No quisiera confundir al lector sugiriéndole que los grandes aciertos, la complejidad misma de la evolución tanto el resultado fascinante de fusionar en el futuro la biología con la tecnología, se los debemos al cerebro. En realidad ha ocurrido exactamente lo contrario. Como esta sugiriendo Gary F. Marcus, profesor de Psicología de la ciudad de Nueva York, basta con dar una experiencia básica de la memoria, la toma de decisiones, la felicidad y el lenguaje para comprobar los mil y un defectos de la mente.
Las innovaciones mas espectaculares y trascendentales de la historia de la evolución, la supervivencia de la especie cuando todo apuntaba a su fin, no fue obra de ningún cerebro, sino de la intuición de unos microbios recién llegados dos mil millones de años después de la formación de la Tierra y el sistema solar.
Fue una hazaña bimolecular hilvanada por un pacto entre una bacteria y una célula huésped del reino vegetal. Con toda seguridad, si el futuro tiene salvación, llegara de nuevo de profundizar en el conocimiento de las posibilidades del mundo molecular. Otra hazaña de la evolución se la debemos a las plantas que habrían inventado la fotosíntesis, la posibilidad de arrancar su propio sustento de la luz del sol; no de los rayos más radioactivos, sino de los haces de luz más suaves y transparentes. Los cloroplastos con los que las plantas fabrican alimentos para si mismos son, en realidad, cianobacterias alojadas en las células de las plantas. Ningún contrato de asociación ha resultado tan decisivo como este para la vida en el planeta. En el contexto del pensamiento heredado, que relega injustamente a las plantas y al resto de los organismos a un segundo plano en el motor de la evolución, es conveniente recordar que el descubrimiento mas grande se lo debemos a unos microbios llamados cianobacterias con los que las plantas fabrican su propio alimento, sin necesidad de depredar a otros organismos. Todo ello requiere mucho aprendizaje y memoria genética, indispensable para que las plantas puedan florecer en el momento debido, gestionar bien el tiempo y, en definitiva, como apunta el zoólogo Colin Tudge, desplegar su inteligencia no cerebral. Tendemos a pensar que todo lo que hacen los árboles es crecer y dar sombra, para una inmensa mayoría,, los árboles solo han servido para asentar un proverbio centenario: “Los árboles no le dejan ver el bosque”, se dice de quien en aras del amor a los detalles cotidianos se olvida del proyecto global. En diversos análisis sobre las dimensiones de la felicidad ha quedado bien claro, no obstante, que lo mas frecuente es que la obsesión equivocada por el proyecto globalizador impida disfrutar de los detalles de la vida cotidiana; de manera que al echar en cara a alguien que “el árbol no le deja ver el bosque”, los testigos – si los hubiera- podrían musitar. “¡Menuda suerte la de no perder de vista los detalles del árbol, a pesar de la seducción ejercida por el bosque!”. Es un error que no comete el resto de los mamíferos.
Los árboles son los seres vivos más altos y más viejos que conocemos. Cada uno es un pequeño ecosistema con miles de organismos en interacción. La alianza entre una bacteria y la planta permitió la fotosíntesis; “vivir del aire”, literalmente, en lugar de depredarlos organismos más complejos a los más simples. Sin la fotosíntesis se habría interrumpido la evolución. Un ejemplo más de que, en la naturaleza, la cooperación es una fuerza tan poderosa como la competición. Si las plantas o los animales fueran por la vida solo compitiendo, intentando desbancar a todos los demás, fracasarían. Su éxito también depende de que sepan cooperar.
Tomado de: Eduardo Punset, “Cómo hemos conseguido evolucionar”, en XL semanal, núm. 1.120, 12 de Abril de 2009, pp. 56
domingo, 26 de julio de 2009
jueves, 23 de julio de 2009
¿Para que sirve el cerebro?
Hace tiempo descubrimos que no bostezábamos. Necesariamente, para oxigenarnos; resulta que el bostezo es uno de los pocos rasgos atrabiliarios heredados de especies antecesoras nuestros como los chimpancés. El bostezo no sirve para nada- no entra más oxigeno, como creen a menudo las personas, desperezándose y bostezando-.
Cuesta creerlo, pero es así. Ahora bien, si yo les digo que el cerebro tampoco sirve para nada o, más bien que a estas alturas todavía no sabemos para que sirve, seguro que no me creen. No obstínate, cuando se mide la cantidad de energía, en este caso de oxigeno, que consume el cerebro de un individuo cuando intenta resolver un arduo problema matemático, pues resulta que apenas consume nada, ni le molesta si acaso, le distrae de otras ocupaciones que no sabemos cuales son. ¿En que consume el 20 por ciento de la energía total disponible de este órgano misterioso que sólo representa el dos por ciento del peso promedio de una persona? Desde luego no en darnos una visión perfecta del mundo exterior. No nos la da y con razón. Recibe señales distorsionadas del sistema visual, auditivo, olfativo, táctil y gustativo, con las que reconstruye a su manera el mundo de afuera. El gran neurólogo Marcus Raichle y su equipo han descubierto que menos del diez por ciento de todas las sinapsis, es decir, los mensajes entre neuronas, acarrea información sobre el mundo exterior. ¿A que se dedica entonces su vida el cerebro? A la luz de lo que antecede es lógico que a mis amigos neurólogos siempre les repita la siguiente pregunta. ¿Es cierto, como decís algunos de vosotros, que el cerebro es el órgano más sofisticado, no sólo del planeta, sino de todo el universo? O, por el contrario, ¿me tengo que creer a aquellos de vosotros que os referís al cerebro como aun órgano extremadamente imperfecto fruto de la evolución y el miedo? ¿En que quedamos? ¿El cerebro es fabuloso o es mediocre?
Es cierto que al cerebro le hemos entregado las llaves de todos los resortes corporales. En términos evolutivos se ha pasado de una situación en la que unas mandíbulas, unos brazos y unos caparazones portentosos se apoyaban en un cerebro diminuto a una fase como la actual en la que un cuerpo diminuto, incluido el estomago y los sistemas defensivos, no sólo se apoya en un cerebro sobredimensionado, sino que se deja dirigir por él. Será por algo.
Así y todo subsisten enormes dudas. O si se quiere, somos conscientes de que apenas estamos empezando a saber algo de lo que nos pasa por dentro. ¿Cual es la siguiente duda? Pues que los neurólogos como Marcus Raichle, que están profundizando ahora, por primera vez, en que consume el cerebro la cuantiosa energía que gasta, nos están dando una respuesta cuestionada también por otros científicos. Veamos.
El cerebro utilizaría su energía en barajar los elementos constitutivos de la memoria y así predecir lo que va a ocurrir en el futuro. El cerebro serviría, sobre todo, para alertar e imaginar lo que nos viene encima. Ahora bien, volvemos a movernos en aguas extremadamente movedizas. Uno de los consensos mantenidos hasta ahora por la comunidad científica ha sido que hemos sido muy malos predictores del futuro. Grandes especialistas como Nassim Taleb, autor del best-seller El cisne negro –los cisnes suelen ser blancos-, han demostrado lo mediocres que somos cuando se trata de imaginar lo que va a ocurrir mañana. La prueba más innegable es la actual crisis económica mundial. Afortunadamente, la revolución tecnológica iniciada a comienzos de los años 70 esta permitiendo contemplar lo que pasa en el cerebro “en directo”. Falta muy poco para saber el final de la película.
Tomado de: Eduardo Punset, “Para qué sirve el cerebro”, en XL semanal, núm. 1.117, 22 de Marzo de 2009, pp. 50
jueves, 16 de julio de 2009
Cervantes, esquina a León
Me gusta la calle Cervantes de Madrid. No porque sea especialmente bonita, que no lo es, sino porque cada vez que la piso tengo la impresión de cruzarme con amistosos fantasmas que por allí transitan. En la esquina con la calle Quevedo, uno se encuentra exactamente entre la casa de Lope de Vega y la calle donde vivió Francisco de Quevedo, pudiendo ver, al fondo, el muro de ladrillo del convento de las Trinitarias, donde enterraron a Cervantes. A veces me cruzo por allí con estudiantes acompañados de su profesor. Eso ocurrió el otro día, frente al lugar donde estuvo la casa del autor del Quijote, recordado por dos humildes placas en la fachada –en Londres o París esa calle sería un museo espectacular con colas de visitantes, librerías e instalaciones culturales, pero estamos en Madrid, España–. La estampa del grupo era la que pueden imaginar: una veintena de chicos aburridos, la profesora contando lo de la casa cervantina, cuatro o cinco atendiendo realmente interesados, y el resto hablando de sus cosas o echando un vistazo al escaparate de un par de tiendas cercanas. Cervantes les importa un carajo, me dije una vez más. Algo comprensible, por otra parte. En el mundo que les hemos dispuesto, poca falta les hace. Mejor, quizás, que ignoren a que sufran. Pasaba junto a ellos cuando la profesora me reconoció. Es un escritor, les dijo a los chicos. Autor de tal y cual. Cuando pronunció el nombre del capitán Alatriste, alguno me miró con vago interés. Les sonaba, supongo, por Viggo Mortensen. Saludé, todo lo cortés que pude, e hice ademán de seguir camino. Entonces la profesora dijo que yo conocía ese barrio, y que les contase algo sobre él. Cualquier cosa que pueda interesarles, pidió. La docencia no es mi vocación. Además, albergo serias reservas sobre el interés que un grupo de quinceañeros puede tener, a las doce de la mañana de un día de invierno frío y gris, en que un fulano con canas en la barba les cuente algo sobre el barrio de las Letras. Pero no tenía escapatoria. Así que recurrí a los viejos trucos de mi lejano oficio. Plantéatelo como una crónica de telediario, me dije. Algo que durante minuto y medio trinque a la audiencia. Una entradilla con gancho, y son tuyos. Luego te largas. «Se odiaban a muerte», empecé, viendo cómo la profesora abría mucho los ojos, horrorizada. «Eran tan españoles que no podían verse unos a otros. Se envidiaban los éxitos, la fama y el dinero. Se despreciaban y zaherían cuanto les era posible. Se escribían versos mordaces, insultándose. Hasta se denunciaban entre sí. Eran unos hijos de la grandísima puta, casi todos. Pero eran unos genios inmensos, inteligentes. Los más grandes. Ellos forjaron la lengua magnífica en la que hablamos ahora.» Me reía por los adentros, porque ahora todos los chicos me miraban atentos. Hasta los de los escaparates se habían acercado. Y proseguí: «Tenéis suerte de estar aquí –dije, más o menos–. Nunca en la historia de la cultura universal se dio tanta concentración de talento en cuatro o cinco calles. Se cruzaban cada día unos y otros, odiándose y admirándose al mismo tiempo, como os digo. Ahí está la casa de Lope, donde alojó a su amigo el capitán Contreras, a pocos metros de la casa que Quevedo compró para poder echar a su enemigo Góngora. Por esta esquina se paseaban el jorobado Ruiz de Alarcón, que vino de México, y el joven Calderón de la Barca, que había sido soldado en Flandes. En el convento que hay detrás enterraron a Cervantes, tan fracasado y pobre que ni siquiera se conservan sus huesos. Lo dejaron morir casi en la miseria, y a su entierro fueron cuatro gatos. Mientras que al de su vecino Lope, que triunfó en vida, acudió todo Madrid. Son las paradojas de nuestra triste, ingrata, maldita España». No se oía una mosca. Sólo mi voz. Los chicos, todos, estaban agrupados y escuchaban respetuosos. No a mí, claro, sino el eco de las gentes de las que les hablaba. No las palabras de un escritor coñazo cuyas novelas les traían sin cuidado, sino la historia fascinante de un trocito de su propia cultura. De su lengua y de su vieja y pobre patria. Y qué bien reaccionan estos cabroncetes, pensé, cuando les das cosas adecuadas. Cuando les hacen atisbar, aunque sea un instante, que hay aventuras tan apasionantes como el Paris-Dakar o mira quien baila, y que es posible acceder a ellas cuando se camina prevenido, lúcido, con alguien que deje miguitas de pan en el camino. Le sonreí a la profesora, y ella a mí. «Bonito trabajo el suyo, maestra», dije. «Y difícil», respondió. «Pero siempre hay algún justo en Sodoma», apunté señalando al grupo. Mientras me alejaba, oí a algunos chicos preguntar qué era Sodoma. Me reía a solas por la calle del León, camino de Huertas. Desde unos azulejos en la puerta de un bar, Francisco de Quevedo me guiñó un ojo, guasón. Le devolví el guiño. La mañana se había vuelto menos gris y menos fría.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Cervantes, esquina León”, en ABC, núm. 1.114, 1 de Marzo de 2009, XL semanal, pp. 8
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Cervantes, esquina León”, en ABC, núm. 1.114, 1 de Marzo de 2009, XL semanal, pp. 8
martes, 14 de julio de 2009
Una de panchitos
Cada vez que voy al Museo Naval junto al cuartel general de la Armada, donde los infantes de marina, vestidos con uniforme de camuflaje, siempre son tipos con cara de indio. Eso me dispara la sonrisa cómplice, recordándome Nicaragua y El Salvador, cuando fulanos idénticos a éstos, con uniformes parecidos, se daban estopa con valor y crueldad inauditos. A pesar de las apariencias, esos tíos bajitos con cara de llamarse Atahualpa son extraordinarios soldados, bravos hasta lo increíble, duros y orgullosos de cojones. Lo que pasa es que como son chiquitos y con ese hablar suave despistan. Sobre todo si van en moto de mensaka con el casco a lo Pericles, o pasean el Domingo con la familia por el parque del Oeste. El golpe de vista engaña mucho. Pero quien sepa leer en los ojos de la gente, que los mire bien. Y si no, que lea a Bernal Díaz del Castillo.
Esto viene al hilo de una carta reciente. Comentando un artículo mío, en el que contaba cómo un comanche pasado de agua de fuego me llamo cabrón y del Pepé por llevar corbata, un lector torpe interpretando sujeto, verbo y predicado, concluye con la siguiente frase: “Hay que joderse con los panchitos”. Y para qué los voy a engañar. Ese equivocado compadreo me fastidia un poco. Sobre todo porque mi comunicante no entendió una puta línea. Así que voy a intentar explicarlo algo más claro.
En mi opinión, si alguien tiene derecho a estar en España – lo tiene, claro, mucha otra gente- son los emigrantes hispanoamericanos, sean mestizos o indios puros como la madre que los parió. Porque son nuestros, o sea. Somos nosotros. Me troncho cuando aquí decimos que, a diferencia de los anglosajones, los españoles no exterminaron a los indígenas y se mezclaron con ellos. Cuando lees la letra pequeña de las relaciones de Indias, adviertes que los españoles –mis abuelos se quedaron aquí, ojo- fueron a América buscar oro y a calzarse indias. Y si no exterminaron a los indios, fue porque necesitaron esclavos para las minas y criados para las casas. A cambio, es cierto, los de allí obtuvieron una lengua hermosa y universal. Pero la pagaron cara, y la pagan con la herencia de la corrupción y desbarajuste que la estúpida y egoísta España dejo atrás. Cierto es que llevan doscientos años reventándose solos, sin nuestra ayuda. Pero nadie históricamente lucido puede olvidar la culpa original. Una responsabilidad que, por otra parte, hace babear a políticos analfabetos y elementales ante golfos populistas que, bajo el poncho de la retórica, tomaron el relevo en el arte de chulear y estafar a su gente. Ahora vienen, buscando futuro, al sitio natural donde los trae la lengua que se les dio y de la religión que se les impuso. Vienen a donde tienen derecho a venir, trayendo sangre nueva. Ilusión, capacidad de trabajo, ideas y coraje, con la determinación de quien no tienen nada que perder. Llegan como carne de cañón, a comerse los más duros trabajos de esta España con la que soñaron. Su error es creer que llegan a Europa. A un sitio que imaginaban civilizado, culto, con políticos decentes y valores respetables. Pero encuentran lo que hay: demagogia, picaresca y poca gana de currar. Y además, la crisis. Así en cuanto se espabilan, algunos se españolizan. Aprenden a mimetizarse con el entorno, a esforzarse lo justo. A ser lo grosero que en su tierra nunca fueron nunca. A despreciar a estos españoles maleducados que tanto aire se dan pese a se una puñetera mierda, incapaces de valorar lo que tienen y lo que podrían tener.
Descubren también la clave mágica española: el victimismo.
Aprenden pronto a explotar la mala conciencia y lo políticamente correcto, a montar pajarracas sabiendo que nadie va a negarles, como a los moros y a los negros, el derecho a exigir incluso más de lo que exigen los propios españoles. En todo caso se les dará, no por sus meritos de trabajo, educación o cultura, que a menudo los tienen, sino por el que diran, por el no vayan a creer que soy racista, o lo que sea. Y a eso, algunos –no todos, pero no pocos -suman malas costumbres que traen de allí: la afición de ponerse hasta arriba de alcohol, a conducir mamado hasta las patas, y la tradicional bronca de fin de semana, tirando de arma blanca o de otro calibre; con ese orgullo valiente y peligroso del que hablaba antes, y que lo mismo puede ser una virtud que una desgracia, cuando no se maneja con cabeza. Y mientras, las autoridades que deberían acogerlos y educarlos, planificando para ellos una España futura, inevitable y necesaria, emplean su tiempo y nuestro dinero en contaminarlos de la sarna política al uso, adobada con la más infame demagogia. En atraerlos a su puerco negocio, halagándolos de manera bajuna y jugando con ellos el trile de los votos, sin que importen a nadie su pasado, su presente o su futuro. Haciendo lamentar, a los lúcidos, que la suya sea el español y no otra lengua que les permita irse a otro país que de verdad sea Europa.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Una de panchitos”, en ABC, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, XL semanal, pp. 8
Esto viene al hilo de una carta reciente. Comentando un artículo mío, en el que contaba cómo un comanche pasado de agua de fuego me llamo cabrón y del Pepé por llevar corbata, un lector torpe interpretando sujeto, verbo y predicado, concluye con la siguiente frase: “Hay que joderse con los panchitos”. Y para qué los voy a engañar. Ese equivocado compadreo me fastidia un poco. Sobre todo porque mi comunicante no entendió una puta línea. Así que voy a intentar explicarlo algo más claro.
En mi opinión, si alguien tiene derecho a estar en España – lo tiene, claro, mucha otra gente- son los emigrantes hispanoamericanos, sean mestizos o indios puros como la madre que los parió. Porque son nuestros, o sea. Somos nosotros. Me troncho cuando aquí decimos que, a diferencia de los anglosajones, los españoles no exterminaron a los indígenas y se mezclaron con ellos. Cuando lees la letra pequeña de las relaciones de Indias, adviertes que los españoles –mis abuelos se quedaron aquí, ojo- fueron a América buscar oro y a calzarse indias. Y si no exterminaron a los indios, fue porque necesitaron esclavos para las minas y criados para las casas. A cambio, es cierto, los de allí obtuvieron una lengua hermosa y universal. Pero la pagaron cara, y la pagan con la herencia de la corrupción y desbarajuste que la estúpida y egoísta España dejo atrás. Cierto es que llevan doscientos años reventándose solos, sin nuestra ayuda. Pero nadie históricamente lucido puede olvidar la culpa original. Una responsabilidad que, por otra parte, hace babear a políticos analfabetos y elementales ante golfos populistas que, bajo el poncho de la retórica, tomaron el relevo en el arte de chulear y estafar a su gente. Ahora vienen, buscando futuro, al sitio natural donde los trae la lengua que se les dio y de la religión que se les impuso. Vienen a donde tienen derecho a venir, trayendo sangre nueva. Ilusión, capacidad de trabajo, ideas y coraje, con la determinación de quien no tienen nada que perder. Llegan como carne de cañón, a comerse los más duros trabajos de esta España con la que soñaron. Su error es creer que llegan a Europa. A un sitio que imaginaban civilizado, culto, con políticos decentes y valores respetables. Pero encuentran lo que hay: demagogia, picaresca y poca gana de currar. Y además, la crisis. Así en cuanto se espabilan, algunos se españolizan. Aprenden a mimetizarse con el entorno, a esforzarse lo justo. A ser lo grosero que en su tierra nunca fueron nunca. A despreciar a estos españoles maleducados que tanto aire se dan pese a se una puñetera mierda, incapaces de valorar lo que tienen y lo que podrían tener.
Descubren también la clave mágica española: el victimismo.
Aprenden pronto a explotar la mala conciencia y lo políticamente correcto, a montar pajarracas sabiendo que nadie va a negarles, como a los moros y a los negros, el derecho a exigir incluso más de lo que exigen los propios españoles. En todo caso se les dará, no por sus meritos de trabajo, educación o cultura, que a menudo los tienen, sino por el que diran, por el no vayan a creer que soy racista, o lo que sea. Y a eso, algunos –no todos, pero no pocos -suman malas costumbres que traen de allí: la afición de ponerse hasta arriba de alcohol, a conducir mamado hasta las patas, y la tradicional bronca de fin de semana, tirando de arma blanca o de otro calibre; con ese orgullo valiente y peligroso del que hablaba antes, y que lo mismo puede ser una virtud que una desgracia, cuando no se maneja con cabeza. Y mientras, las autoridades que deberían acogerlos y educarlos, planificando para ellos una España futura, inevitable y necesaria, emplean su tiempo y nuestro dinero en contaminarlos de la sarna política al uso, adobada con la más infame demagogia. En atraerlos a su puerco negocio, halagándolos de manera bajuna y jugando con ellos el trile de los votos, sin que importen a nadie su pasado, su presente o su futuro. Haciendo lamentar, a los lúcidos, que la suya sea el español y no otra lengua que les permita irse a otro país que de verdad sea Europa.
Tomado de: Arturo Pérez-Reverte, “Una de panchitos”, en ABC, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, XL semanal, pp. 8
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lunes, 13 de julio de 2009
El baile y la eterna juventud
Beneficios de la danza
El baile y la eterna juventud
Estudios recientes prueban que mover el cuerpo al compás de la música beneficia nuestro cerebro: mejora la memoria, la planificación, la concentración…Y, por si fuera poco, activa los mismos centros de placer que el sexo ¿Bailamos?
A veces la ciencia se inspira en los que podría ser sólo un chiste. Snowball [en inglés, “bola de nieve”] es una cacatúa, un pájaro blanco, al borde de un sillón que mueve la cabeza, levanta sus patitas y abre la cresta con pasión al ritmo de su canción favorita, Everybody, de los Back Street Boys. Su baile se ha convertido en un fenómeno en Internet, pero también ha modificado la manera en que los neurocientíficos entienden los procesos asociados a la percepción de la música y el movimiento rítmico. Si aun no sabe de qué le hablamos, entre en youtube y escriba cacatúa. No se moleste en buscar el truco, porque no lo hay.
Cuando Aniruddh Patel, investigador de la Jolla, California, descubrió s Snowball, no vio, como nosotros, un pájaro haciendo su numerito, sino una contradicción con la tesis darwinista de que solo los cerebros humanos están predispuestos a la danza.
Patel contacto con la dueña del animal para descartar asila posibilidad de que la cacatúa se moviese por imitación. Snowball realmente bailaba, aunque con el ritmo y la sincronización de un niño de cuatro años. Para el investigador, esta habilidad está presente en los pájaros, pero no en nuestros “hermanos” los primates, ya que la capacidad de bailar se asocia con nuestras habilidades vocales.
“Los humanos y los loros – explica- son de las pocas especies con un cerebro preparado para el aprendizaje vocal, capaz de escuchar sonidos y coordinarlos con movimientos complejos (labios, lengua, cuerdas vocales) con el fin de reproducirlos. Otros animales, como los delfines, las focas y las ballenas, tienen la misma capacidad, por lo que también deberían poder bailar, aunque aun no lo sepan.”
Según Patel, su descubrimiento nos abre a importantes avances sobre la compleja relación neuronal entre los sistemas auditivo y motor, lo que podría ayudar a desentrañar enfermedades como el parkinson. Su investigación ha sido valorada por The New York Times como una de las más importantes del 2009, si bien otros científicos dudan de sus conclusiones. Entre ellos, Lawrence Parsons, de la Universidad de Sheffield, del Reino Unido: “si existe consenso científico en que sólo los humanos somos capaces de hacerlo, es porque no se ha visto a ningún otro animal que baile en su medio natural”.
La danza es un comportamiento
Humano universal asociado con rituales de grupo, una acción motriz que responde a sensaciones internas o a estímulos externos, pero, ante todo, es un placer. Personas de distintas edades y condición física pueden bailar durante horas en una fiesta sin sentirse agotado gracias a la adrenalina y la serotonina que sus cuerpos generan durante la danza. De hecho, según el neurólogo de la Universidad de Columbia John Krakahuer: “la realización de movimientos coordinados estimula nuestro centro de recompensa cerebral”. Bailar pone en funcionamiento los mismos centros cerebrales que despiertan el placer del sexo o de una buena comida, una razón evolutiva parar que esta forma de expresión haya perdurado en el tiempo.
Lo curioso es que se producen
Efectos similares cuando sólo somos espectadores. Programas de televisión como Mira quien baila entusiasman a la audiencia también por razones científicas, ya que cuando vemos danzar a alguien se activan las mismas zonas del cerebro que lo harían si fuéramos nosotros los bailarines. Las responsables de este efecto son las neuronas espejo, una serie de células nerviosas que residen en el área motora del cerebro y que provocan nuestra emoción cuando un bailarín interpreta una pieza cargada de sentimiento.
Según este estudio en Institute College of London, atletas y bailarines podrían continuar entrenando mentalmente cuando sufren una lesión física gracias a éste efecto empático. Al fin y al cabo, gran parte de lo que somos capaces de hacer lo hemos aprendido imitando a los demás, para lo cual se requiere una gran dosis de atención.
La música y el ritmo son el mejor ejercicio para que los diferentes sistemas cerebrales se armonicen y sean eficientes los unos con los otros. Parsons ha demostrado que bailar mejora la memoria operativa, la planificación ejecutiva, la habilidad en la realización de multitareas y la concentración. Para corroborarlo, un estudio de la Universidad de Washington observó mejoras importantes en enfermos de párkinson tras 20 clases de tango. Esta enfermedad produce pérdidas de neuronas en el ganglio basal, lo que interrumpe su comunicación con la corteza motora y provoca rigidez y movimientos inconcientes. Gracias al tango, estos movimientos se redujeron.
Además de proporcionar placer
Físico y ayudar a la coordinación y la planificación, la danza tiene efectos psicológicos positivos, ya que a través de ella somos capaces de expresar nuestros sentimientos y comunicarnos con los demás. Basándose en principio de que mente y cuerpo son inseparables, la danzaterapia – una corriente liderada por bailarinas y psicólogas -surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Esta rama e la psicoterapia se ha convertido hoy en una disciplina con reconocimiento universitario y se aplica tanto para tratar a niños autistas, o con dificultades motoras, como para resolver problemas de pareja o depresión.
“Usamos el movimiento como medio de comunicación e introspección – explica Hilda Wengrower, directora académica del Master en Terapia a través del Movimiento y la Danza, que imparte la Universidad de Barcelona-. Bailar tiene un aspecto catártico de liberación y alivio, y por si sólo es positivo, pero no es suficiente para curar. En danzaterapia queremos conocer la razones que nos llevan a necesitar una catarsis, vamos un poco más lejos.”
Este método se ha revelado especialmente eficaz en los casos de anorexia y bulimia, ya que aúna la acción sobre la palabra y el cuerpo. “la imagen interna que cada ser humano tiene de su físico esta compuesta por aspectos neurológicos, cognitivos y emocionales, conscientes e inconscientes. Uno de nuestros objetivos terapéuticos es que cada persona tenga de sí una imagen más real, que se conozca a través del movimiento.”
Los danzaterapeutas establecen con su paciente lo que denominan un “dialogo kinestesico”, y son capaces de diagnosticarlo observando su contracción muscular, respiración, ritmo, postura y forma de moverse. “Las emociones son siempre corporales”, dice Hilda Wengrower. Y es que, sin duda, nuestra manera de bailar nos delata, pero también nuestra forma de no hacerlo. Los especialistas creen que todos podemos bailar, entonces ¿Por qué son tantos los que se sienten incapaces? ¿Por qué hay tantos cuerpos de palo, convencidos de que la danza es cosa de brasileños o africanos? Por una cuestión meramente educacional. Según el neurocientífico Lawrence Parsons, “no hay estudios científicos que determinen diferencias en el cerebro de dos humanos con más o menos habilidad para bailar, para la muisca, para las matemáticas o para el razonamiento. En la mayoría de los casos, ser mejor sólo depende de haber tenido un entrenamiento temprano en la practica de esa disciplina”. A partir del año, todos los niños, sin excepción, responden a la música moviéndose rítmicamente. Es natural, pero llega un momento en que algunos reprimen ese instinto y se bloquean.
El baile es otro modo de comunicación, otro lenguaje, por eso las personas con dificultades para expresar o sentir emociones son las que encuentran más dificultad para dejarse llevar por la danza. Los que prefieren no hacerlo se están perdiendo la posibilidad de sincronizarse con otro más allá de lo racional, la oportunidad de expresarse libremente, de generar endorfinas y adrenalina durante horas, de recitar su memoria y mejorar su capacidad de coordinación y planificación. ¿De verdad se lo quiere perder?
Un movimiento divino
A lo largo de la historia la danza ha sido un reflejo de cómo el hombre ha vivido sus experiencias emocionales, espirituales o, incluso, religiosas.
1. La “movida” rupestre
Las pinturas rupestres muestran que hace ya 20.000 años bailábamos. Una habilidad, según los neurólogos, tan antigua como la de correr o andar. Se cree que es también nuestra primera expresión artística.
2. El baile de la transformación
En su magnifico Diccionario de símbolos, Juan Eduardo Cirlot define el baile como un “rito rítmico”, “el intento de modificar por el movimiento y la sacudida una situación estática. Los bailes en ronda exponen un simbolismo colectivo, quizá solar”.
3. Bailando en las iglesias
En los primeros tiempos de la Iglesia en Europa, el culto incluía la danza, pero pronto fue proscrita y relegada a los ritos y las fiestas de las clases bajas por considerarse pecaminosa.
4. Luis XIV, académico de la danza
En el renacimiento, la danza recupero su prestigio y entró en la corte como instrumento de propaganda. Luis XIV creó la primera Academia Real de la Danza en 1661, y no sólo la apoyo como mecenas, sino que él mismo fue un gran bailarín.
5. Palabra de ilustrado…
Voltaire sencillamente pedía: “Déjennos leer y déjennos bailar, dos entretenimientos que nunca harán daño al mundo”.
Coreografía de la salud
Un giro a su vida
El cerebro: además de aumentar el flujo de sangre, puede reducir el riesgo de alzhéimer y muchas otras demencias entre los ancianos.
La personalidad: potencia el desarrollo de los vínculos sociales de bienestar psicológico, motiva y aumenta la autoconfianza
Los brazos: al igual que los hombros y la espalda, se tonifican y adquieren firmeza
El corazón: disminuye el riesgo de enfermedad coronaria, ayuda a bajar el colesterol y a controlar la hipertensión y la diabetes. Con media hora de baile quemamos 190 calorías.
Los pulmones: el movimiento provoca una mejor oxigenación del aparato respiratorio y el consecuente aumento de la capacidad pulmonar
La zona pélvica: al tonificar la zona pélvica, se evitan muchos problemas posparto o relacionados con disfunciones o con la edad, como problemas sexuales, incontinencia o estreñimiento.
Las piernas: se vuelven más elásticas y veloces. Las pantorrillas se tonifican. Además, al fortalecerse las piernas, se mejora la circulación y el retorno venoso.
Los tobillos: favorece la relación peso equilibrio, da control y uso de la energía corporal, ayuda a la orientación y brinda plasticidad.
Tomado de: Isabel Navarro, “El baile y la eterna juventud”, en XL semanal, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, pp. 60-64
El baile y la eterna juventud
Estudios recientes prueban que mover el cuerpo al compás de la música beneficia nuestro cerebro: mejora la memoria, la planificación, la concentración…Y, por si fuera poco, activa los mismos centros de placer que el sexo ¿Bailamos?
A veces la ciencia se inspira en los que podría ser sólo un chiste. Snowball [en inglés, “bola de nieve”] es una cacatúa, un pájaro blanco, al borde de un sillón que mueve la cabeza, levanta sus patitas y abre la cresta con pasión al ritmo de su canción favorita, Everybody, de los Back Street Boys. Su baile se ha convertido en un fenómeno en Internet, pero también ha modificado la manera en que los neurocientíficos entienden los procesos asociados a la percepción de la música y el movimiento rítmico. Si aun no sabe de qué le hablamos, entre en youtube y escriba cacatúa. No se moleste en buscar el truco, porque no lo hay.
Cuando Aniruddh Patel, investigador de la Jolla, California, descubrió s Snowball, no vio, como nosotros, un pájaro haciendo su numerito, sino una contradicción con la tesis darwinista de que solo los cerebros humanos están predispuestos a la danza.
Patel contacto con la dueña del animal para descartar asila posibilidad de que la cacatúa se moviese por imitación. Snowball realmente bailaba, aunque con el ritmo y la sincronización de un niño de cuatro años. Para el investigador, esta habilidad está presente en los pájaros, pero no en nuestros “hermanos” los primates, ya que la capacidad de bailar se asocia con nuestras habilidades vocales.
“Los humanos y los loros – explica- son de las pocas especies con un cerebro preparado para el aprendizaje vocal, capaz de escuchar sonidos y coordinarlos con movimientos complejos (labios, lengua, cuerdas vocales) con el fin de reproducirlos. Otros animales, como los delfines, las focas y las ballenas, tienen la misma capacidad, por lo que también deberían poder bailar, aunque aun no lo sepan.”
Según Patel, su descubrimiento nos abre a importantes avances sobre la compleja relación neuronal entre los sistemas auditivo y motor, lo que podría ayudar a desentrañar enfermedades como el parkinson. Su investigación ha sido valorada por The New York Times como una de las más importantes del 2009, si bien otros científicos dudan de sus conclusiones. Entre ellos, Lawrence Parsons, de la Universidad de Sheffield, del Reino Unido: “si existe consenso científico en que sólo los humanos somos capaces de hacerlo, es porque no se ha visto a ningún otro animal que baile en su medio natural”.
La danza es un comportamiento
Humano universal asociado con rituales de grupo, una acción motriz que responde a sensaciones internas o a estímulos externos, pero, ante todo, es un placer. Personas de distintas edades y condición física pueden bailar durante horas en una fiesta sin sentirse agotado gracias a la adrenalina y la serotonina que sus cuerpos generan durante la danza. De hecho, según el neurólogo de la Universidad de Columbia John Krakahuer: “la realización de movimientos coordinados estimula nuestro centro de recompensa cerebral”. Bailar pone en funcionamiento los mismos centros cerebrales que despiertan el placer del sexo o de una buena comida, una razón evolutiva parar que esta forma de expresión haya perdurado en el tiempo.
Lo curioso es que se producen
Efectos similares cuando sólo somos espectadores. Programas de televisión como Mira quien baila entusiasman a la audiencia también por razones científicas, ya que cuando vemos danzar a alguien se activan las mismas zonas del cerebro que lo harían si fuéramos nosotros los bailarines. Las responsables de este efecto son las neuronas espejo, una serie de células nerviosas que residen en el área motora del cerebro y que provocan nuestra emoción cuando un bailarín interpreta una pieza cargada de sentimiento.
Según este estudio en Institute College of London, atletas y bailarines podrían continuar entrenando mentalmente cuando sufren una lesión física gracias a éste efecto empático. Al fin y al cabo, gran parte de lo que somos capaces de hacer lo hemos aprendido imitando a los demás, para lo cual se requiere una gran dosis de atención.
La música y el ritmo son el mejor ejercicio para que los diferentes sistemas cerebrales se armonicen y sean eficientes los unos con los otros. Parsons ha demostrado que bailar mejora la memoria operativa, la planificación ejecutiva, la habilidad en la realización de multitareas y la concentración. Para corroborarlo, un estudio de la Universidad de Washington observó mejoras importantes en enfermos de párkinson tras 20 clases de tango. Esta enfermedad produce pérdidas de neuronas en el ganglio basal, lo que interrumpe su comunicación con la corteza motora y provoca rigidez y movimientos inconcientes. Gracias al tango, estos movimientos se redujeron.
Además de proporcionar placer
Físico y ayudar a la coordinación y la planificación, la danza tiene efectos psicológicos positivos, ya que a través de ella somos capaces de expresar nuestros sentimientos y comunicarnos con los demás. Basándose en principio de que mente y cuerpo son inseparables, la danzaterapia – una corriente liderada por bailarinas y psicólogas -surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Esta rama e la psicoterapia se ha convertido hoy en una disciplina con reconocimiento universitario y se aplica tanto para tratar a niños autistas, o con dificultades motoras, como para resolver problemas de pareja o depresión.
“Usamos el movimiento como medio de comunicación e introspección – explica Hilda Wengrower, directora académica del Master en Terapia a través del Movimiento y la Danza, que imparte la Universidad de Barcelona-. Bailar tiene un aspecto catártico de liberación y alivio, y por si sólo es positivo, pero no es suficiente para curar. En danzaterapia queremos conocer la razones que nos llevan a necesitar una catarsis, vamos un poco más lejos.”
Este método se ha revelado especialmente eficaz en los casos de anorexia y bulimia, ya que aúna la acción sobre la palabra y el cuerpo. “la imagen interna que cada ser humano tiene de su físico esta compuesta por aspectos neurológicos, cognitivos y emocionales, conscientes e inconscientes. Uno de nuestros objetivos terapéuticos es que cada persona tenga de sí una imagen más real, que se conozca a través del movimiento.”
Los danzaterapeutas establecen con su paciente lo que denominan un “dialogo kinestesico”, y son capaces de diagnosticarlo observando su contracción muscular, respiración, ritmo, postura y forma de moverse. “Las emociones son siempre corporales”, dice Hilda Wengrower. Y es que, sin duda, nuestra manera de bailar nos delata, pero también nuestra forma de no hacerlo. Los especialistas creen que todos podemos bailar, entonces ¿Por qué son tantos los que se sienten incapaces? ¿Por qué hay tantos cuerpos de palo, convencidos de que la danza es cosa de brasileños o africanos? Por una cuestión meramente educacional. Según el neurocientífico Lawrence Parsons, “no hay estudios científicos que determinen diferencias en el cerebro de dos humanos con más o menos habilidad para bailar, para la muisca, para las matemáticas o para el razonamiento. En la mayoría de los casos, ser mejor sólo depende de haber tenido un entrenamiento temprano en la practica de esa disciplina”. A partir del año, todos los niños, sin excepción, responden a la música moviéndose rítmicamente. Es natural, pero llega un momento en que algunos reprimen ese instinto y se bloquean.
El baile es otro modo de comunicación, otro lenguaje, por eso las personas con dificultades para expresar o sentir emociones son las que encuentran más dificultad para dejarse llevar por la danza. Los que prefieren no hacerlo se están perdiendo la posibilidad de sincronizarse con otro más allá de lo racional, la oportunidad de expresarse libremente, de generar endorfinas y adrenalina durante horas, de recitar su memoria y mejorar su capacidad de coordinación y planificación. ¿De verdad se lo quiere perder?
Un movimiento divino
A lo largo de la historia la danza ha sido un reflejo de cómo el hombre ha vivido sus experiencias emocionales, espirituales o, incluso, religiosas.
1. La “movida” rupestre
Las pinturas rupestres muestran que hace ya 20.000 años bailábamos. Una habilidad, según los neurólogos, tan antigua como la de correr o andar. Se cree que es también nuestra primera expresión artística.
2. El baile de la transformación
En su magnifico Diccionario de símbolos, Juan Eduardo Cirlot define el baile como un “rito rítmico”, “el intento de modificar por el movimiento y la sacudida una situación estática. Los bailes en ronda exponen un simbolismo colectivo, quizá solar”.
3. Bailando en las iglesias
En los primeros tiempos de la Iglesia en Europa, el culto incluía la danza, pero pronto fue proscrita y relegada a los ritos y las fiestas de las clases bajas por considerarse pecaminosa.
4. Luis XIV, académico de la danza
En el renacimiento, la danza recupero su prestigio y entró en la corte como instrumento de propaganda. Luis XIV creó la primera Academia Real de la Danza en 1661, y no sólo la apoyo como mecenas, sino que él mismo fue un gran bailarín.
5. Palabra de ilustrado…
Voltaire sencillamente pedía: “Déjennos leer y déjennos bailar, dos entretenimientos que nunca harán daño al mundo”.
Coreografía de la salud
Un giro a su vida
El cerebro: además de aumentar el flujo de sangre, puede reducir el riesgo de alzhéimer y muchas otras demencias entre los ancianos.
La personalidad: potencia el desarrollo de los vínculos sociales de bienestar psicológico, motiva y aumenta la autoconfianza
Los brazos: al igual que los hombros y la espalda, se tonifican y adquieren firmeza
El corazón: disminuye el riesgo de enfermedad coronaria, ayuda a bajar el colesterol y a controlar la hipertensión y la diabetes. Con media hora de baile quemamos 190 calorías.
Los pulmones: el movimiento provoca una mejor oxigenación del aparato respiratorio y el consecuente aumento de la capacidad pulmonar
La zona pélvica: al tonificar la zona pélvica, se evitan muchos problemas posparto o relacionados con disfunciones o con la edad, como problemas sexuales, incontinencia o estreñimiento.
Las piernas: se vuelven más elásticas y veloces. Las pantorrillas se tonifican. Además, al fortalecerse las piernas, se mejora la circulación y el retorno venoso.
Los tobillos: favorece la relación peso equilibrio, da control y uso de la energía corporal, ayuda a la orientación y brinda plasticidad.
Tomado de: Isabel Navarro, “El baile y la eterna juventud”, en XL semanal, núm. 1.109, 25 de Enero de 2009, pp. 60-64
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viernes, 3 de julio de 2009
Odisseass puess...
http://www.youtube.com/watch?v=GXGYBybj5qoHay tanto que uno carga y lleva, y sobre esto decia Manolo Garcia que hay tiempos en que las experiencias ya no serán carga sino bagaje y que los sentimientos se acunan en los vertices del tiempo. En momentos como este lo veo tan claramente como los amanaceres del mar, precisamente si duermes al lado del mar, veras que es el paisaje más oscuro y uniforme que te puedas imaginar pero al amanecer no hay obstaculos naturales ni humanos que mezquinen el horizonte.El mar siempre invita, a adentrarse a él indefinidamente y sabemos lo que eso significa, ese caldo primitivo de donde venimos, es mortal para nosotros, ya no podemos volver a ella, a nuestros origenes, a nuestra madre. Ese mar que albergo todas las especies anteriores al ridiculo animal humano, y que albergara a todas las especies que estaran despues de nosotros, a esa insustancial sustancia que estara en todo lugar del universo donde haya vida y viceversa. Desde antes que el hombre acuñara el tiempo en días como decia Borges...y Ahi en medio donde se lame tierra y mar, muerte y vida, en la playa...dicen que durante años de guerra el semidios inmortal, Aquiles asedio a Troya, durante años durmio en la playa con su espada y a la mañana una, dos, incontables batallas, viendo morir a sus amigos y todo por una mujer ajena y un París, Salomon si de algo cierto tiene el antiguo Testamento...Dios mio!!! es que en verdad todo es vanidad, peor aún, vanidad humana, vanidad racional.El hijo de Tetis -nereida del mar-no sobrevivio a la guerra, murio coherentemente absurdo porque al saber que moriria ese dia si presentaba batalla, respondia que " preferia morir con gloria que sobrevivir y ser peso inutil en la tierra". El que su madre quizo que fuera inmortal con ayuda de los dioses, se hizo inmortal asimismo, como Beethoven.Otro musico inmortal, Orfeo, el que con su arte y arpa conmovio al mismo dios de los infiernos , por amor a Euridice, de cual final triste no me quiero ocupar.Pero habia otro que no tenia ni fortaleza, ni sangre divina en sus carnes, ni arte, ni habilidades. Ese del caballo de Troya, ese Nadie que asesino al ciclope 20 veces mayor que él -sin pelear- ESe que su vanidad , ese de la infinita confianza en la inteligencia humana, que pensó más infinita que el mar, ese que por su desafio maldijo Poseidon, condenandolo a no retornar a su hogar, Itaca del cual partio poco tiempo despues de casarse con la bella Penelope y cuyo lecho tallado por el mismo en mitad del tronco de un arbol, donde ya jugaba su hijo, dejo atras junto a la riqueza, al amor y renunciando a ver crecer a su niño. Veinte años demoro en volver, durante ese tiempo batallo y fue seducido, amado y recluido por semidiosas y Hechiceras, que lo embrujaron y le ofrecieron placeres infinitos, riquezas, la inmortalidad.Sin embargo, Ulyses solo miraba al mar, al otro extremo de él, la mujer que amaba, y sólo con una pequeña balsa se enfrentaba al furioso oceano, el cual lo tenia maldito y condenado a jamás cruzarlo...pero él, lo intentaba , una y otra vez...veinte años Penélope lo espero tambien esos años, asediada por reyes y principes, tejiendo y destejiendo sueños en su mente?como decia Serrat...al final Penélope musito: Tú no eres quien yo esperoCaminante se hace camino al andar...empiezo a aceptarlo -es mi destino, puesto que siemrpe he querido ser Ulyses, el Ulyses griego, el Ulyses de Joyce...el eterno Ulyses...que no tiene más que su astucia y a Atenea por protectora. A mi las brisas del mar como sirenas me acarician y enredan, invocan mi deseo de libertad, como a los indios de chocolat, como a Ulyses...debo marcharme, estoy maldito, condenado a errar...he querido ser siempre él, la vida me ha forzado a ser él, a abandonar siempre lo que más quiero. De niño en mis mañanas muertas del colegio, empachaba los cuadernos con ojos y cascos, cascos griegos de guerra, era un premonicion...pues no eras tú Penélope, y yo sí soy Ulyses...antes de irme debo ver el Mediterraneo, despedirme de ti y de mi. Me he pasado la vida muriendo, como todos, pero soy conciente y al Universo le importa sólo que retorne ya! lo prestado, mis carnes y mis aguas http://www.youtube.com/watch?v=G_pGuEaRctY Me despido sabiendo que decir adiós aqui, es decir hola en otro tiempo. En fin...ya es tiempo http://www.youtube.com/watch?v=S0yL1RVvR24 tantas veces me he enamorado, tantas veces me he desilusionado. En fin...ya es tiempo Pase lo que pase esto será asi, tantas veces tarareee, tararee, y rumie y rumietantas veces te busque, ahora me inquieta aquel maravilloso secreto que me espera, ¿que tesoro inimaginable me magnetiza?...la razon es metafora, el mundo entero es metafora...entenderas esto mejor con la musica, que tambien es metafora.adios, hasta pronto a todos...cuando los conoci me parecio conocerlos desde siempre y sentia confirmar mis memorias. Mucha suerte a todos. Tal vez en tierras de otra lenguas, pueda yo entenderme. No soy eterno, y pienso agradecer eso pues cada accion mia será unica e irrepetible, sólo mia. Es mi unica oportunidad de ser feliz. Seguramente el inconmensurable e inexorable oceano me vomite a mil desiertas playas. Soy un naufrago, un viernes entre millones de Robinsos.http://www.youtube.com/watch?v=Lj-W6D2LSlo Tengo el espiritu anciano, desde niño...se me nota en la cara no?pues yo noto todo en la tuya...siempre he sido un extraño, un inadaptado, todo filosofo tiene la obligacion de serlo http://www.youtube.com/watch?v=8pPYKI8LPxE&feature=related Pues mochila al hombro, mirada perdida para ver más alla de mis pasos, y alegria, ante todo, aunque el cuerpo desfallezca el espiritu debe triunfar, es nuestra unica posibilidadhttp://www.youtube.com/watch?v=9zdEXRKJSNY al que tenga entendimiento que entienda...ya suenan mis pasos, se termina el tiempohttp://www.youtube.com/watch?v=UrvgwRHut7shttp://www.youtube.com/watch?v=ioYNRGl9pfohttp://www.youtube.com/watch?v=57XnpFb4baQhttp://www.youtube.com/watch?v=AjAYAUxKPv0http://www.youtube.com/watch?v=k42TLq8qScAhttp://www.youtube.com/watch?v=J5VNGZ-j27Uame tanto a este absurdo pueblo...y ahora lo amo más, pues son humanos (niños) al final de todo, pero creo que en frances me entenderas david. http://www.youtube.com/watch?v=VJ-SFU27liQ ...david aaahhh el himno a la alegria, si tan sólo yo fuera gente, si fuera no tan sólo humano, sino animal, si tan sólo fuera yo un gusano o una roca, tal vez pudiera entenderlos y aceptarlos tal vez pudiera perdonarles....http://www.youtube.com/watch?v=e9cno71jklc si tan sólo yo fuera lo suficientemente fuerte podria yo perdonarme, pero ni fuerte ni inteligente...tan solo un naufrago que no sabe nadar...
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