viernes, 22 de julio de 2011

“La ciencia, me divierte, es lo esencial”

Konstantin Novoselov Premio nobel de Física 2010

Recibir el Premio Nobel con 36 años recién cumplidos, debería alterar la vida de uno hasta el vértigo. No parece ser el caso de Konstantin Novoselov. El pasado 5 de Octubre, por la mañana, en el mismo despacho de la Universidad de Manchester, recibió la llamada telefónica soñada por cualquier científico en cualquier rincón del mundo: era la Real Academia Sueca de Ciencias comunicándole que su antiguo profesor –y ahora colega y amigo- Andre Geim y él mismo eran los galardonados con el Nobel de Física 2010. “El mayor cambio estos días es que mis dos niñas, por alguna razón, duermen mal, son gemelas y tienen 14 meses”, dice con toda naturalidad Novoselov en su primera e inesperada respuesta. “Todo lo demás…Poco a poco la vida está ya volviéndole a la normalidad”, añade convencido de que ha pasado ya casi todo el alboroto de este premio, que reconoce el descubrimiento de una forma bidimensional de carbono, llamado grafeno, con propiedades extraordinarias de dureza, resistencia, transparencia…
En cuanto al medio millón de euros que recibirá Novoselov con el honor del Nobel, todavía no tiene ni idea de que hará con tanto dinero, y ante la solemne ceremonia de entrega del galardón (el 10 de diciembre en Estocolmo), lo que más le incomoda es tener que ir de compras y hacerse con la indumentaria apropiada. “Espero que de esto se ocupe mi esposa, ir de compras es algo que odio”, dice Novoselov. “La verdad es que no tengo un traje…”, afirma, y apunta con extrañeza algunos comentarios que le han hecho sobre su aspecto desaliñado, con camiseta y vaqueros, en las fotos que dieron la vuelta al mundo al anunciarse el galardón. “ Es que yo vengo a trabajar así”, dice. Y efectivamente hoy va con camiseta (negra) y vaqueros.
La normalidad para este físico de estado sólido es su despacho y las horas que pasa en su laboratorio, al otro lado del pasillo, donde hace seis años, haciendo experimentos con Geim, obtuvieron por primeras vez el grafeno, material con unas propiedades fascinantes y unas aplicaciones potenciales tan atractivas (en pantallas táctiles o en paneles solares) que se ha convertido ya en el material de moda. “No sé si el grafeno esta patentado o no; desde luego nosotros no hemos patentado nada”, responde Novoselov casi con sorpresa ante la simple idea de registrar ese nuevo material. El hallazgo surgió en lo que estos dos científicos rusos que trabajan en Reino Unido llaman lo experimentos de los viernes, cuando, una vez que dejan atrás las actividades normales de la semana, se meten en el laboratorio a jugar con la ciencia, a ensayar ideas y ponerlas en práctica con sus propias manos y los medios que tienen a su alrededor, “para probar cosas locas y divertirnos un poco en laboratorio antes de irnos a tomar unas cervezas”, cuenta Novoselov.
Kostya (diminutivo que figura en la puerta de su despacho) reconoce que alguna cosa sí que ha cambiado en su vida diaria a partir del Nobel: “Necesito un poco más de experiencia para rechazar invitaciones de la gente. El mayor problema que tengo estos días es que recibo cinco veces más correos electrónicos, muchos de ellos invitándome a esto y lo otro…Y la cuestión es cómo decir que no educadamente. Todo esto me está llevando más tiempo de lo normal, pero me voy haciendo con la situación”.
Serio, seguramente tímido, concentrando en su trabajo, con determinación y seguridad en sí mismo, piensa unos instantes las respuestas, cortas y concisas. Al recibir Nobel tan joven, tiene por delante tres o cuatro décadas de carrera científica permanentemente iluminados por los focos de la fama y el prestigio. ¿Le agobia tener que ser brillante el resto de su vida? “No, loa gente aquí, a mi alrededor, los alumnos…ya se han olvidado todos del Nobel; hubo un poco de alboroto los primeros días, pero la situación ya ha vuelto a la normalidad”. ¿Es usted un genio? La respuesta es inmediata: “No, en absoluto. La ciencia me divierte, eso es lo esencial”.

Novoselov tiene un despacho normal con grandes ventanas en el edificio Schuster de la Universidad de Manchester, muebles modernos funcionales, una mesa de despacho, dos sillas, una librería, ordenador, libros y papeles, más una mochila en el suelo. La cita es a media mañana y para concretarla no se han cruzado más que tres o cuatro mensajes electrónicos en los que el científico ya ha escrito, en total, 12 palabras y firmando siempre Kostya.
La obvia pregunta sobre el grafeno provoca una respuesta algo más larga de Novoselov: “Imagine un material que tiene todas las mejores propiedades posibles que pueda esperar: el material más fino, más fuerte, más conductor de la electricidad, transparente…es el grafeno. En términos físicos es una única capa de un átomo de grosor, pero muy, muy resistente y más duro que el diamante. Este material tiene unas propiedades realmente sorprendentes y es lo que ahora seguimos estudiando. Tal vez lo más extraño es que sólo tiene un átomo de grosor y puedes hacer laminas de centímetros e incluso de metros que mantienen esas propiedades”. El panorama de las aplicaciones potenciales es muy amplio. Un ejemplo son los recubrimientos tranparentes conductores de electricidad para pantallas táctiles o teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, apunta Novoselov. En cuanto a su aplicación predilecta, zanja la cuestión tras un par de segundos de reflexión y una respuesta escueta: “Todavía no está lista, estamos trabajando en ello”. El método por el que obtuvieron el grafeno parecía casi una broma en el comunicado de la Fundación Nobel que describía el trabajo de Geim y Novoselov, si uno cree que la ciencia actual exige grandes y avanzadísimas instalaciones para lograr resultados que merezcan la pena. “La idea de intentar algo con el grafeno fue de André y la forma de lograrlo fue mía”, explica Novoselov. Esa forma de lograrlo era tan simple como ir sacando laminas del grafito del que están hechas las minas de los lapiceros, mediante una cinta adhesiva corriente. Eso si, jugó el factor suerte en esos experimentos de los viernes, cuando eligieron como soporte de la lámina bidimensional de carbono un trozo de silicio con el espesor de óxido que resulto ser apropiado. Ese material estaba por allí, pero no hubiera servido cualquier soporte. Eso sí, que nadie se engañe, en ciencia uno tiene que saber dónde está, saber lo que busca, entender lo que ha descubierto y, en resumen, como dice Novoselov, “trabajar mucho”. Aunque, añade, “es muy divertido”.
¿Se puede sintetizar el grafeno? “Sí, ya se ha hecho”, dice, de nuevo con una de las respuestas más largas cuando habla de ciencia. “Se está trabajando mucho para hacer grandes laminas de grafeno sintético porque impulsara las aplicaciones. Pero el sintético no es tan bueno como el natural, aunque suficiente para muchos usos…La verdad es que la naturaleza lo hace mejor que nosotros”.
Geim no está hoy en la universidad, pero su despacho se sitúa en el mismo pasillo que el de Kostya y siguen compartiendo laboratorio. Novoselov nació en 1974 en Nizhny Tagil (Rusia) y estudio en la Universidad Física Técnica de Moscú; al acabar la carrera se fue a Holanda para hacer la tesis doctoral con Geim, ahora de 51 años. El entonces profesor se marchó después a Manchester y Novoselov le siguió en 2001. Le gustaba la física desde pequeño: “Siempre he sido un chaval digamos que técnico, de esos que andan desarmando aparatos por casa”, recuerda. Sus padres tienen estudios universitarios, pero no científicos, y su hermana está inmersa en el mundo cultural en Rusia “Elegí física de estado sólido porque te permite hacer cosas directamente; por ejemplo, logras un cristal y a pocos días estás haciendo investigación a fondo con él”, comenta.
En los últimos años, Novoselov y Geim andan muy ocupados y los experimentos de los viernes han quedado un poco relegados; sólo recientemente los han podido retomar con asiduidad. “Es el placer de experimentar en nuestro laboratorio. A lo largo de los años hemos hecho muchas cosas, unas funcionan y otras no”, dice. Tampoco se rige para estos dos físicos la supuesta diferencia entre ciencia básica y aplicada. “No tiene mucho sentido, hacemos la investigación que nos parece estimulante y a veces son cosas muy practicas, mientras que otras son de física básica”.
En uno de esos experimentos hechos con plena libertad y guiado por la inspiración y la curiosidad, Geim logró hacer levitar tanas en un campo electromagnético mereciendo por ello el IgNobel, el premio Nobel alternativo y humorístico. Fue en los años noventa y Novoselov aun no trabajaba a con él, pero afirma que no le importaría en absoluto, al contrario, recibir ese otro galardón.
Con menos de 10 colaboradores que comparten en los proyectos, Geim y Novoselov dedican la mitad de su tiempo al grafeno. “Es un campo tan amplio, tiene tantas propiedades inusuales…”, señala el segundo. La celebración del equipo sigue pendiente casi tres semanas después del anuncio del Nobel. Ese día hicieron un poco de fiesta en los despachos, pero todavía no se han puesto de acuerdo acerca del autentico festejo.
“Recibí la llamada del Nobel aquí, en mi despacho, cuando estaba discutiendo unos resultados recientes, por Skype (telefonía por Internet) con unos colaboradores”, recuerda Novoselov. “Me quede muy sorprendido, pero no me pareció una broma. Yo creo que esos tíos de la Academia Sueca tienen bastante experiencia y saben cómo hacer esa llamada, te lo dicen de una manera que te lo crees”. No recuerda muy bien su primera reacción, pero intentó continuar con la conversación por skype, “aunque tengo la sensación de que no dije muchas cosas sensatas, y me di cuenta de que me quedaba apenas media hora ese día para hacer las cosas pendientes”. Enseguida fue llegan gente al despacho y las llamadas telefónicas…En fin, lo normal cuando uno recibe el Nobel. Hace seis años, cuando estos dos rusos afincados en el Reino Unido dieron con el grafeno, la idea de esa forma del carbono estaba en el ambiente científico y varios grupos en el mundo perseguían su obtención. El anuncio del éxito fue tan poco corriente como los dos descubridores. Geim y Novoselov escribieron un artículo científico, como hace cualquier investigador que descubre algo, y lo enviaron en una de las más prestigiosa revistas especializadas: Nature. Sin embargo, se lo rechazaron. “Pusieron pegas sobre unas medidas de los experimentos que en realidad todavía ahora no se han completado, pero lo cierto es que no se lo aceptaron”, recuerda Novoselov. “Lo arreglamos un poco y lo enviamos a Science [la publicación competidora de Nature] y nos dijeron que sí…Con estas revistas siempre te puedes esperar cosas así”, dice.
Novaselov no pasa por alto en absoluto que la ciencia es un entorno muy competitivo. “La competencia es buena porque te ayuda y te orienta para hacer las cosas mejor y más rápido, lo que es estúpido es hacer tu trabajo para publicar los resultados y no por la ciencia en sí”.
La jornada de Novoselov arranca muy temprano, “Despierto a las niñas, Sofía y Victoria, les doy el desayuno, las preparo y las llevo a la guardería; llego a la universidad sobre las 9.30 y salgo hacia las 9.30 de la noche. Es que si quieres lograr algo no basta con ser suficientemente inteligente también tienes que trabajar mucho”. Su esposa es rusa, la conoció en Holanda y es jefa de laboratorio en una pequeña empresa. Les gusta salir a pasear por el campo, en los alrededores de la ciudad, y Kostya antes jugaba algo al futbol. Ahora, con sus niñas gemelas y el laboratorio, el tiempo libre se ha estrechado mucho.
A las niñas, comenta, no cree que tenga nunca que contarles lo del Nobel: “Estoy seguro de que son inteligentes y que lo descubrirán ellas mismas, sin que yo tenga que decirles nada”. Novoselov sabe que su vida cambiara con el premio, pero prefiere que sea lo mínimo posible.
En diciembre tendrá que ir a Estocolmo a recibir el Nobel, a las celebraciones y actos. “Seguramente que es divertido, vendrá mi familia de Rusia, los amigos…
Tendré que preparar una charla, pero eso no me preocupa, lo hago normalmente. Lo peor son ahora los preparativos. Es terrible”, dice, con sincera expresión de angustia.
El laboratorio, al otro lado del pasillo, es un espacio amplio lleno de equipos y herramientas. Novoselov saca una muestra de grafeno y la coloca bajo el microscopio. ¿Se va a quedar en Manchester o ya tiene ofertas de otros centros? “Este es un buen sitio, pero los científicos normalmente tienen que moverse de vez en cuando, porque eso incentiva su creatividad, suscita nuevas ideas…Así que en algún momento cambiare”. ¿A Rusia? “No, no creo”.
Novoselov ha estado en España invitado por el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón. No olvida citar con afecto y respeto a sus colegas españoles Francisco Guinea, María Vozmediano y Elsa Prada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con los que tiene una estrecha colaboración sobre el grafeno.
Una última pregunta: ¿Cómo explicaría el placer de investigar y descubrir a alguien no familiarizado con la ciencia? Lo piensa unos segundos y una leve sonrisa indica que ha dado con la respuesta satisfactoria: “Imagine que está recorriendo el Gran Cañón de Colorado o un sitio así de bonito en España, o en Canadá…El paisaje que se le va apareciendo ante los ojos es grandioso y uno sigue avanzando convencido de que un poco más allá habrá otro panorama más estupendo aun. Tienes que trabajar duro para avanzar, pero lo haces porque esperas encontrar algo magnifico, interesante. Esta es la mejor comparación con la investigación”.


Tomado de: Alicia Rivera, “La ciencia me divierte, es lo esencial”, en El País, 24 de octubre de 2010, pp. 34-35

viernes, 15 de julio de 2011

LA SEXUALIDAD DEL SIGLO XXI RECLAMA MÁS IMAGINACIÓN

Un macroestudio estadounidense desvela los comportamiento más íntimos entre los 14 y los 94 años. “Ya no nos conformamos con el coito”, concluye. Ahora, las relaciones incluyen un repertorio más amplio de prácticas.
¿Qué entiende usted por tener sexo? Santiago (57 años) y Manuela (50) habrían contestado, sin ningún atisbo de duda: “practicar el coito”. Sin embargo, ahora su respuesta incluye algunas palabras más: “llevamos más de 30 años casados y justo ahora estamos viviendo nuestra plenitud sexual”. Dedican más tiempo a los preliminares y han introducido algunas novedades en la intimidad de su habitación. Según un estudio realizado en Estados Unidos, cuyos estudios se podrían extrapolar a España, “el repertorio sexual de la población se ha ampliado enormemente”. La encuesta hablo de, al menos, una lista de 40 practicas distintas en la cama.
Las cosas han cambiado: “Ahora, los adultos raramente se conforman con el coito. Aunque sigue siendo la práctica sexual más común, suele venir acompañado de otros juegos, como la masturbación en pareja y el sexo oral”, argumentan los autores de los nueve trabajos publicados en una edición especial de la revista The Journal of Sexual Medicine. Están abiertos a nuevas propuestas y se dejan llevar con más libertad y menos prejuicios. La curiosidad por el sexo anal, por ejemplo, se “ha incrementado drásticamente. En 1992, entre el 16% y el 33% de los estadounidenses decía que alguna vez había experimentado esta modalidad pero ahora el porcentaje ha aumentado hasta el 46%, concretamente entre mujeres de 20 a 30 años”. “En España también ha aumentado”, confirma Francisco Molero, vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
Parece que los tabúes en cuestión de cama empiezan a olvidarse. Cada vez más hombres y mujeres sientes curiosidad por intimar con alguien de su mismo sexo. De los 5.865 encuestados, entre 14 y 94 años, el 7% reconocía su homosexualidad o bisexualidad y el 15% confesaba haber mantenido este tipo de encuentros en alguna ocasión. El porcentaje ascendía al 50% en hombrees cuyas edades oscilaban entre 50 y 59 años. “Hay mayor permisividad social hacia la diversidad sexual. Se concibe la sexualidad más como un acto placentero, independientemente de los sentimientos, las emociones y el amor”, explica la especialista española.
Gran revolución. Según los datos extraídos de esta investigación, la más completa desde el informa Kinsey (1994), se puede decir que el sexo oral es otra gran revolución en este terreno. Se ha generalizado tanto en hombres como en mujeres. Esto, junto con “loa masturbación femenina son los cambios más importantes en los últimos tiempos”, señala Francisco Molero “Antes, la sexualidad de la mujer estaba a disposición de la del hombre. Su masturbación se daba en menor proporción y con cierto sentimiento de culpabilidad, pero ahora se ha incorporado entre las prácticas sexuales más frecuentes, individualmente y en pareja. Contribuye a que ambos se lo pasen mejor”.
Coito vaginal, sexo oral, masturbación individual, en pareja, sexo anal…Todo un catalogo de juegos, seducción y erotismo que ayuda a los hombres a mirar las relaciones sexuales con otra perspectiva. Han descubierto, expone Francis Molero, que “pueden disfrutar más allá de la erección y la eyaculación, pueden alargar el proceso” y deleitarse con las nuevas posibilidades. Y esto es lo que han aprendido Santiago y Manuela que, aunque prefieren no entrar en detalles íntimos, si explican que ambos empezaron a tener ciertas curiosidades. “No nos atrevíamos a hablarlo, pero al final dimos el paso. Hemos logrado crear entre nosotros una complicidad máxima y esto también se nota en otros ámbitos de nuestra relación. Comunicarse es la clave”, señala Manuela.
Con esta confianza no es necesario que una mujer oculte que no ha alcanzado el orgasmo. Según se desprende de la investigación, realizada en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) el 85% de los varones aseguraba que su última pareja sexual había tenido un orgasmo, mientras que sólo el 64% de las mujeres afirmaba haberlo tenido. Como explica los investigadores, esta diferencia del 21% puede deberse a que sólo el 5% de ellos sufre dolor genital, mientras que un tercio de ellas lo padece normalmente”.
Tal y como apunta Francisco Molero, “para ellas el orgasmo no es imprescindible en una relación satisfactoria. Sin embargo, saben que al hombre le va a costar entender esto porque ellos focalizan su sexualidad en los genitales, mientras que la mujer la enfoca en todo su cuerpo”.
Un último dato sorpréndete de este macroe4studio se centre en el uso de los preservativos. Sólo una de cada cuatro relaciones sexuales incluye este método anticonceptivo. Y, a pesar de lo que se pueda pensar, lo utilizan más los adolescentes que los adultos. Especialmente a partir de los 40 “dejan de preocuparse por los posibles embarazos y es cuando menos se recurre a los condones”, afirman los investigadores, quienes aprovechan para pedir que se refuercen los mensajes dirigidos a la población adulta, para recordar los riesgos que corre y cómo prevenirlos. “Muchos siguen asociando el sexo con el embarazo. El problema es que esto ha duplicado las infecciones por transmisión sexual a partir de los 45”, concluye Molero.
Información y comunicación son cruciales en cuestiones de cama. La introducción de nuevas prácticas sexuales y los juguetes eróticos pueden ayudar a disfrutar aún más de la vida sexual a cualquier edad.

Tomado de: Laura Tardón, “La sexualidad del siglo XXI reclama más imaginación”, en Eureka.,
El Mundo 10 de octubre de 2010, p. 15

miércoles, 13 de julio de 2011

La ciberguerra ya está aquí

El gusano “Stuxnet” afecto a instalaciones nucleares en Irán en septiembre. Fue un ataque sin precedentes con un nuevo tipo de arma que pone en entredicho la doctrina militar tradicional.
Aquello fue distinto de cualquier otro ataque conocido hasta el momento. A finales de septiembre, miles de ordenadores habían sido infectados en Irán por un gusano con nombre de película: Stuxnet. Las autoridades iraníes reconocieron que el ataque alcanzo al sistema informático de la central nuclear de uso civil de Bushehr, inaugurada en agosto. Irán no reconoció daños graves pero no ha dudado en calificar el incidente como un ataque desde Occidente. El gusano había alcanzado instalaciones críticas y estaba preparado para atacar sus sistemas de control. Nada que ver con los apagones informáticos que afectaron a Estonia y Georgia, respectivamente, en 2007 y 2008: quien lo desarrollo quería tomar el control de los sistemas infectado. Y si el objetivo era Irán, asestar un golpe a su programa nuclear con un arma silenciosa y no violenta.
“Es la primera vez que detectamos una amenaza de este tipo que tiene como objetivo los sistemas de control industrial”, explica Miguel Suarez, experto de Symantec en España, una empresa dedicada a la seguridad informática. Tras el descubrimiento del virus en junio por VirusBlokAda, una empresa de seguridad Bielorrusa, Symantec empezó a estudiar el gusano que por esa fecha ya había contaminado decenas de miles ordenadores en todo el mundo. El virus tenía un objetivo preciso: el software producido por la empresa alemana Siemens que se utiliza para el control automático de operaciones en plantas químicas, instalaciones petrolíferas y centrales nucleares. Ese software era el mismo que se instalo en la central iraní de Bushehr.
Según los análisis de Symantec, el 60% de los 100.000 ordenadores infectados se encontraba en Irán. ¿Era Irán el objetivo principal del ataque? ¿Quién golpeo a su programa nuclear? “No sabemos quién desarrollo Stuxnet. El que lo hizo gasto mucho dinero para asegurarse de que el trabajo que tenía que hacer estuviera bien hecho”, dice Schneier.
El ataque se instalo sobre instalaciones que, por su naturaleza, no están conectadas a la Red. Así, la hipótesis más probable es que el virus haya sido introducido a través de un dispositivo de almacenamiento USB.
Hay serias dudas de que se llegue a identificar el autor del ataque. De momento, sólo hay especulaciones. Una de ellas es la pista de la familia de los mirtos. Mirto eh hebreo es hadassah, que es también el nombre utilizado para referirse a Esther, la reina jugia que desbarato un complot persa según la historia contada en el Libro de Esther, en el Antiguo Testamento. Hay otra referencia en el código. Un número que puede ser una fecha: 19790509. El 9 de mayo de 1979 es el día en el que Habib Elghanian personaje relevante de la comunidad judía iraní, fue ejecutado por el nuevo régimen de Teherán. ¿Es una firma de los autores? ¿Es Stuxnet el primer resultado de la actividad de las unidades especiales que varios países han puesto en marcha?.
“Sería muy arriesgado. Pero no sería la primera vez que los programadores dejan su firma”, afirma desde Londres Mark Fitzpatrick, director del Programa de No Proliferación y Desarme del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Para Fitzpatrick, sería importante saber si el virus, además de la central de uso civil de Bushehr, también afecto a la instalación de Natanz, el centro de enriquecimiento de uranio. Según el experto, puede que el ataque sirva “para limitar la amenaza nuclear iraní sin causar víctimas mortales ni desatar una guerra. Pero es una vía peligrosa porque si Stuxnet no se controla puede atacar objetivos no intencionales y entrar en un ámbito de ciberguerra muy difícil de controlar”. Stuxnet puede ser la primera arma de esta nueva guerra. “El virus es muy complejo. Para su desarrollo se requiere el dominio de distintos lenguajes de programación de diferentes sistemas. Y el conocimiento de la estructura del sistema que quiere invadir o alguno muy similar”, explica Suárez. Todos los expertos consultados coinciden en afirmar que no puede ser obra de un simple grupo de hackers. “Estamos hablando de otro nivel. Tiene que tener detrás una infraestructura científica y técnica muy grande. Solo puede ser un Gobierno o una gran organización”, opina el teniente coronel Néstor Ganuza-Artiles, jefe de adiestramiento y doctrina del Centro de Ciberdefensa de la OTAN, en Tallin (Estonia). El centro se creó en 2008, un años después del ataque informático que colapso los ordenadores de instituciones públicas y bancos del país estonio. “Es algo totalmente distinto. Un código malicioso programado de tal manera que una vez que haya contagiado el sistema es capaz de tomar el control y llegar a causar daño físico a las instalaciones en las que se encuentra. En una planta nuclear o una industria bioquímica es capaz de hacerla explotar. Stuxnet, en este sentido es la primer ciberarma”, dice. Un arma que abre escenarios militares desconocidos y obliga a nuevas respuestas. Así, el artículo 5 del Tratado de la OTAN, que prevé la respuesta conjunta a un ataque armado sufrido por uno de sus miembros, podría quedarse corto. “No hay una postura oficial de la OTAN. De momento se analizaría caso por caso. Pero hay una serie de dificultades. En el caso del ciberataque, el problema es la atribución, el origen de la amenaza. Para rastrear el origen hay que tener la autorización de todas las autoridades por donde ha pasado el ataque informático, y no hay de momento una legislación ni acuerdos específicos. Hay que revisar la doctrina militar”, dice el militar. Tampoco vale la doctrina de la disuasión que se ha aplicado al campo nuclear. “¿Cómo disuadir a un atacante que se desconoce?, se pregunta. La incertidumbre en el ciberespacio amplifica la dificultad. Aaron Hampton, de 29 años, es un estudiante de seguridad informática en la Universidad de Wilmington, en Delaware (EEUU). Su vocación arranca del impacto que le causo siendo niño ver como actuaban los hackers en películas como Superman III o War Games. Ahora experimenta la sutil diferencia entre realidad y ficción. Este verano participo en uno de los cursos organizados por el Departamento de EEUU para seleccionar talentos y reclutarlos para una guerra que no se combate con armas convencionales y para la que el país aún no está preparado. Según una estimación oficial, EEUU necesita entre 10.000 y 30.000 expertos para proteger al Gobierno y a las grandes empresas de un ataque cibernético. Y, de momento, solo dispone de alrededor de 1.000. En mayo, el Pentágono creó una unidad especial, el Cyber Command, con una dotación anual de 150 millones de dólares bajo el mando del director de la Agencia de Seguridad Nacional, el general Keith Alexander. Algo parecido a la Unidad 8200, el comando especial de ciberinteligencia creado hace años por Israel. Aaron Hampton es ahora uno de los potenciales reclutas del nuevo Ejército que el Gobierno prepara para combatir en un nuevo tipo de guerra.

Tomado de: Mariangela Paone, “La ciberguerra ya está aquí”, en El País, 10 de octubre de 2010, p. 5