanderthal lo tenia mayor que nuestros antepasados directos, pero parte importantes de aquel cerebro no se utilizaban adecuadamente. La capacidad metafórica que permitía relacionar dominios dispares como el biológico y el de los materiales era más bien el resultado de algo más importante, acaecido con anterioridad, pero no era en si mismo la causa del gran paso adelante. El echar a andar –o mejor, a correr- con dos piernas en lugar de cuatro patas patenta el modelo teórico para ejecutar el mayor despliegue de energía con el menor consumo posible. ¡Que duda cabe de que la asimilación de carne – en lugar de sólo plantas- suministra mayor energía!...Pero nuestros antepasados fueron carnívoros mucho antes que homínidos, como nosotros. La ovulación oculta de las hembras desempeño un papel sucesivamente contradictorio para disminuir los niveles de infanticidio, primero, e inducir el fortalecimiento de la pareja, después. Pero en nada o casi nada definió nuestra condición de humanos igual ocurre con la monogamia, que deja intacta a la especie, pero la hace más perdurable. El habla, en contra de lo que se ha dicho tan a menudo, no nos ha hecho humanos ni la capacidad de fabricar maquinas herramienta para sobrevivir. ¡Que se lo pregunten sino a los chimpancés!
Ha sido Richard Wrangham, profesor de biología y antropología de la Universidad de Harvard, el que ha puesto el dedo en la llaga. Aunque a muchos paleontólogos y fisiólogos les cueste creerlo, resulta que fue la cocina la que nos hizo humanos. Cocinar permite comer cantidades apreciables de alimento sin gran esfuerzo y concentrar recursos dietéticos sin necesidad de grandes establos para conservar el pienso. Te las arreglas perfectamente con un estomago mucho mas pequeño que el del hombre primitivo y el de las vacas. La cocina nos halaga con sabores y nos hace más felices. ¿Qué más queremos? Lo único que hace falta es el fuego. Para ser humanos como nosotros hacia falta cocinar y, por lo tanto, haber descubierto el fuego un poco antes de lo que habíamos creído hasta ahora.


Tomado de: Eduardo Punset, “Cocinar nos hace más humanos”, en XL semanal, núm. 1.057, 27 de Enero de 2008, pp. 52

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