miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿“MULTICULTURALIQUÉ”?

La integración de los inmigrantes en la UE desata fuertes tensiones. Merque proclama el fracaso del modelo de diversidad cultural en Alemania.
El futbolista alemán del Real Madrid Mesut Özil encarna a la perfección la idea del multiculturalismo en Europa: es un ciudadano de pleno derecho, turco hablante, musulmán que reza, palmas abiertas al cielo, al inicio de los partidos, y un jugador de la selección nacional alemana de fútbol (y no de la turca). Pese a ello, su figura se ha visto envuelta en una encendida polémica sobre el fracaso del modelo que ha favorecido la integración, en Alemania y otros países de Occidente, de millones de ciudadanos tan diversos como él.
Al proclamar hace unos días el fracaso del multicultu4ralismo –y sin embargo poner a Özil como ejemplo de integración y difundir luego una foto con él para acallar la polémica-, la canciller alemana Angela Merkel echaba una buena dosis de leña a la pira que prendió a comienzos de septiembre el ex consejero del banco central alemán Thilo Sarrazin con su libro Alemania se disuelve, en el que sostiene, entre otras cosas, que la presencia de inmigrantes de otras culturas tiene una nefasta influencia en el nivel educativo de los alemanes (puros, se entiende). De los 82 millones largos de habitantes de Alemania, unos 16 millones son de origen extranjero, y los turcos representan el 25% de estos.
A las llagas que abrió el libro de Sarrazin, todo un éxito de ventas, han aplicado paños calientes, con regular fortuna, personalidades como el presidente federal alemán, Christian Wulff, que recordó durante un viaje oficial a Turquía que el islam forma parte de Alemania, pero también que los tres millones de turcos que viven en el país harían bien en mejorar sus conocimientos de la lengua de Goethe.
No han faltado más puñados de sal en la herida. El jefe del gobierno bávaro, Horst Seehofer, de un partido socio de la coalición de Gobierno de Merkel, declaro a la revista Focus: “Los inmigrantes de culturas extranjeras, como Turquía o los países árabes, lo tienen difícil. Eso me lleva a la conclusión de que no necesitamos más inmigrantes de otras culturas”. Palabras inoportunas no sólo por la xenofobia explicita, sino por el momento en que se pronuncia: cuando el responsable de empleo alemán advierte de la escasez de fuerza de trabajo en determinados sectores, y de la nec4sidad de regular nuevos flujos migratorios, y más cualificados.
La polémica sobre el presunto fracaso del multiculturalismo no se ciñe en Alemania, aunque en otras latitudes no se haya formulado aún de forma tan explícita o con conceptos de alto vuelo académico. ¿Acaso no es monde común el discurso sobre las deficiencias del sistema educativo español por la abultada presencia de niños inmigrantes en las escuelas públicas? La transferencia de alumnos nativos hacia centros concertados vendría de alguna manera a demostrarlo.
Pero, aclaraciones oficiales y sentir de la calle a un lado, cuando Angela Merkel, y sus socios de coalición y Gobierno, proclaman el fracaso del multiculturalismo, ¿De qué están hablando en realidad? ¿Presupone el fracaso un éxito anterior? En suma, ¿en qué consiste el multiculturalismo?
“El multiculturalismo tiene dos acepciones. Una de facto, es el reconocimiento de la diversidad en un lugar (de hecho, los países de nuestro entorno son multiculturales), y otra, de iure, un modelo de gestión de la diversidad cultura que surge en los años sesenta del pasado siglo en países como Canadá y EE. UU; Reino Unido y Holanda, y Australia y Nueva Zelanda”, explica Carlos Giménez, catedrático de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid y director del Instituto sobre Migraciones, Etnicidad y desarrollo.
“Como modelo de gestión, el multiculturalismo surgió como reacción al modelo asimilacionista, que preconizaba la asimilación del extranjero a la cultura dominante, y se basa en dos principios: la igualdad de todos los individuos ante la ley y el derecho a la diferencia, a la diversidad, de los individuos”, añade.
“El multiculturalismo reconoce que toda sociedad es diversa culturalmente hablando. Partir de que el Estado-nación es igual a una cultura es incorrecto, porque es una construcción del siglo XIX y, además, la diversidad cultura ya existe en el gramen propio del Estado-nación, no es un fenomen0o reciente ligado solo a la inmigración. La cultura es dinámica y va reconfigurándose por influencia de clase, género y grupo étnico”, explica el antropólogo Rubén Sánchez, especialista en inmigración latina en EE.UU. de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “Identificar cultura con Estado-nación o cultura con [una] religión son falacias”, añade Sanchez, “porque además no hay un solo islam por ejemplo, sino multiplicada de ellos, igual que los católico no compartimos una sola cultura”.
El modelo del multiculturalismo, recuerda Giménez, es blanco de las criticas “de los conservadores y de los racistas, porque tolera otras culturas y porque se consideran amenaza capaz de romper el país”. El político holandés Geert Wilders, anti musulmán confeso, y Ángela Merkel coinciden, pues, en algún tramo de la critica a ese modelo de coexistencia entre nacionales nativos y extranjeros. También Alicia Sánchez-Camacho, líder del PP en Cataluña, o el presidente francés, Nicolás Sarkozy, con la expulsión de gitanos. Dada la variedad de ejemplos, ¿cabe colegir la existencia de una corriente anti diversidad en la corriente dominante de la política europea? ¿O se trata solo de un argumento –arrojadizo- en época de crisis?
“La denuncia del fracaso del multiculturalismo esconde mucho de demagogia y un indisimulado populismo con miras electorales. Si se reconoce que ha fracasado el modelo, hay que formular otro “, señala la belga Yolanda Onghena Duyvewaerdt, investigadora de Dinámicas Interculturales del CIDOB. “Por lo demás, no es una novedad. En EEUU hace años que se dice que está fallando como modelo político. El único país donde sí ha funcionado es Canadá, y eso porque allí todos procedían de algún sitio. Pero, aun funcionando y siendo como es el mejor modelo posible –mejor esto que nada-, el multiculturalismo a duras penas ha conseguido ocultar sus resabios hipócritas: hacer como si todos viviéramos juntos, pero con un solo patrón, el de la cultura dominante”.
Proclamar el fracaso del multiculturalismo “es un discurso claramente electoralista que se inscribe en una época de crisis y en el marco de la revolución neoconservadora que viene de EEUU”, subraya Sánchez. En Europa el discurso está estrechamente relacionado con la presión migratoria, fruto de la globalización y fenómeno, por tanto, reciente.
Dos conceptos, ciudadanía y cultura, se entrelazan simbióticamente en el modelo multicultural, igual que Estado de derecho y diversidad, recuerda Carlos Giménez. El multicultural es también un discurso ligado al uso del lenguaje políticamente correcto –ese que da visibilidad y homologa públicamente a las minorías- que, freten al melting pot o crisol de culturas, favorece el mosaico de estas y en la práctica deviene, a veces, en la creación de guetos. También en Canadá: en 2004, un comité de expertos –no musulmanes- recomendó la aplicación de la sharia entre los 400.00 musulmanes de Ontario para dirimir divorcios, herencias y custodias. La recomendación, empero, no surgía de la nada, sino de modelos similares existentes para la comunidad católica y la judía.

“Canadá, con sus defectos, es un ejemplo de éxito”, señala Cristina Manzano, directora de la revista Foreign Policy. “El hecho de que en la integración se creen a veces bolsas de marginación, o incluso guetos, no es un fracaso. Si hablamos de EEUU; es verdad que, tras la primera generación de inmigrantes, que abrazó con ardor la cultura de acogida, la del melting pot, las segundas y terceras generaciones han podido mostrar menos adhesión, pero sin llegar al rechazo. El debate sobre el multiculturalismo apenas si se ha iniciado en Europa, donde hemos ido recibiendo a muchos inmigrantes sin cuestionar orígenes ni filiaciones, lo que es positivo, pero en algunos casos ha supuesto la cesión de los propios logros de nuestras sociedades, y me refio a derechos humanos, como los de la mujer”.
Si ese debate se hubiera sus citado antes, viene a decir la analista, polémicas como las que periódicamente saltan a los titulares (la prohibición del burka en algunos Ayuntamientos españoles, por ejemplo) habrían neutralizado su carga viral, y la correspondiente instrumentalización política. “El debate debe plantarse con una premisa básica: el respeto, siempre, a los valores de la sociedad de acogida, y la exigencia de integración al que vienen”, opina Cristina Manzano. “No hay que prohibir nada, solo aplicar el peso de la laye ante un caso de ablación, o de una mujer que no muestra su rostro a un pol8icia. Este no es una debate cultural, es que la ablación o taparse completamente el rostro son cosas ilegales”, clama Giménez.
Uso del burka o niqab, mutilación genital femenina; aplicación de la sharia, códigos de familia…Todos y cada uno de los ejemplos que se manejan –o se esgrimen- están en clave musulmana. En el debate no aparece una sola menciona a las diferencias culturales d e los inmigrantes del sudeste asiático, por ejemplo, o le avance del protestantismo entes los inmigrantes latinoamericanos, en Europa o Norteamérica. ¿O es que cuando hablan de fracaso del multiculturalismo los profetas se refieren solo al islam?.
Ese sería el escenario del politólogo italiano Giovanni Sartori, que ya anticipó el fracaso del modelo multicultural al hablar, en La sociedad multiétnica (Taurus, 2001), de “los extranjeros que no se someten al imperio de la ley” y que persiguen la “desintegración multiétnica y la tribalización de la sociedad” de Occidente. Escribe Sartori que la presencia de “enemigos culturales que rechazan la sociedad pluralista” con atavismos “como el uso del chador, la ablación de clítoris o la oración del viernes” es una vía de agua en un sistema viciado por el buenismo “de una iglesia llena de absurdo entusiasmo misionero” y “el tercermundismo falsario de la izquierda tradicional”.
Para los críticos del multiculturalismo “desde dentro”, como el antropólogo Carlos Giménez, el anunciado fracaso del sistema –“algo en lo que estoy y no estoy de acurdo con Merkel”- ha de servir para dar un paso más, de la coexistencia que propicia ese modelo de integración “hacia la convivencia plena”. “El modelo puede criticarse desde dentro, porque ha habido limites y errores, como exagerar la diversidad (llevado al extremo, cada niño podría tener derecho a n programa educativo, el suyo), pero el énfasis hay que ponerlo en la tolerancia y el dialogo. Hay que sustituir el multiculturalismo y su coexistencia pacífica por el interculturalismo y su propuesta de convivencia más interactiva”, propone Giménez.
Y España, ¿en qué sistema se inscribe? “Tenemos un modelo original en Europa, explica Giménez, asesor de varias corporaciones públicas; “es el Plan de Ciudadanía e Integración, según el cual todos somos ciudadanos con derechos y obligaciones”. Un modelo que, según el antropólogo, se resumen en “la ciudadanía común y la convivencia entre culturas”. Algo más modesto que la Alianza de Civilizaciones, sin duda, pero puede que también más abordable.




Tomado de: M. Antonia Sánchez-Vallejo, ¿“Multiculturaliqué”?, en El País, 24 de Octubre de 2010, XL semanal, pp. 32-33

viernes, 22 de julio de 2011

“La ciencia, me divierte, es lo esencial”

Konstantin Novoselov Premio nobel de Física 2010

Recibir el Premio Nobel con 36 años recién cumplidos, debería alterar la vida de uno hasta el vértigo. No parece ser el caso de Konstantin Novoselov. El pasado 5 de Octubre, por la mañana, en el mismo despacho de la Universidad de Manchester, recibió la llamada telefónica soñada por cualquier científico en cualquier rincón del mundo: era la Real Academia Sueca de Ciencias comunicándole que su antiguo profesor –y ahora colega y amigo- Andre Geim y él mismo eran los galardonados con el Nobel de Física 2010. “El mayor cambio estos días es que mis dos niñas, por alguna razón, duermen mal, son gemelas y tienen 14 meses”, dice con toda naturalidad Novoselov en su primera e inesperada respuesta. “Todo lo demás…Poco a poco la vida está ya volviéndole a la normalidad”, añade convencido de que ha pasado ya casi todo el alboroto de este premio, que reconoce el descubrimiento de una forma bidimensional de carbono, llamado grafeno, con propiedades extraordinarias de dureza, resistencia, transparencia…
En cuanto al medio millón de euros que recibirá Novoselov con el honor del Nobel, todavía no tiene ni idea de que hará con tanto dinero, y ante la solemne ceremonia de entrega del galardón (el 10 de diciembre en Estocolmo), lo que más le incomoda es tener que ir de compras y hacerse con la indumentaria apropiada. “Espero que de esto se ocupe mi esposa, ir de compras es algo que odio”, dice Novoselov. “La verdad es que no tengo un traje…”, afirma, y apunta con extrañeza algunos comentarios que le han hecho sobre su aspecto desaliñado, con camiseta y vaqueros, en las fotos que dieron la vuelta al mundo al anunciarse el galardón. “ Es que yo vengo a trabajar así”, dice. Y efectivamente hoy va con camiseta (negra) y vaqueros.
La normalidad para este físico de estado sólido es su despacho y las horas que pasa en su laboratorio, al otro lado del pasillo, donde hace seis años, haciendo experimentos con Geim, obtuvieron por primeras vez el grafeno, material con unas propiedades fascinantes y unas aplicaciones potenciales tan atractivas (en pantallas táctiles o en paneles solares) que se ha convertido ya en el material de moda. “No sé si el grafeno esta patentado o no; desde luego nosotros no hemos patentado nada”, responde Novoselov casi con sorpresa ante la simple idea de registrar ese nuevo material. El hallazgo surgió en lo que estos dos científicos rusos que trabajan en Reino Unido llaman lo experimentos de los viernes, cuando, una vez que dejan atrás las actividades normales de la semana, se meten en el laboratorio a jugar con la ciencia, a ensayar ideas y ponerlas en práctica con sus propias manos y los medios que tienen a su alrededor, “para probar cosas locas y divertirnos un poco en laboratorio antes de irnos a tomar unas cervezas”, cuenta Novoselov.
Kostya (diminutivo que figura en la puerta de su despacho) reconoce que alguna cosa sí que ha cambiado en su vida diaria a partir del Nobel: “Necesito un poco más de experiencia para rechazar invitaciones de la gente. El mayor problema que tengo estos días es que recibo cinco veces más correos electrónicos, muchos de ellos invitándome a esto y lo otro…Y la cuestión es cómo decir que no educadamente. Todo esto me está llevando más tiempo de lo normal, pero me voy haciendo con la situación”.
Serio, seguramente tímido, concentrando en su trabajo, con determinación y seguridad en sí mismo, piensa unos instantes las respuestas, cortas y concisas. Al recibir Nobel tan joven, tiene por delante tres o cuatro décadas de carrera científica permanentemente iluminados por los focos de la fama y el prestigio. ¿Le agobia tener que ser brillante el resto de su vida? “No, loa gente aquí, a mi alrededor, los alumnos…ya se han olvidado todos del Nobel; hubo un poco de alboroto los primeros días, pero la situación ya ha vuelto a la normalidad”. ¿Es usted un genio? La respuesta es inmediata: “No, en absoluto. La ciencia me divierte, eso es lo esencial”.

Novoselov tiene un despacho normal con grandes ventanas en el edificio Schuster de la Universidad de Manchester, muebles modernos funcionales, una mesa de despacho, dos sillas, una librería, ordenador, libros y papeles, más una mochila en el suelo. La cita es a media mañana y para concretarla no se han cruzado más que tres o cuatro mensajes electrónicos en los que el científico ya ha escrito, en total, 12 palabras y firmando siempre Kostya.
La obvia pregunta sobre el grafeno provoca una respuesta algo más larga de Novoselov: “Imagine un material que tiene todas las mejores propiedades posibles que pueda esperar: el material más fino, más fuerte, más conductor de la electricidad, transparente…es el grafeno. En términos físicos es una única capa de un átomo de grosor, pero muy, muy resistente y más duro que el diamante. Este material tiene unas propiedades realmente sorprendentes y es lo que ahora seguimos estudiando. Tal vez lo más extraño es que sólo tiene un átomo de grosor y puedes hacer laminas de centímetros e incluso de metros que mantienen esas propiedades”. El panorama de las aplicaciones potenciales es muy amplio. Un ejemplo son los recubrimientos tranparentes conductores de electricidad para pantallas táctiles o teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, apunta Novoselov. En cuanto a su aplicación predilecta, zanja la cuestión tras un par de segundos de reflexión y una respuesta escueta: “Todavía no está lista, estamos trabajando en ello”. El método por el que obtuvieron el grafeno parecía casi una broma en el comunicado de la Fundación Nobel que describía el trabajo de Geim y Novoselov, si uno cree que la ciencia actual exige grandes y avanzadísimas instalaciones para lograr resultados que merezcan la pena. “La idea de intentar algo con el grafeno fue de André y la forma de lograrlo fue mía”, explica Novoselov. Esa forma de lograrlo era tan simple como ir sacando laminas del grafito del que están hechas las minas de los lapiceros, mediante una cinta adhesiva corriente. Eso si, jugó el factor suerte en esos experimentos de los viernes, cuando eligieron como soporte de la lámina bidimensional de carbono un trozo de silicio con el espesor de óxido que resulto ser apropiado. Ese material estaba por allí, pero no hubiera servido cualquier soporte. Eso sí, que nadie se engañe, en ciencia uno tiene que saber dónde está, saber lo que busca, entender lo que ha descubierto y, en resumen, como dice Novoselov, “trabajar mucho”. Aunque, añade, “es muy divertido”.
¿Se puede sintetizar el grafeno? “Sí, ya se ha hecho”, dice, de nuevo con una de las respuestas más largas cuando habla de ciencia. “Se está trabajando mucho para hacer grandes laminas de grafeno sintético porque impulsara las aplicaciones. Pero el sintético no es tan bueno como el natural, aunque suficiente para muchos usos…La verdad es que la naturaleza lo hace mejor que nosotros”.
Geim no está hoy en la universidad, pero su despacho se sitúa en el mismo pasillo que el de Kostya y siguen compartiendo laboratorio. Novoselov nació en 1974 en Nizhny Tagil (Rusia) y estudio en la Universidad Física Técnica de Moscú; al acabar la carrera se fue a Holanda para hacer la tesis doctoral con Geim, ahora de 51 años. El entonces profesor se marchó después a Manchester y Novoselov le siguió en 2001. Le gustaba la física desde pequeño: “Siempre he sido un chaval digamos que técnico, de esos que andan desarmando aparatos por casa”, recuerda. Sus padres tienen estudios universitarios, pero no científicos, y su hermana está inmersa en el mundo cultural en Rusia “Elegí física de estado sólido porque te permite hacer cosas directamente; por ejemplo, logras un cristal y a pocos días estás haciendo investigación a fondo con él”, comenta.
En los últimos años, Novoselov y Geim andan muy ocupados y los experimentos de los viernes han quedado un poco relegados; sólo recientemente los han podido retomar con asiduidad. “Es el placer de experimentar en nuestro laboratorio. A lo largo de los años hemos hecho muchas cosas, unas funcionan y otras no”, dice. Tampoco se rige para estos dos físicos la supuesta diferencia entre ciencia básica y aplicada. “No tiene mucho sentido, hacemos la investigación que nos parece estimulante y a veces son cosas muy practicas, mientras que otras son de física básica”.
En uno de esos experimentos hechos con plena libertad y guiado por la inspiración y la curiosidad, Geim logró hacer levitar tanas en un campo electromagnético mereciendo por ello el IgNobel, el premio Nobel alternativo y humorístico. Fue en los años noventa y Novoselov aun no trabajaba a con él, pero afirma que no le importaría en absoluto, al contrario, recibir ese otro galardón.
Con menos de 10 colaboradores que comparten en los proyectos, Geim y Novoselov dedican la mitad de su tiempo al grafeno. “Es un campo tan amplio, tiene tantas propiedades inusuales…”, señala el segundo. La celebración del equipo sigue pendiente casi tres semanas después del anuncio del Nobel. Ese día hicieron un poco de fiesta en los despachos, pero todavía no se han puesto de acuerdo acerca del autentico festejo.
“Recibí la llamada del Nobel aquí, en mi despacho, cuando estaba discutiendo unos resultados recientes, por Skype (telefonía por Internet) con unos colaboradores”, recuerda Novoselov. “Me quede muy sorprendido, pero no me pareció una broma. Yo creo que esos tíos de la Academia Sueca tienen bastante experiencia y saben cómo hacer esa llamada, te lo dicen de una manera que te lo crees”. No recuerda muy bien su primera reacción, pero intentó continuar con la conversación por skype, “aunque tengo la sensación de que no dije muchas cosas sensatas, y me di cuenta de que me quedaba apenas media hora ese día para hacer las cosas pendientes”. Enseguida fue llegan gente al despacho y las llamadas telefónicas…En fin, lo normal cuando uno recibe el Nobel. Hace seis años, cuando estos dos rusos afincados en el Reino Unido dieron con el grafeno, la idea de esa forma del carbono estaba en el ambiente científico y varios grupos en el mundo perseguían su obtención. El anuncio del éxito fue tan poco corriente como los dos descubridores. Geim y Novoselov escribieron un artículo científico, como hace cualquier investigador que descubre algo, y lo enviaron en una de las más prestigiosa revistas especializadas: Nature. Sin embargo, se lo rechazaron. “Pusieron pegas sobre unas medidas de los experimentos que en realidad todavía ahora no se han completado, pero lo cierto es que no se lo aceptaron”, recuerda Novoselov. “Lo arreglamos un poco y lo enviamos a Science [la publicación competidora de Nature] y nos dijeron que sí…Con estas revistas siempre te puedes esperar cosas así”, dice.
Novaselov no pasa por alto en absoluto que la ciencia es un entorno muy competitivo. “La competencia es buena porque te ayuda y te orienta para hacer las cosas mejor y más rápido, lo que es estúpido es hacer tu trabajo para publicar los resultados y no por la ciencia en sí”.
La jornada de Novoselov arranca muy temprano, “Despierto a las niñas, Sofía y Victoria, les doy el desayuno, las preparo y las llevo a la guardería; llego a la universidad sobre las 9.30 y salgo hacia las 9.30 de la noche. Es que si quieres lograr algo no basta con ser suficientemente inteligente también tienes que trabajar mucho”. Su esposa es rusa, la conoció en Holanda y es jefa de laboratorio en una pequeña empresa. Les gusta salir a pasear por el campo, en los alrededores de la ciudad, y Kostya antes jugaba algo al futbol. Ahora, con sus niñas gemelas y el laboratorio, el tiempo libre se ha estrechado mucho.
A las niñas, comenta, no cree que tenga nunca que contarles lo del Nobel: “Estoy seguro de que son inteligentes y que lo descubrirán ellas mismas, sin que yo tenga que decirles nada”. Novoselov sabe que su vida cambiara con el premio, pero prefiere que sea lo mínimo posible.
En diciembre tendrá que ir a Estocolmo a recibir el Nobel, a las celebraciones y actos. “Seguramente que es divertido, vendrá mi familia de Rusia, los amigos…
Tendré que preparar una charla, pero eso no me preocupa, lo hago normalmente. Lo peor son ahora los preparativos. Es terrible”, dice, con sincera expresión de angustia.
El laboratorio, al otro lado del pasillo, es un espacio amplio lleno de equipos y herramientas. Novoselov saca una muestra de grafeno y la coloca bajo el microscopio. ¿Se va a quedar en Manchester o ya tiene ofertas de otros centros? “Este es un buen sitio, pero los científicos normalmente tienen que moverse de vez en cuando, porque eso incentiva su creatividad, suscita nuevas ideas…Así que en algún momento cambiare”. ¿A Rusia? “No, no creo”.
Novoselov ha estado en España invitado por el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón. No olvida citar con afecto y respeto a sus colegas españoles Francisco Guinea, María Vozmediano y Elsa Prada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con los que tiene una estrecha colaboración sobre el grafeno.
Una última pregunta: ¿Cómo explicaría el placer de investigar y descubrir a alguien no familiarizado con la ciencia? Lo piensa unos segundos y una leve sonrisa indica que ha dado con la respuesta satisfactoria: “Imagine que está recorriendo el Gran Cañón de Colorado o un sitio así de bonito en España, o en Canadá…El paisaje que se le va apareciendo ante los ojos es grandioso y uno sigue avanzando convencido de que un poco más allá habrá otro panorama más estupendo aun. Tienes que trabajar duro para avanzar, pero lo haces porque esperas encontrar algo magnifico, interesante. Esta es la mejor comparación con la investigación”.


Tomado de: Alicia Rivera, “La ciencia me divierte, es lo esencial”, en El País, 24 de octubre de 2010, pp. 34-35

viernes, 15 de julio de 2011

LA SEXUALIDAD DEL SIGLO XXI RECLAMA MÁS IMAGINACIÓN

Un macroestudio estadounidense desvela los comportamiento más íntimos entre los 14 y los 94 años. “Ya no nos conformamos con el coito”, concluye. Ahora, las relaciones incluyen un repertorio más amplio de prácticas.
¿Qué entiende usted por tener sexo? Santiago (57 años) y Manuela (50) habrían contestado, sin ningún atisbo de duda: “practicar el coito”. Sin embargo, ahora su respuesta incluye algunas palabras más: “llevamos más de 30 años casados y justo ahora estamos viviendo nuestra plenitud sexual”. Dedican más tiempo a los preliminares y han introducido algunas novedades en la intimidad de su habitación. Según un estudio realizado en Estados Unidos, cuyos estudios se podrían extrapolar a España, “el repertorio sexual de la población se ha ampliado enormemente”. La encuesta hablo de, al menos, una lista de 40 practicas distintas en la cama.
Las cosas han cambiado: “Ahora, los adultos raramente se conforman con el coito. Aunque sigue siendo la práctica sexual más común, suele venir acompañado de otros juegos, como la masturbación en pareja y el sexo oral”, argumentan los autores de los nueve trabajos publicados en una edición especial de la revista The Journal of Sexual Medicine. Están abiertos a nuevas propuestas y se dejan llevar con más libertad y menos prejuicios. La curiosidad por el sexo anal, por ejemplo, se “ha incrementado drásticamente. En 1992, entre el 16% y el 33% de los estadounidenses decía que alguna vez había experimentado esta modalidad pero ahora el porcentaje ha aumentado hasta el 46%, concretamente entre mujeres de 20 a 30 años”. “En España también ha aumentado”, confirma Francisco Molero, vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
Parece que los tabúes en cuestión de cama empiezan a olvidarse. Cada vez más hombres y mujeres sientes curiosidad por intimar con alguien de su mismo sexo. De los 5.865 encuestados, entre 14 y 94 años, el 7% reconocía su homosexualidad o bisexualidad y el 15% confesaba haber mantenido este tipo de encuentros en alguna ocasión. El porcentaje ascendía al 50% en hombrees cuyas edades oscilaban entre 50 y 59 años. “Hay mayor permisividad social hacia la diversidad sexual. Se concibe la sexualidad más como un acto placentero, independientemente de los sentimientos, las emociones y el amor”, explica la especialista española.
Gran revolución. Según los datos extraídos de esta investigación, la más completa desde el informa Kinsey (1994), se puede decir que el sexo oral es otra gran revolución en este terreno. Se ha generalizado tanto en hombres como en mujeres. Esto, junto con “loa masturbación femenina son los cambios más importantes en los últimos tiempos”, señala Francisco Molero “Antes, la sexualidad de la mujer estaba a disposición de la del hombre. Su masturbación se daba en menor proporción y con cierto sentimiento de culpabilidad, pero ahora se ha incorporado entre las prácticas sexuales más frecuentes, individualmente y en pareja. Contribuye a que ambos se lo pasen mejor”.
Coito vaginal, sexo oral, masturbación individual, en pareja, sexo anal…Todo un catalogo de juegos, seducción y erotismo que ayuda a los hombres a mirar las relaciones sexuales con otra perspectiva. Han descubierto, expone Francis Molero, que “pueden disfrutar más allá de la erección y la eyaculación, pueden alargar el proceso” y deleitarse con las nuevas posibilidades. Y esto es lo que han aprendido Santiago y Manuela que, aunque prefieren no entrar en detalles íntimos, si explican que ambos empezaron a tener ciertas curiosidades. “No nos atrevíamos a hablarlo, pero al final dimos el paso. Hemos logrado crear entre nosotros una complicidad máxima y esto también se nota en otros ámbitos de nuestra relación. Comunicarse es la clave”, señala Manuela.
Con esta confianza no es necesario que una mujer oculte que no ha alcanzado el orgasmo. Según se desprende de la investigación, realizada en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) el 85% de los varones aseguraba que su última pareja sexual había tenido un orgasmo, mientras que sólo el 64% de las mujeres afirmaba haberlo tenido. Como explica los investigadores, esta diferencia del 21% puede deberse a que sólo el 5% de ellos sufre dolor genital, mientras que un tercio de ellas lo padece normalmente”.
Tal y como apunta Francisco Molero, “para ellas el orgasmo no es imprescindible en una relación satisfactoria. Sin embargo, saben que al hombre le va a costar entender esto porque ellos focalizan su sexualidad en los genitales, mientras que la mujer la enfoca en todo su cuerpo”.
Un último dato sorpréndete de este macroe4studio se centre en el uso de los preservativos. Sólo una de cada cuatro relaciones sexuales incluye este método anticonceptivo. Y, a pesar de lo que se pueda pensar, lo utilizan más los adolescentes que los adultos. Especialmente a partir de los 40 “dejan de preocuparse por los posibles embarazos y es cuando menos se recurre a los condones”, afirman los investigadores, quienes aprovechan para pedir que se refuercen los mensajes dirigidos a la población adulta, para recordar los riesgos que corre y cómo prevenirlos. “Muchos siguen asociando el sexo con el embarazo. El problema es que esto ha duplicado las infecciones por transmisión sexual a partir de los 45”, concluye Molero.
Información y comunicación son cruciales en cuestiones de cama. La introducción de nuevas prácticas sexuales y los juguetes eróticos pueden ayudar a disfrutar aún más de la vida sexual a cualquier edad.

Tomado de: Laura Tardón, “La sexualidad del siglo XXI reclama más imaginación”, en Eureka.,
El Mundo 10 de octubre de 2010, p. 15

miércoles, 13 de julio de 2011

La ciberguerra ya está aquí

El gusano “Stuxnet” afecto a instalaciones nucleares en Irán en septiembre. Fue un ataque sin precedentes con un nuevo tipo de arma que pone en entredicho la doctrina militar tradicional.
Aquello fue distinto de cualquier otro ataque conocido hasta el momento. A finales de septiembre, miles de ordenadores habían sido infectados en Irán por un gusano con nombre de película: Stuxnet. Las autoridades iraníes reconocieron que el ataque alcanzo al sistema informático de la central nuclear de uso civil de Bushehr, inaugurada en agosto. Irán no reconoció daños graves pero no ha dudado en calificar el incidente como un ataque desde Occidente. El gusano había alcanzado instalaciones críticas y estaba preparado para atacar sus sistemas de control. Nada que ver con los apagones informáticos que afectaron a Estonia y Georgia, respectivamente, en 2007 y 2008: quien lo desarrollo quería tomar el control de los sistemas infectado. Y si el objetivo era Irán, asestar un golpe a su programa nuclear con un arma silenciosa y no violenta.
“Es la primera vez que detectamos una amenaza de este tipo que tiene como objetivo los sistemas de control industrial”, explica Miguel Suarez, experto de Symantec en España, una empresa dedicada a la seguridad informática. Tras el descubrimiento del virus en junio por VirusBlokAda, una empresa de seguridad Bielorrusa, Symantec empezó a estudiar el gusano que por esa fecha ya había contaminado decenas de miles ordenadores en todo el mundo. El virus tenía un objetivo preciso: el software producido por la empresa alemana Siemens que se utiliza para el control automático de operaciones en plantas químicas, instalaciones petrolíferas y centrales nucleares. Ese software era el mismo que se instalo en la central iraní de Bushehr.
Según los análisis de Symantec, el 60% de los 100.000 ordenadores infectados se encontraba en Irán. ¿Era Irán el objetivo principal del ataque? ¿Quién golpeo a su programa nuclear? “No sabemos quién desarrollo Stuxnet. El que lo hizo gasto mucho dinero para asegurarse de que el trabajo que tenía que hacer estuviera bien hecho”, dice Schneier.
El ataque se instalo sobre instalaciones que, por su naturaleza, no están conectadas a la Red. Así, la hipótesis más probable es que el virus haya sido introducido a través de un dispositivo de almacenamiento USB.
Hay serias dudas de que se llegue a identificar el autor del ataque. De momento, sólo hay especulaciones. Una de ellas es la pista de la familia de los mirtos. Mirto eh hebreo es hadassah, que es también el nombre utilizado para referirse a Esther, la reina jugia que desbarato un complot persa según la historia contada en el Libro de Esther, en el Antiguo Testamento. Hay otra referencia en el código. Un número que puede ser una fecha: 19790509. El 9 de mayo de 1979 es el día en el que Habib Elghanian personaje relevante de la comunidad judía iraní, fue ejecutado por el nuevo régimen de Teherán. ¿Es una firma de los autores? ¿Es Stuxnet el primer resultado de la actividad de las unidades especiales que varios países han puesto en marcha?.
“Sería muy arriesgado. Pero no sería la primera vez que los programadores dejan su firma”, afirma desde Londres Mark Fitzpatrick, director del Programa de No Proliferación y Desarme del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. Para Fitzpatrick, sería importante saber si el virus, además de la central de uso civil de Bushehr, también afecto a la instalación de Natanz, el centro de enriquecimiento de uranio. Según el experto, puede que el ataque sirva “para limitar la amenaza nuclear iraní sin causar víctimas mortales ni desatar una guerra. Pero es una vía peligrosa porque si Stuxnet no se controla puede atacar objetivos no intencionales y entrar en un ámbito de ciberguerra muy difícil de controlar”. Stuxnet puede ser la primera arma de esta nueva guerra. “El virus es muy complejo. Para su desarrollo se requiere el dominio de distintos lenguajes de programación de diferentes sistemas. Y el conocimiento de la estructura del sistema que quiere invadir o alguno muy similar”, explica Suárez. Todos los expertos consultados coinciden en afirmar que no puede ser obra de un simple grupo de hackers. “Estamos hablando de otro nivel. Tiene que tener detrás una infraestructura científica y técnica muy grande. Solo puede ser un Gobierno o una gran organización”, opina el teniente coronel Néstor Ganuza-Artiles, jefe de adiestramiento y doctrina del Centro de Ciberdefensa de la OTAN, en Tallin (Estonia). El centro se creó en 2008, un años después del ataque informático que colapso los ordenadores de instituciones públicas y bancos del país estonio. “Es algo totalmente distinto. Un código malicioso programado de tal manera que una vez que haya contagiado el sistema es capaz de tomar el control y llegar a causar daño físico a las instalaciones en las que se encuentra. En una planta nuclear o una industria bioquímica es capaz de hacerla explotar. Stuxnet, en este sentido es la primer ciberarma”, dice. Un arma que abre escenarios militares desconocidos y obliga a nuevas respuestas. Así, el artículo 5 del Tratado de la OTAN, que prevé la respuesta conjunta a un ataque armado sufrido por uno de sus miembros, podría quedarse corto. “No hay una postura oficial de la OTAN. De momento se analizaría caso por caso. Pero hay una serie de dificultades. En el caso del ciberataque, el problema es la atribución, el origen de la amenaza. Para rastrear el origen hay que tener la autorización de todas las autoridades por donde ha pasado el ataque informático, y no hay de momento una legislación ni acuerdos específicos. Hay que revisar la doctrina militar”, dice el militar. Tampoco vale la doctrina de la disuasión que se ha aplicado al campo nuclear. “¿Cómo disuadir a un atacante que se desconoce?, se pregunta. La incertidumbre en el ciberespacio amplifica la dificultad. Aaron Hampton, de 29 años, es un estudiante de seguridad informática en la Universidad de Wilmington, en Delaware (EEUU). Su vocación arranca del impacto que le causo siendo niño ver como actuaban los hackers en películas como Superman III o War Games. Ahora experimenta la sutil diferencia entre realidad y ficción. Este verano participo en uno de los cursos organizados por el Departamento de EEUU para seleccionar talentos y reclutarlos para una guerra que no se combate con armas convencionales y para la que el país aún no está preparado. Según una estimación oficial, EEUU necesita entre 10.000 y 30.000 expertos para proteger al Gobierno y a las grandes empresas de un ataque cibernético. Y, de momento, solo dispone de alrededor de 1.000. En mayo, el Pentágono creó una unidad especial, el Cyber Command, con una dotación anual de 150 millones de dólares bajo el mando del director de la Agencia de Seguridad Nacional, el general Keith Alexander. Algo parecido a la Unidad 8200, el comando especial de ciberinteligencia creado hace años por Israel. Aaron Hampton es ahora uno de los potenciales reclutas del nuevo Ejército que el Gobierno prepara para combatir en un nuevo tipo de guerra.

Tomado de: Mariangela Paone, “La ciberguerra ya está aquí”, en El País, 10 de octubre de 2010, p. 5

domingo, 26 de junio de 2011

Keneth Robinson

“La gente se obsesiona con trabajar más”
El gurú y ex ministro de Empleo británico apuesta por que los empresarios creen un entorno en el que sus empleados se impliquen y aporten las “ideas geniales” del grupo, sin preocuparse tanto “por si se meten en un lio”. Por Bernat García.
Tomado de: Keneth Robinson
Ken Robinson es un hombre tranquilo. No bebe café, sólo té (como buen londinense), porque le ayuda a relajarse. Está en Barcelona para presentar su libro El Elemento, que le ha dado fama como gurú sobre la creatividad en la educación y en las empresas. Antes de la entrevista lleva un buen rato firmando libro tras su conferencia en el Fórum Mundial de Gestión de Personas organizado por HSM.
Pregunta. -¿Cuáles son los vicios de los directivos de hoy?
Respuesta. –Los empresarios y directivos deben potencia la creatividad en el seno de la empresa. No importa cómo. El problema es que muchas empresas no son buenas haciéndolo. Sólo de vez en cuando se les ocurre alguna idea, pero no tienen la costumbre de hacerlo. Un estudio de IBM de hace unos meses sobre un millar de directivos concluía que sus principales problemas son como liderar empresas en tiempos de complejidad creciente y cómo hacerlo para que sean más creativas. Muchas organizaciones están dirigidas de forma que innovar es casi inviable.
Pregunta. -¿Y cómo se arregla eso?
R. – Los líderes creen que su papel al frente de la organización es tener todas las buenas ideas. Quieren tomar el control, lo que es una tendencia creciente. Pero si pretenden ser líderes creativos debe serlo de forma diferente. Han de crear un espacio en la empresa donde tener ideas geniales. En muchas organizaciones, la presión viene de arriba, y los empleados están más preocupados de si cometen errores y se meten en un lio que en transmitir sus ideas.
Pregunta. –Es fácil decirlo, pero hay que buscar tiempo.
R. – No creo que se trate de tener más tiempo. Es sobre el compromiso del trabajador. Muchos empleados pasan gran parte de su horario laboral desvinculados de su puesto. A veces no se sienten demasiado responsables de la organización en la que trabajan. Mientras no se responsabilicen no harán grandes aportaciones a su compañía.
Pregunta. -¿Cómo se hace eso, creando superespacios como Google?
R. – Puede ser, depende del negocio. Google es un ejemplo extremo. Hay que distinguir entre hábitats y hábitos. El hábitat es el espacio físico, mientras que lo otro es la rutina. No es necesario tener sofás, sitios de relax, y gente divirtiéndose ene l trabajo. Si no creas expectativas, objetivos en el trabajo, da igual cuantas mesas de billar tengas.
Pregunta. -¿Es más difícil o más fácil hacerlo en tiempos de crisis?
R. – Sobre todo, es más importante. No se puede salir de estas circunstancias resistiéndose a estas cosas.
Pregunta. -¿Trabajamos más que en otros lugares del mundo, como Estados Unidos?
R. – Se dice a menudo, pero no estoy seguro. Creo centrarse en cutas horas trabajas no es bueno; la gente no hace bueno uso del tiempo. Que trabajen más horas no significa que sean más efectivos. La gente se obsesiona cada vez más por el trabajo, se está perdiendo el equilibrio. Y no es sólo por la naturaleza del trabajo, también por el impacto de las nuevas tecnologías. Ahora puedes estar online todo el tiempo, con acceso mediante Blackberry. Y no conocemos los efectos de todo ello. He tenido que prometer a mi mujer que voy a utilizar menos la Blackberry.
Pregunta. -¿Nos estamos obsesionando demasiado con el trabajo?
R. – Con la crisis, la gente se obsesiona más. Están conectados las veinticuatro horas. Tenemos todas estas herramientas para concentrarnos pero funciona como una distracción brutal. Hay que crear momentos durante el día y limitar su uso. Todo el mundo se conecta tecnológicamente, pero se están perdiendo los encuentros cara a cara. Esta tendencia no se va a retraer, sino que se está sofisticando, volviéndose más perversa e invasiva. No pensamos en las consecuencias sociales de nuestros avances; si podemos hacerlos, los hacemos. S necesita tiempo para que las cosas evolucionen.
Pregunta. -¿Ha llegado ya la generación de Internet a las empresas?
R. – Sólo en parte. Cuando yo era niño, los culebrones de los amigos en la escuela terminaban cuando llegaba a casa. Ahora continúan con las redes sociales y los móviles. Esta tendencia se reproduce cada vez más en el seno de la empresa.
Los empresarios fichan a gente que es como ellos
El ex ministro británico trata en su libro “El Elemento” lo poco que se potencia en la sociedad la creatividad del individuo, desde la escuela primaria hasta el puesto de trabajo. Cuando se le pregunta sobre las escuelas de negocio, dispara: “El modelo de educación está equivocado. En primer lugar, muchos MBA están construidos para cumplir con las necesidades que tienen las empresas, pero no promocionan la innovación, el talento variado de la gente. A menudo, los empresarios afirman que la gente llega del MBA sin estar preparada para encarar los retos que van a asumir en la compañía”. Robinson añade que esta prefabricación de directivos tienen su origen ya desde la escuela, en la falta de diversidad, tema central de su libro. “Las inteligencias matemática y de razonamiento verbal son las que están más premiada en educación. Hay que hablar bien, calcular; sin embargo la inteligencia humana es mucho más amplia. Si miras en la coreografía, el diseño, la música, hay un abanico enorme de habilidades. Si todo estuviera centrado en las primeras, no existiría los negocios, porque no habría universo cultural”.
El ensayista ingles considera además que las compañías deben abrirse a la diversidad como una estrategia empresarial. “En las políticas de contratación, muchos empresarios contrata sólo a gente que se parece a ellos: clase media, blancos, 35 años…Pero si decides incorporar a gente de otra cultura a la tuya en tu empresa es muy probable que se saque mejor partido”, aconseja el gurú de la creatividad.


EXPANSIÓN & EMPLEO, núm. 145, 31 de octubre de 2010, p. 24

miércoles, 8 de diciembre de 2010

KEITH RICHARDS

“La gente cree que soy un yonqui. ¡Y hace 30 años que dejé las drogas!”
Keith Richards tiene un pie en la tumba desde los años 70, cuando se hacían apuestas sobre lo que duraría vivo. Pero supero su adicción a todo tipo de estupefacientes y ahora, a los 66 años, casado y padre de cinco hijos, publica “Vida” (Global Rhythm Press/Ediciones Península), una autobiografía salvaje y políticamente incorrecta. Con un sentido del humor vitriólico, el guitarrista de los Rolling Stones repasa sus problemas con las mujeres, las drogas y la justicia. Y no deja títere con cabeza, empezando por Mick Jagger, “el picha floja”.
Pero antes de esas vidas tuve una infancia que transcurrió en Dartford, Londres, donde nací en 1943. Según mi madre, ocurrió durante un bombardeo. Mi madre creía que mudándonos allí íbamos a un lugar más seguro; pero es donde estaban las fabricas de armamento Vickers-Armstrong (o sea, una diana). Una bomba impactó en nuestra calle. El artefacto fue dando tumbos por la acera y se cargó a todo el mundo a ambos lados de nuestra casa. Un par de ladrillos aterrizaron en mi cuna; Hitler andaba detrás de mí. El mundo está dividido en pringados y matones. Los niños me atacaban cuando volvía a casa del colegio. Tarde o temprano, a todos nos acaba zurrando. Me recuerdo haciendo el trayecto hasta la escuela; uno chillaba como un poseso: “¡Mamá, no, que noooo!”. Iba a rastras y pataleando, pero iba. Mi abuelo Gus me enseñó a tocar la guitarra. Era una guitarra española clásica. Recuerdo el olor. Cuando abro la funda de una guitarra vieja, me entran ganas de meterme dentro y cerrar la tapa. Gus me decía: “Si consigues tocar Malagueña, puedes con cualquier cosa”. A los 11 años, me metí en el coro del colegio. Los otros chicos se burlaban: “Así que eres un modosito, ¿eh?”. A mí me daba igual porque el coro era genial: ibas a Londres y te librabas de las clases. A los 13, me cambio la voz y me echaron. Además, me hicieron repetir curso. Estaba tan furioso que el deseo de venganza me quemaba por dentro. Si quieres forjar un rebelde, ésa es la manera. Se acabaron los cortes de pelo, cualquier cosa con tal de molestar. Buscaba que me echasen del colegio. Pero me aterrorizaba la idea de tener que enfrentarme a mi padre. Cuando se enfadaba, hacia como si no existías. Te sentías invisible. La sola idea de darle un disgusto a mi padre, todavía hoy, hace que se me salten las lágrimas.
Mick Jagger y yo nos conocimos porque vivíamos muy cerca e íbamos a la misma escuela. Peor entonces me mudé a la otra punta de la ciudad. Un lugar desolado, lleno de ratas, junto al manicomio. Yo iba en bici. Aquello estaba lleno de desertores y vagabundos. El primer disparo que recibí en mi vida se lo debo a uno de esos cabrones: un balín en el culo. En 1961 coincidí con Mick en la estación de Dartford. Si te metes en un vagón de tren con un tío que lleva bajo el brazo discos de Chuk Berry y Muddy Waters, es amor a primera vista. Eran un tesoro. Yo, con suerte, podía comprarme dos o tres singles cada seis meses. Para llegar a ser guitarrista, tienes que empezar con la acústica y luego pasar a la eléctrica: sólo porque seas capaz de arrancarle a una eléctrica los típicos “uiii” “uaaa” y cuatro trucos, eso no te convierte en el próximo Hendrix. Mi primer amplificador fue una radio: desmonte el trasto. Me pasaba el día soldando y recableando detrás del amplificador. Me electrocute un montón de veces porque siempre se me olvidaba desenchufarlo antes. Me había esperando la vida esperando hacer el servicio militar. Y de repente, justo antes de cumplir los 17, en 1960, anunciaron que se había acabado. Los chicos de mi edad nos quedamos aturdidos. Ya había forma de salir de aquel laberinto, de las casas de protección oficial. Si hubiera ido al Ejército, a estas alturas ya seria general: cuando me pongo, me pongo. Así que fui a la escuela de arte. Pero un día los profesores te mandan a una entrevista de trabajo y ya sabes lo que te espera: tres o cuatro sabelotodos con pajaritas: “ Keith, verdad? Bueno, a ver que nos has traído – tú sacas tu carpeta y le enseñas tus trabajos-. Mmmm… Yo diría que le vamos a echar un vistazo con calma, Keith. Por cierto, ¿haces bien el té?”. Le conteste que sí, pero no para él, me largué con mi carpeta y la tiré a una papelera. Fue mi último intento de incorporarme a la sociedad. En realidad, lo que necesitaba era una excusa para que me empujaran hacia la música.
Formamos un grupo y nos dieron nuestro primer bolo. Brian Jones Telefoneo a una revista y le preguntaron cómo nos llamábamos…Nos quedamos mirándonos los unos a los otros. Y la llamada costaba una pasta. ¡La primera canción de The best of Muddy Waters es Rollin`Stone. Gracias a no pensárnoslo, nos ahorramos seis peniques. Luego llego Satisfaction, la canción que nos catapultó. La compuse mientras dormía. No tenía idea de que la había compuesto, me di cuenta gracias a la grabadora porque recordaba que había puesto una cinta nueva la noche anterior. Así que la rebobine y ahí estaba: sólo era un bosquejo. Luego también había 40 minutos de ronquidos. Mick escribió la letra. Yo solía crear la canción y la idea general y Mick hacia que sonara interesante. Durante las primeras giras por EE.UU. los barres de carretera eran una aventura. Metete en un local de camioneros de Texas y verás. Entrabas, veías a aquellos chicarrones y advertías que no ibas a disfrutar de una apacible comida. Nos llamaban “nenas” porque llevábamos el pelo largo: “¿Nenas, bailáis?”. El pelo, una de esas menudencias en las que nadie piensa, pero que cambian culturas enteras. Es difícil recomponer el periodo de finales de los 60 porque nadie tenía claro que estaba pasando: había mucha energía por todas partes, pero nadie sabía qué hacer con ella. No habría surgido una canción como Street fighting man sin la guerra de Vietnam. Y luego se convirtió en una historia de “nosotros contra ellos”. Yo no me habría podido imaginar jamás que al imperio británico le diera por meterse con unos músicos. ¿Dónde está la amenaza? ¿Tienes ejércitos y te da por atacar a unos trovadores? La veda de los Stones se había levantado también en los EE. UU. Éramos, según Nixon, el grupo de rock más peligroso del mundo. Y llegaron los arrestos. Yo solía creer en la ley y el orden, pensaba que Scotland Yard era incorruptible: ¡me trague el cuento! Los polis con los que me topé me enseñaron de qué iba en realidad. ¿Qué tenían en la redada de Redlands? Algo de speed que Mick había comprado y poco más. Y, como encontraron unas colillas de porro en un cenicero, el juez me llamo “escoria” y “cerdo”. Fui condenado a 12 meses. Con los Beatles ya no se podían meter porque los habían condecorado, asi que nos toco a nosotros la crucifixión. Pero sólo pase un día en la cárcel. Más problemas con la justicia. En el sur de EE.UU. Nos detuvieron con un montón de droga encima, pero no nos podían registrar hasta que llegase nuestro abogado. Así que estábamos en los aseos de comisaria, intentando deshacernos de toda la mierda. Yo me quite de encima el hachís y la hierba, pero no había manera de que se fueran calería abajo porque se había atascado el retrete, así que ahí me tienes, tirando de la cadena como un loco. Pero nuestro abogado era muy bueno y nos libramos. Nos lo pasamos muy bien. En cierta ocasión, Brian, su novia Anita Pallenberg y yo cruzamos la frontera española en un Bentley azul y cuando llegamos a Barcelona nos fuimos a un tablao flamenco en las Ramblas. Esa parte de la ciudad era un poco áspera y, cuando salimos de madrugada, nos encontramos con que se había montado una buena bronca: había gente lañando cosas al Bentley. Apareció la policía y cuando me quise dar cuenta estaba metido en un juicio en plena noche. Había un banco larguísimo con por lo menos ciento tíos en fila (yo era el último). Entonces aparecieron unos policías, porra en mano, que empezaron a arrearles en la cabeza. Supuse que a mí me iban a dar, pero no, la cosa quedo en una multa de aparcamiento. Al día siguiente salimos hacia Valencia, solos Anita y yo. Nunca en mi vida he dado el primer paso para enrollarme con una mujer. Me quedo sin palabras. Así que Anita movió ficha. Yo no podía entrarle a la chica de mi amigo. Pero en el asiento trasero de aquel Bentley, en algún lugar entre Barcelona y Valencia, Anita y yo nos miramos: la presión era bestial. Era febrero y en España ya había llegado la primavera. Recuerdo el olor de los naranjos. Anita y yo nos convertimos en pareja y, con el tiempo, empezamos a consumir heroína. ¿Por qué me drogaba? Creo que tiene que ver con subirse a un escenario: los niveles de adrenalina son tan altos que requieren un antídoto. A mí nunca me gusto ser famoso y, si estaba ciego, me resultaba más sencillo enfrentarme a la gente. También sentía que lo hacía para no sentirme una “estrella de pop”. Me costaba mucho lidiar con eso. Mick eligió los halagos, que son como el jaco: una evasión de la realidad. La mayoría de los yonquis acaban idiotas. Fue eso lo que me hizo dar vuelta. “¿seré capaz de no ser tan cretino? ¿Qué coño hago aquí con estos colgados?” Nadie se convierte en un héroe por el hecho de meterse droga, más bien si consigues dejarla. Al final sólo te relacionabas con otros yonquis. Yo necesitaba ampliar horizontes. Además, Anita estaba embarazada, así que había llegado el momento de desengancharse. Decidimos que nos iríamos a Suiza. El mono es un horror. El cuerpo se te pone del revés durante tres días. Van a ser los teres días más largos de tu vida y te vas a preguntar por qué te haces esas cosas a ti mismo cuando podrías seguir con tu vida de estrella del rock con pasta de sobra. En cambio, allí estás: potando y subiéndote `por las paredes. Ahí es donde un hombre razonable dice “estoy enganchado”, pero eso no impide que un hombre razonable vuelva a meterse.
Estaba de gira en parís cuando me dieron la noticia de la muerte de mi hijo Tara con sólo dos meses, lo habían encontrado muerto en la cuna. Me llamaron cuando estaba preparándome para un concierto: “Siento mucho comunicarle que…”. Es como si te pegaran un tiro. No cancelé el concierto. Habría sido peor. ¿Qué iba a hacer? ¿Quedarme en la habitación del hotel volviéndome loco? Llamé a Anita, que estaba hecha un mar de lágrimas. Al pobre cabroncete nunca llegue a conocerlo, o apenas; debí de cambiarle el pañal dos veces. Fue un fallo respiratorio, muerte súbita. No creo que fuera culpa de Anita. Pero marcharme de gira cuando era un recién nacido es algo que nunca me perdonare. Es como si hubiese desertado. Y aquello no hizo sino erosionar aún más nuestra relación y provocó que Anita se adentrara en el abismos del miedo y la paranoia. Perder a un hijo es lo peor. Poco a poco van aflorando las posibilidades truncadas con ese niño. Y te persigue durante el resto de tus días. Tara vive dentro de mí, pero ni siquiera sé donde está enterrado el pequeñajo. Del asunto entre Mick y Anita tardé en enterarme, pero me la olía. Sobre todo por Mick, cuyo comportamiento no levantaba la menor sospecha, algo muy sospechoso. Nunca espere nada de Anita. Al fin y al cabo, yo se la había levantado a Brian. No soy demasiado celoso. Nunca tuve la intención de atarla en corto. Pero aquello abrió una brecha entre Mick y yo. No era la primera vez que competíamos por una mujer. Era una pelea de machos alfa. Todavía lo es… En cualquier caso ella no se lo paso demasiado bien con el pequeño picha floja. Mick se pasaba el día en Studio 54 de Nueva York, que no era de mi gusto: una discoteca con decoración emperifollada, abarrotada de maricones en bóxer. Lo raro es que conociera a Patti Hansen, mi actual esposa, en Studio 54. Corría el año 1979. Y uno de los colegas de Patti se acerca y nos cuenta que es el cumpleaños de una amiga suya. “¿De cuál?”, le pregunto yo, y me señala una rubia preciosa que estaba bailando. “¡Dom Pérignon ahora mismo!” Le mande una botella y me acerque a saludar, sólo eso. En una entrada de mi diario, escribí: “Increíble. He conocido a una mujer. ¡Un milagro! Tengo un montón de tías a mi disposición, ¡pero he conocido a un mujer!”
Las groupies eran encantadoras. Pero era incapaz de estar con una mujer que no me gustara de verdad. En muchas ocasiones he acabado con una en la cama y no ha pasado nada, nos hemos acurrucado y a dormir. Y a muchas las he querido de verdad, porque siempre me impresionaba el hecho de que ellas también me quisieran. A Mick no le gusta que hable con sus mujeres, siempre acaban llorando en mi hombro porque se han enterado de que él anda por ahí de conquista otra vez. ¡La de lagrimas que han vertido sobre este hombro Jerry Hall, Bianca, Marianne Faithful, Chrissie Shrimpton! Me han arruinado un montón de camisas. ¡Vienen a preguntarme a mi qué tienen que hacer! ¿Y yo, qué coño sé? Una vez en Chicago se montó una gran juerga en mí habitación, con un montón de groupies. Ya llevaban allí 12 horas y yo estaba harto. Quería que se largara todo el mundo y no había manera de que me escuchara nadie. Así que ¡bum! Saque la pistola y dispare al suelo. Y eso si que consiguió vaciar la habitación en medio de un torbellino de haldas y sujetadores. Guarde la pistola esperando que se presentara la Policía y ¡no subió nadie! He de decir que me pasaba usando armas. Cuando me desenganche, las dejé también.
En 1973 sacaron una lista de las estrellas del rock que era más probable que murieran pronto, y me colocaron en el numero uno. ¡Fui número uno en esa lista durante diez años! La historia de que iba a Suiza a cambiarme la sangre les dio un verdadero subidón a esos nigromantes. ¡Pero nunca me he cambiado la sangre! No sabría decir hasta que punto accedí a interpretar el personaje que inventaron para mí. Me refiero al anillo con la calavera, el diente roto, el kohl en los ojos y los demás. La gente cree que sigo siendo un yonqui. ¡Y hace 30 años que deje las drogas!
La gran traición de Mick fue que anunciara en 1987 que saldría de gira con su segundo álbum en solitario. Había dado carpetazo a 25 años de Rolling Stones. Según declaraciones del propio Mick: “Con los Rolling Stones ya no puede ser, a mi edad y tras todos estos años…Me he ganado el derecho de expresarme de otra manera”. Y vaya si lo hizo: se expresó saliendo con otra banda a cantar canciones de los Stones. Aquello fue una bofetada. Arremetí contra él en la prensa. “Si no sale de gira con los Stones y lo hace con la banda de Huevón o Pelotudo, le voy a rajar el cuello.” Hasta mediados de los 70 Mick y yo éramos inseparables. Pero, cuando nos distanciamos, yo tire por mi camino, que era una cuesta abajo hacia Villachute, mientras que Mick ascendió hacia Jetsetlandia. Tal vez Mick y yo no seamos amigos, pero somos como hermanos. Los hermanos se pelean. Yo puedo decir estas cosas, me salen del corazón, pero nadie puede decir algo malo de Mick en mi presencia. Nuestra relación todavía funciona. ¿Cómo si no, al cabo de 50 años, podríamos plantearnos aún volver a salir juntos a la carretera? La diferencia entre Mick y yo es que a él no le gusta confiar en nadie. No puede dejar de ser Mick Jagger ni un minuto. De vacaciones en las Fiji me caí de un árbol y me fracture el cráneo. Me operaron. Me abrieron la cabeza, aspiraron los coágulos y me colocaron el hueso en su sitio como un sombrerito con seis grapas de titanio. Por lo demás, llevo una vida de autentico caballero: escucho a Mozart y leo mucho. Me encantan las novelas de Patrick O`Brian. Cuando estoy en casa, suelo hacerme yo la comida, por lo general salchichas con puré de patatas. Creo que ya he provocado revuelo más que suficiente en esta vida. Pero me retirare cuando estire la pata. Se nos critica porque ya somos viejos. Si fuéramos negros y nos llamáramos Duke Ellington, todo el mundo nos animaría a seguir. Por lo visto, los rockeros blancos ya no deber ejercer a nuestra edad. Pero yo no sigo en la brecha porque estoy aquí para decir algo y para llegar a la gente, a veces con un grito desesperado: “¿Conoces ese sentimiento?”.

Tomado de: Keith Richards, XL semanal, núm. 1.202, 7 de noviembre de 2010, pp. 24-32

lunes, 4 de octubre de 2010

Cámaras contra la matanza de delfines

Veintitrés mil delfines son asesinados cada año en una caña junto a Taiji, un pueblo del sur de Japón. Lo cuenta un documental, rodado con cámara oculta, que ha arrasado en festivales de medio mundo. Su último premio fue el Oscar. Pero para los creadores de “The Cove”, la mayor aspiración seria detener las capturas.

Una película rodada en su parte cumbre con cámaras ocultas alzo este años el Oscar al mejor documental. Fue el colofón a un año de premios. Cerca de cincuenta festivales se han rendido a sus pies en 2009. Incluido el público del exigente Sundance. The Cove, que significa “la cala”, enseña la práctica de los pescadores de Taiji, un pequeño pueblo de 4.000 habitantes al sur de Japón. Cada año, 23.000 delfines son asesinados durante la temporada de caza –entre octubre y abril- en un pequeña piscina natural formada en la costa, junto a una playa. Es la mayor matanza de estos cetáceos en el mundo, permitida y animada por el Gobierno japonés. Los delfines son arrinconados cada tarde hasta la cala por barcos que crean una barrera de sonido que ahuyenta a los animales, sin saberlo, hacia la muerte horas más tarde. Es al día siguiente, por la mañana, cuando los pescadores empuñan arpones desde sus barcas, matando uno a uno a los apelotonados delfines y llenando de sangre ese trozo de costa.
Sólo unos pocos salvan la vida, seleccionados por expertos entrenadores que luego negocian con acuarios de todo el mundo. Un delfín vivo cuesta al menos 150.000 dólares, reportando entre dos y tres millones de dólares anuales a cada preparador. Sin embargo, un delfín muerto, vendido sólo por su carne, cuesta apenas 600 dólares. Una carne que no es del todo saludable, por sus elevados índices de mercurio, algo que también destapa el documental.
Ric O´Barry era un veinteañero de éxito en los sesenta. Tras pasar por la marina de EEUU, fue contratado por el Seaquarium de Miami como cazador de delfines. Apreso a unos cien, en la bahía de Biscayne o de Vizcaya, junto a Miami. Más tarde fue ascendido y empezó a entrenar a los delfines del parque acuático. Era rico, atractivo y conducía coches de lujo. En 1963, los delfines ya eran un negocio en auge. Estos animales estaban de moda, en parte gracias a tipos como O´Barry, pero sobre todo por la fama que obtuvieron ese año y al siguiente la película Flipper y su secuela. El éxito fue tal que la cadena de televisión NBC se lanzo a realizar una serie. “Los productores llegaron con la idea al Seaquarium. Dijeron que ellos grabarían y publicitarían las instalaciones. A cambio, el acuario tenía que poner los delfines y un entrenador. Yo fue el elegido”, recuerda O´Barry desde Miami. El nombre del show no fue muy original: Flipper. Pero de 1964 a 1967, en los hogares y subconscientes norteamericanos se coló una melodía que repetía y repetía el nombre del delfín más famoso. Su inteligencia y sonrisa llegó a toda América, multiplicándose el boom de los acuarios.
Pero en realidad. Flipper no era un único delfín, sino cinco: Susie, Patty, Kathy, Scotty y Squirt. Todas eran hembras, menos agresivas que los machos y más codiciadas estéticamente, pues su piel no tiene imperfecciones. La ficción mostraba a un solo Flipper, que vivía en una reserva marina –donde era la mascota de un padre y de sus dos hijos- y hacia un montón de acrobacias que le enseñaba O´Barry fuera de pantalla. El delfín salvaba vidas y detenía a criminales. Era un héroe para los niños, clientes potenciales de los acuarios. Negocio.
Pero un día de 1970, la vida de O´Barry volteó. Habían pasado tres años desde que terminara Flipper cuando visito el tanque de hormigón donde vivía Kathy, una de las cinco hembras que participaron en la serie. “Se acerco a mis brazos y dejo de respirar. Se suicido ante mí, fruto del estrés”, asegura O´Barry. Lo cree porque los delfines, al contrario que los seres humanos, no respiran de manera automática y pueden decidir cuando dejar de hacerlo. El evento le dejo “muy tocado”. Dos días después, O´Barry fue encarcelado por intentar liberara a otro delfín. O´Barry se había pasado al lado del activismo.
En los 40 años que han pasado entre aquella muerte de Kathy y el éxito de The Cove, O´Barry ha incomodado a mucha gente. Pero pocos desplantes como el que sufrió hace cinco años en San Diego le han dado más rédito. Su presencia fue prohibida en una conferencia sobre mamíferos marinos. Iba a participar en una de las charlas, pero Seaworld –el acuario de la ciudad y patrocinador del evento- lo impidió. Paradójicamente, ese intento de acallarle fue el germen de The Cove. Dio la casualidad de que allí estaba Louie Psihoyos, un afamado fotógrafo de National Geografic, Newsweek, Time y The New York Times, entre otros: “No le conocía, pero le llame y le pregunté por qué había sido vetado. Ric me hablo de la mayor matanza de delfines en el planeta. Le pregunté: “¿Quién está haciendo algo para impedirlo?”. Me dijo: “Solo yo. Voy la semana que viene, ¿quieres acompañare?”.
Dicho y hecho, O´Barry y Psihoyos se conocieron en Japón. Sus primeros momentos juntos se ven en el documental. Son un tanto surrealistas. O´Barry está obsesionado y ordena a Psihoyos y sus acompañantes que se tapen la boca con mascaras y se pongan gafas de sol para hacerse pasar por japoneses. Ric les dice que están siendo perseguidos. Psihoyos, nos cuenta por teléfono, no podía creerlo: “No hasta que llegamos al hotel y la policía nos pregunto qué hacíamos en Japón. Así que le pusimos una cámara oculta a Ric en un botón de su ropa. Le dije: “Déjame escuchar lo que te pregunte la policía”. A Psihoyos le entro el gusanillo: “Pensé: “Dios, aquí pasa algo. Esto es real. Hay una conspiración para mantener el secreto”: grabar allí iba a ser imposible:” ¿En qué clase de parque nacional no puedes entrar porque la gente local está ocupando matando a los animales salvajes que lo habitan?”.
Las dificultades sólo animaron más a Psihoyos. Su amigo Jim Clark, filántropo y fundador de Netscape, fue su principal apoyo económico. Juntos habían creado en 2005 la Oceanic Preservation Society (OPS), una organización sin ánimo de lucro que busca parar la destrucción del mar. Psihoyos planeo todo minuciosamente, como si fuera una misión militar secreta, para rodar con cámara oculta. Formo su comando audiovisual y volvió a Japón, armado con rocas falsas donde meter minicamaras y otros artilugios como un pequeño helicóptero teledirigido. Y en eso consiste buena parte del documental, en enseñar el increíble proceso para lograr firmar la matanza. Esta llega al final. Es indescriptible, no sólo por los litros de sangre derramados, sino sobre todo por los alaridos de los delfines y por alguna que otra conversación robada a los pescadores, en la que ellos mismos reconocen la destrucción del sistema marino, al recordar épocas pasadas en las que el mar estaba lleno de cetáceos. Las imágenes chocan también a los japoneses. El equipo las enseña en las grandes ciudades. Ric O´Barry se coloca en mitad de la calle, con un televisor adosado a su cuerpo. Las imágenes espantan. Los japoneses de a pie los miran con disgusto. No parecen conocer lo que hacen los pescadores de su país.
Pero el gobierno japonés habla de que la caza de delfines parte de su cultura. Es uno de los argumentos. También dice que hay demasiados delfines que se comen demasiados peces. Los mismos argumentos que Japón dio antiguamente para justificar la matanza de ballenas. Maseyuku Komatsu, director de la Agencia de Pesca de Japón en 2001, asi lo explicaba entonces: “Las ballenas son las cucarachas de los mares porque son demasiado numerosas”.
De poco parece servir, se asegura en The cove, la existencia del CBI o Comisión Ballenera Internacional. Este organismo, fundado en 1949, se centra en la conservación de las ballenas. De las grandes ballenas, pues las especies más pequeñas, los delfines y las marsopas, conocidos todos como pequeños cetáceos, quedaron fuera de la protección. España, que se opone, como la Unión Europea, a la pesca de todo tipo de cetáceos, pertenece a la CBI. Su representante, Carlos Cabana, explica:”Los pequeños cetáceos se regulan localmente. La diferencia entre ballena y ballena pequeña es un problema de discusión interna en la CBI”. Respecto a Japón, asegura Cabana, España y Europa llevan a cabo “acciones diplomáticas” para que el país nipón pare las matanza. Pero los japoneses saben que la fuerza del dinero es la que da votos. The Cove demuestra que países como Antigua y Barbuda, o Saint Kitts o Dominica, logran importantes subvenciones a cambio de los voto que Japón necesita para seguir masacrando delfines. Cabanas se sorprende al escucharlo: “Si eso se demuestra, la CBI debería examinarlo. Comprar votos es inaceptable”:


Tomado de: Álvaro Corcuera, “Cámaras contra la matanza de delfines”, en EL PAÍS SEMANAL, núm. 1.754, 9 de Mayo de 2010, pp. 20-23